NAUFRAGIO EN ALTA MAR
“Huían de un país que
los ahogaba, donde los niños le dicen a los padres que tienen ganas de irse
porque están flaquitos. Huían de un país que la política ha convertido en un
peñero a la deriva y a un punto de estallar contra la primera roca que lo hiera.
Huían de un país donde no hubo lugar para vivir con la dignidad que alguien le
prometió y ahora son alimentos de los peces… A los náufragos de Güiria no los mato el mar.” Willy Mckey.
“El naufragio de Güiria
es el naufragio de nuestra Venezuela que lleva más de veinte años ahogándose en
el oprobio que mata sin piedad, arrebatando vidas y sueños. No es la diplomacia
indolente de Trinidad la responsable, aunque tiene su cuota en esta tragedia.
Los venezolanos que mueren en el mar son los mismos que mueren a diarios en sus
hogares con las neveras vacías de alimentos o en los hospitales sin medicinas y
sin atenciones” Jorge Carvajal.
“El padre Jesús
Villarroel, director diocesano de
Cáritas Carúpano Sucre, confirmó a Radio Fe y Alegría que eran 25 los
tripulantes en total que iban en el peñero, y que una de las víctimas tenía
tatuado en su cuerpo los nombres de sus padres, se trata de Gabriela Subero y deja huérfano a dos
niños pequeños. Para el religioso es una problemática que se agudiza en esta
zona de Güiria en donde prevalece altos índices de desnutrición, de pobreza, de
inseguridad, de precariedad, de pocas fuentes de empleo”. RADIO FE Y ALEGRIA. Noticias Venezuela.
“Diecinueve barcos/ de
formas humanas/ corazones latiendo/ sangre venezolana/ sueños libertarios/
escape del infierno/ turbulentas olas/ hundida esperanza/ dolor familiar/ las
preguntas arden/ mientras el tirano/ sonríe satisfecho/ de su obra criminal/
Llora VENEZUELA/ el dolor de Güiria/ las olas vienen/ las olas van/ Siento
deseos/ de matar… Poeta Venezolana Olga Díaz Díaz. Título: GÜIRIA
Yo me pregunto ¿Alguien sabe dónde queda Güiria? ¿Sabrá que es una pequeña población ubicada en
las márgenes de la Península de Paria en el extremo noreste de Venezuela?
Consultando a Wikipedia nos dice que es una ciudad de aproximadamente 40.000
habitantes, considerado un importante puerto sobre el océano atlántico y centro
económico de la Península de Paria, muy cercana a las zonas de explotación y
explotación de las áreas gasíferas del Golfo de Paria, donde numerosas empresas
estatales y privadas tienen proyectos en desarrollo. Güiria es la capital del
Municipio Valdes del Estado Sucre y fue fundada en 1767. Sabrán nuestros
lectores que también es conocida como TIERRA
DE GRACIA, identificada así por nuestros conquistadores y colonizadores en
el siglo XVI motivado a su belleza, a lo gentil de sus primeros pobladores. Los
guireños son gente alegre, les gusta las notas musicales del Steel Band, género
musical que aprendieron de su estrecha relación con Trinidad, igual con las
parrandas y fiestas navideñas. Viven de la pesca artesanal e industrial, de la
agricultura y posee una biodiversidad en
la vegetación y la fauna, de allí la presencia del Parque Nacional Península de
Paria.
Sin embargo, esa visión idílica que todavía registra las
páginas de Internet hoy no es real. Güiria y todo el Estado Sucre presenta un
panorama desolador. El desarrollo económico está paralizado, la empresa privada
quebrada, la agricultura en ruinas, la desocupación y el desempleo es
desesperante y la pobreza reina por doquier. Y no es el COVIT 19 el causante de las penas sino la bestial dictadura de
Nicolás Maduro y su equipo gobernante, desde las autoridades nacionales,
regionales hasta las municipales. La complicidad y la corrupción completan el
cuadro. El drama nacional se cuadruplica
en este pequeño Estado oriental. Los güireños de la era democrática tenían poco
pero no se acostaban sin comer, sus servicios y necesidades de vestir,
compartir sus fiestas, etc. las tenían cubiertas. Son pueblos modestos,
humildes, trabajadores y alegres, como es la vida en los pueblos venezolanos.
