lunes, 14 de marzo de 2016

Venezuela De MisTormentos

VENEZUELA  DE MIS  TORMENTOS.    Por  Angel Gustavo Cabrera           10-03-2016

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Niña que bordas la blanca  tela/ Niña que teje en tu telar/ Bórdame el  mapa de Venezuela/ Y un pañuelito para llorar.  Tomado del Folklore Nacional

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Pajarillo verde, como no quieres que llore/ Pajarillo verde, como no voy a llorar/ Ayayayai, si una sola vida tengo/ Pajarillo verde, y me la quieren quitar.  Tomado del Folklore Venezolano
“No somos los dolientes de esa tragedia, ni es el ideal de una humanidad justa, escrito con toda la candidez y el desparpajo posible, lo que hoy en día se entierra en los países del Este. Son las honras fúnebres de una estafa capas de enredar a millones de hombres y mujeres que lucharon por cualquiera de esos libritos que desde Aristóteles hasta el sol de este día concibieron una transformación de la vida y repudiaron la quietud y el conformismo. El delincuente es Kruschev, repudiando los crímenes de Stalin y masacrando al pueblo húngaro. El delincuente es Honecker, denunciando las consecuencias del nazismo y viviendo como un emir kuwaití en una residencia exclusiva y campestre en la Lagunita de Berlín. No fallo el segundo Dios que me invente en la vida, aquel que pregonaba el asalto al cielo, el cambio de la vida. Falló el Vaticano”.  José Ignacio Cabrujas. Publicado  en el Diario de Caracas. 02 de Junio 1991.

Escribo este artículo con mucho dolor, es como abrir los ojos y ver a mi país que se está derrumbando, que se está cayendo a pedazos, y sin hacer poder hacer nada o muy poco. Aquí nací, por allá por 1954, de niñez pobre, pero nunca triste. Aquí crecí con los valores de honestidad, responsabilidad y solidaridad que me inculco mi madre y mis maestros de escuela. Aquí me hice profesional y funde una familia. Aquí me hice revolucionario y luchador social pensando en un futuro próspero y soberano. Aquí me hice viejo, con la tristeza y  asombro ante unos imbéciles que no entendieron cuál era su papel histórico desde hace 17 años que gobiernan mí país.
¿Que queríamos y que tenemos?  Queríamos un país que profundizara su desarrollo agrícola e industrial; de mayores empleos para su población joven;  que se elevara la calidad educativa desde el preescolar hasta la universidad; una verdadera seguridad ciudadana; mejoras en la atención pública de la salud gratuita; un país democrático y respetuoso de los derechos humanos; de libertad de prensa; un país que acabara con él flagelo de la pobreza; un país que saliera del parasitismo petrolero;  en fin un país apuntalado hacia el siglo XXI inspirado con  buenos gobiernos independientes de potencias extranjeras y jugando un papel internacional de vanguardia frente a los problemas mundiales. Pues, parece que era mucho pedir o no lo merecíamos, como dijo una vez Rafael Caldera: “Los pueblos tienen los gobiernos que se merecen”.  Pero, como dice una frase “Ni tan calvo, ni con dos pelucas”. De lo que aspirábamos a lo que tenemos hay una gran diferencia. Después de tres periodos de gobierno, casi veinte años,  entre Hugo Chávez y Nicolás Maduro el balance es desolador: Una economía rentista que no tomó las previsiones ante los vaivenes del mercado petrolero internacional y derrochó sus ingresos hasta la saciedad estimulando la corrupción más espantosa de toda nuestra vida republicana. Veamos lo que dice el dirigente Carlos Tablante del Movimiento al Socialismo, co-autor del libro “El Gran Saqueo”: “Desde ese neo caudillismo que representaba Chávez se promovió un asalto a las instituciones públicas por la vía de sus amigos de  promoción o de sus conocidos dentro de su formación militar, y fue militarizando al Estado. Un Estado que, además, tiene el control de todos los ingresos del país cuando se asume el concepto del Estado propietario a través del control de cambio, y todo lo que el país percibía por concepto de petróleo era administrado por ese Estado en medio de un ambiente de improvisación y desorden que facilitaba la corrupción, la cual está estimada en 300.000 millones de dólares”. Esta corrupción tan alarmante forma parte de un record para la   mal llamada “revolución bolivariana”    

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Un país, donde el gobierno actual no dudó ni lo pensó en entregar una de la más grandes minas de oro de Venezuela conocida como “Las Cristinas” a la empresa trasnacional canadiense Gold Reserve,  de la que se asegura   tiene 30 millones de onza en reservas probadas del mineral, sin importarle la destrucción ecológica de uno de los territorios  con ecosistemas sensibles, por lo que es considerado parques nacionales protegidos. Todo esto a cambio de un préstamo de cinco mil millones de dólares pagadero en dos partes, con lo cual se atenderá la contingencia económica actual. Y uno se pregunta qué diferencia hay con el pasado cuando se entregaron las concepciones petroleras a empresas trasnacionales.   
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Un país donde campea la inseguridad ciudadana con robos a cualquier hora, con bandas organizadas desde las cárceles a través de los llamados pranes, especie de líderes, que aun  estando presos,  operan a través de redes delincuenciales. En la práctica hay una suspensión de las garantías después de las ocho  de la noche. Venezuela ocupa un deshonroso segundo lugar entre los paises con más homicidios en el mundo según una clasificación de la ONU, con una tasa de 90 asesinatos por cada 100 mil habitantes. Esta situación supera con creces el pasado reciente.