Su estrecho vínculo comercial con Trinidad y Tobago les proveía de recursos que
ellos no producían. Nunca, como ahora, fueron expulsados de territorios vecinos
porque estaban tranquilos en su terruño de origen. Ahora, hasta la posibilidad
de protestar está prohibida, como en todo el país. La llamada “revolución
socialista” tiene un olor nauseabundo, pestífero. Es un trago amargo
que tienen que soportar. Ya no les queda llanto.
Esas son las razones que los hacen huir de su pequeña tierra,
como en toda Venezuela, buscando un destino mejor, un lugar que les provea de
trabajo y sustento para la familia. A veces soportando explotación y esclavitud
por estar en negro, es decir sin papeles en regla. Es la incertidumbre como
destino pero con la esperanza que mañana llegará el pan.
Como aquel viejo dicho muy criollo que “el venezolano es del
tamaño del compromiso que se le presente”, 25
güireños escogieron el 06 de diciembre para zarpar en un peñero a las 8.30 de
la mañana. Quizás pensando, que el
reto valía la pena para ganarse un dinerito y no pasarla tan mal en diciembre. Era domingo y no presagiaba mal tiempo. Se
hicieron la señal de la cruz y se
encomendaron a Dios que los protegiera para llegar sano y salvo a Trinidad.
El bote estaba identificado por un letrero que decía “MI ESPERANZA”, que precisamente era la que ellos tenían. Los
tripulantes dejaban allí familia, hijos, amigos y toda su historia de vida, con
el deseo de regresar cuando la situación mejorara en Venezuela. Más no se supo
de ellos. Pasaban los días y todo indicaba que el viaje había sido un éxito,
hasta que el sábado 12 de diciembre las redes sociales informaban que “al menos 19 venezolanos migrantes, entre
ellos dos niños, murieron ahogados mientras intentaban viajar en un bote hasta
Trinidad y Tobago en busca de un mejor futuro”. Los cadáveres fueron
recogidos por guardacostas que se encontraban a siete millas náuticas de la Península
de Paria. Lo que ya está confirmado es que lograron llegar a la isla de Trinidad y Tobago
y al ser rechazados y expulsados por las autoridades
militares trinitarias tuvieron que regresarse y cuando apenas estaban a mitad
de camino de regreso se quedaron sin gasolina y el bote quedo a la deriva, lo
cual en un mar encrespado hizo zozobrar
la débil embarcación. Había antecedentes,
el pasado 22 de noviembre de 2020 El Gobierno
Trinitario deportó 16 menores y 9 adultos, que a consecuencia del reclamo de
una fiscal tuvieron que regresarlos por el amparo de los Derechos Humanos y los
Convenios Internacionales.
Esta situación de migrantes hacia la Isla no es nueva, sobre
todo en este proceso de diáspora que se da en todo el territorio venezolano, el
problema es el peligro por las frágiles embarcaciones y los obstáculos de la mar
por las condiciones del tiempo, que son muy cambiantes. Entre abril y mayo de
2019 desaparecieron más de 60 personas en tres embarcaciones que viajaban hacia
Trinidad y Tobago (dos botes partieron de Güiria y uno de Falcón). A un año y
siete meses los familiares desconocen donde están sus seres queridos. Lo
asombroso de todo esto es que huyen a una Isla que tiene sus problemas económicos,
agudizados por la pandemia, pero que el dinero que logran ganar vale mucho más
que en Venezuela.
Hoy queda como pantomima, como paradoja absurda, como mueca del destino el nombre de Tierra de Gracia. Convertida en Tierra de Desgracia por sus malos hijos, victimarios, delincuentes que enterraron la democracia, el progreso y la modernidad so pena del sufrimiento y la muerte de sus habitantes. Para la tiranía madurista le interesa ahora culpar a los medios de comunicación, a la oposición y a los Estados Unidos, además de inculpar a un venezolano en la persona que les alquilo el peñero o embarcación como para tratar de identificarse con los deudos, pero nada dice de los motivos que los impulso a correr el peligro. Hipócritas y fariseos que pretenden, hasta en eso, emular al régimen castrista con los balseros cubanos. Además qué están en contubernio con los gobernantes de la Isla de Trinidad y Tobago. NINGUN REGIMEN FASCISTA LO HACE como la dictadura cubana e iraní.