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Un país sumido en una dependencia alimentaria porque el gobierno destruyó la producción agrícola en desarrollo y lo cambio por una economía de puertos, es decir comprar afuera lo que aquí se producía. Para comprar algunos productos indispensables como la harina pre cocida de maíz, harina de trigo, aceite, café,  pasta, leche, margarina, etc. hay que hacer interminables colas de casi un día frente a un sol  inclemente, soportando la angustia de agotarse el producto cuando el turno de comprar. Por otra parte la inflación hace estragos en los mermados sueldos y salarios por lo que aumenta el hambre en los sectores populares y se reduce la ración a consumir diariamente y  aparece la desnutrición en nuestros niños y adultos de la tercera edad. Esta situación es desesperante y eleva los niveles de estrés y desesperanza frente a un gobierno que se hace el sordo. Igual sucede con las medicinas que necesitan los enfermos para sus tratamientos. Cuando llegan a los expendios farmacéuticos se agotan rápidamente y muchos pacientes han fallecido por la falta de un medicamento a tiempo. Y decían que iban a acabar con la pobreza y desnutrición del pueblo
Un país con una alta tasa de desempleo, donde su población en edad productiva forma parte de la llamada economía informal y la buhonería, tales como ventas de café, empanadas, mercancía seca, plátanos, frutas en semáforos de avenidas principales. Mención aparte los llamados bachaqueros, personas desempleadas de los estratos sociales pobres y medios, los cuales pasan  todo el día cazando donde están los productos regulados para comprarlos y revenderlos 22 veces su valor. Esto es originario de la llamada revolución bolivariana

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Un país con los mismos problemas educativos del pasado, solo que ahora triplicados. Nuestra educación sigue siendo un fraude, una estafa. Soporta una estructura burocrática gigantesca y un servicio educativo pésimo: bajos sueldos, escuelas deterioradas, docentes que no cumplen con su trabajo, universidades ahogadas con bajos presupuestos por lo que permanentemente están llamados a paros y protestas. El régimen chavista creo una estructura educativa paralela ideologizada, a través de las llamadas misiones, que ha resultado un fiasco y un fracaso para la nación.
Un país con unos aparatos institucionales de justicia entregados a los designios de Nicolás Maduro y su grupo. El  Tribunal Supremo de Justicia, La Fiscalía General de la República, La  Contraloría, La Defensoría del Pueblo, hacen un coro de voces del poder central. No hay rastros de la más mínima independencia o diferencia entre ellos acerca de  temas nacionales como son los presos políticos, la corrupción administrativa, las decisiones del Presidente de la República. Por ejemplo recientemente en la población de Tumeremo, Edo. Bolívar,  hubo la denuncia de 28 personas desaparecidas presuntamente por un enfrentamiento entre bandas que se disputan el control de las minas de oro. Lo que no dicen es que esa zona se ha instalado  el terror y la angustia. El diputado De Grazia denunció  “que en Tumeremo operan 5 bandas delictivas, con complicidad de autoridades. Desde el 2000 se institucionalizó la masacre en Bolívar. La mayor ocurrió en Las minas de Las Paraguas, pero al igual que hoy, el gobernador Francisco Rangel Gómez, dijo que era un invento”.   Mientras que el defensor del pueblo Tarek William Saab señaló de manera lacónica  que “hay indicios que demuestran hechos punibles”, pero se reservó  otras informaciones del estado de anarquía que allí imperan frente a las miradas cómplices de autoridades oficiales y políticas. 

Este es el país que tenemos a grandes rasgos. Peor de cómo estaba hace casi veinte años. Secuestrado por una falsa ideología socialista que pregonan sus pocos defensores,  muchos  enchufados al poder,  exprimiendo lo que queda de nuestras riquezas mineras, entregadas a trasnacionales  extranjeras. Un socialismo que empeore lo que antes existía no puede llamarse jamás una revolución socialista del siglo XXI. Lo triste de todo este asunto es que más temprano que tarde debemos comenzar de nuevo,  y todos estos años habrá que echarlo en el basurero de la historia, pero eso sí, cobrándole con la justicia a sus responsables que destruyeron este país. Los que hallan muertos entonces será la justicia divina. Por lo pronto la mayor tarea trascendente es salir de este gobierno por los mecanismos legales establecidos,  con la mayor paciencia, firmeza y claridad posible.

Finalmente quiero agregar que la reflexión de José Ignacio Cabrujas se puede parafrasear con la realidad que tenemos en Venezuela, y que desafortunadamente  este reconocido dramaturgo no pudo  llegar a escribirla por su desaparición física el 21 de Octubre de 1995 en Porlamar, cuando no había ni siquiera comenzado  esta locura que arrancó desde el nuevo siglo XXI. Ahora yo la parafraseo así: Nosotros, los dolientes de esta tragedia nacional, asistiremos muy pronto a sus honras fúnebres y no culparemos al viejito Marx, a Lenin, Mao, ni siquiera al librito comunista de esta impudicia criminal y abyecta que ha caído sobre Venezuela, culparemos a Hugo Chávez, Nicolás Maduro y a todos aquellos responsables de esta nefasta historia que empezó a escribirse hace diecisiete años.