Escribe el periodista
venezolano Román Losinky lo siguiente: “Cuando hace 22 años se hablaba de “el mar de la felicidad” y se ponía como ejemplo la salida en balsas
desde Cuba a Miami buscando una mejor vida, el país todo decía: “no vale, eso aquí
no va a pasar nunca” Y pasa. Y miren que pasa. Se compara esta situación con
Siria, teniendo orígenes muy distintos los problemas, y destinos distintos las
almas”.
Ya para este martes 16 de diciembre de 2020 se han logrado
identificar 19 cadáveres de 21. Ellos son: Giomarys
Jaime (18), Angel Subero (30), Yunior Salaverria (18), Pedro Aguilera (23), Fiannelys Moreno (34), Dariangelys Martinez Rausseo (2), Dulce Pérez (22), Juana Caraballo (67), Roxy
Rigaud (19), Analize Martínez (6), Ines Subero (34), Raudelys
Salazar (23), Gabriela Subero
(33), Dylan Astudillo (3), Claudis Esteban (21), Josaidis Díaz Acosta (26), Edwin Patines (8), Santos Sucre (38), José Natera (33). Falta por identificar dos cadáveres. Sin comentarios, solo señalar, la gran mayoría
jóvenes y tres niños, todos sometidos a ese infierno en alta mar.
El periodista y escritor Willy
Mckey escribe una larga crónica titulada: A LOS NAUFRAGOS DE GUIRIA NO LOS MATO EL MAR, de cual extraigo el
siguiente texto:
A los náufragos de Güiria
no los mató el mar. Se lanzaron al agua buscando tan solo su derecho a una vida
normal, atando esa misma vida a un hilo que ahora tiene que dolernos porque nos
está apretando en la garganta, en el pecho, en las manos. En la culpa
En una geografía de
aguas inversas a la cubana, tenemos muertos que desde tierra firme intentaron
alcanzar la isla que les quedaba más cerca, sin importar el problema del idioma
y del desprecio, si aquello significaba poder comer y vivir honestamente del
trabajo. Y el gobierno de esa isla, con una crueldad que no podemos permitirnos
olvidar, los devuelve al agua como quien se quita de encima un problema ajeno,
convirtiendo la política exterior la política exterior en una de esas planchas
que en los barcos piratas equivalían a la pena de muerte. A los náufragos de
Güiria no los mato el mar.
Es una afirmación que
debemos repetirnos como una oración, como un mantra, como un rito sonoro que
nos ayude a soportar la pena de ver los cuerpos secándose a la intemperie, el
día en que la Península de Paria se pescó la muerte de tantos.
Una Península. Viene a
la memoria, de manera automática, la definición en tono escolar, con olor a
tiza: una península es una porción de tierra rodeada de agua por todas partes,
excepto de una que la une al continente. Virgilio Piñera, poeta cubano, alguna
vez se atrevió a definir las angustias de una isla como <<la maldita
circunstancias del agua por todas partes>>. Hoy, después de los náufragos
de Güiria, somos menos que ese verso de Piñera. Somos una península a la que
llegan nuestros muertos flotando y comidos por los peces. ¿Cuál es el brazo de
tierra que nos mantiene pegados al Continente, a esos que nos contiene?
¿Cómo se pide en una
mesa de redacción cualquiera que se midan porcentajes de abstención o
participaciones populares después de que estos muertos flotan a nosotros? ¿Cuál
es la noticia que puede jerarquizarse por encima de este horror sin desenlace? ¿Qué estamos muertos?
A los náufragos de Güiria no los mató el mar.
BASTA DE INDIFERENCIA
DE VENEZOLANOS ADENTRO Y AFUERA. ESTAS NAVIDADES TENDRAN UN SABOR AMARGO.