EL TUNEL DE ERNESTO SABATO REVISITADO
“… en todo caso había
un solo túnel oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi
juventud, toda mi vida. Y en uno de esos trozos transparentes del muro de
piedra yo había creído ingenuamente que venía por otro túnel paralelo al mío,
cuando en realidad pertenecía al ancho mundo sin límites de los que no viven en
túneles;…” EL TUNEL. Ernesto Sábato.
1948.
“…más allá del mundo especializado de la crítica, sus obras
siguen interpelando vivamente a lectores que vuelven a deslumbrarse con su
radicalidad existencial y la lucidez con que aborda y revela los conflictos más
oscuros.” Diario El Clarín. 30 de abril de 2021. Escritora Argentina María Rosa
Lojo.
“EL TUNEL fue la única novela que quise
publicar, y para lograrlo debí sufrir amargas humillaciones. Cuanto le debo a
aquel escritor francés, Albert Camus,
que animó a la editorial Gallimard a que la publicara en Francia y con quien
compartiría inquietudes metafísicas y éticas” Ernesto Sábato.
“En la sociedad argentina
estamos registrando un feminicidio cada 23 horas y esto nos interpela
como sociedad” Ada Rico. Socióloga. Casa
de la Mujer. Febrero. 2021
Una buena novela debe
estar escrita en claves que le permitan la universalización del discurso
literario, la postura filosófica humanística los conflictos enigmáticos que atraparan al
lector. En esta relectura he descubierto esas claves, más aún incorporo nuevas
situaciones que dejan muchas preguntas y que lamentablemente no pueden ser
respondidas por el autor, porque
falleció hace diez años, sin embargo están abiertas a los estudiosos de su obra.
Por ejemplo siendo la primera novela de Sábato, habla de un personaje
imaginario llamado Juan Pablo Castel,
que muy bien pudiese ser alguno de los
tantos femicidas que en la Argentina actual se encuentran por doquier,
unos presos aceptando su culpabilidad, otros se suicidaron, otros huyen de
manera cobarde. ¿Qué es lo que lleva a tantos números de asesinatos? ¿Es un
asunto mundial o se puede focalizar en la región de acuerdo a las estadísticas?; ¿Es posible que todos los hombres llevemos un
femicida por dentro y que siempre lo vivimos atajando para no llegar a un acto
de locura que luego tendríamos que arrepentirnos?; ¿Cómo enfrentar este
problema desquiciante de la sociedad posmoderna actual cuando el ingrediente de las redes sociales,
si bien coadyuvan en la comunicación, también sus banalidades no ayudan a profundizar en las distorsiones del
comportamiento humano?; ¿Porque la sexualidad genital sigue siendo el caldo de
cultivo de jóvenes y adultos que conlleva a cometer actos criminales?; ¿Por qué
las apariencias físicas siguen suplantado al ser?; ¿Por qué las conjeturas
superficiales llevan a situaciones instantáneas para cometer actos suicidas? Estas temáticas son dignas de ser analizadas
en foros e investigaciones más
profundas.
Lo que sí parece cierto es que en los jóvenes de hoy, potencialmente femicidas, la obsesión
machista por la mujer, el sentido de posesión racionalizada y ausente el
sentimiento de amor, la visión del desamparo y la futura soledad calculada, la
aridez cultural, contribuye a una
actuación desequilibrada y el carácter impulsivo, cegado de odio por sentirse
impotente. Lo otro, que hoy sucede, es que ese potencial femicida, ignora que la mujer ha venido
ganando espacios de independencia, ya no
le tiene miedo a su pareja y no vacila en dejarlo en cualquier momento porque
sienta que la relación personal esta gastada. De tal manera que la realidad ha
superado a la ficción de la novela EL
TUNEL. Sin embargo, no olvidemos que esta breve novela fue escrita en 1948
y ha resistido casi siete décadas en seguirse publicando y siendo objetos de
análisis. Como señala un reportaje en el Diario
Clarín con motivo de cumplirse diez años de su muerte: “En muchos colegios secundarios del país se
lee a Sábato, sobre todo El Túnel,
esa aguda novela psicológica, llena de ironía, pero también de pesimismo. Un
profesor de quinto año que da clase en una Institución de Caballito, relata que
entre los alumnos El Túnel es su obra preferida”. Clarín. 30 de abril de 2021. Verónica Abdala.
La novela nos presenta a un antihéroe que narra su tragedia
de vida, su subjetividad especulativa y oscura que lo conduce al asesinato de María Iribarne, una mujer sensible,
comprensiva, voluble y dispuesta a compartir el drama de los demás sin
involucrarse en relaciones convencionales, lo que hace al personaje ser muy
libre y enigmática. En cambio el antihéroe de Sábato, Juan Pablo Castell, es un personaje oscuro, nihilista, atormentado,
pesimista, misógino, misántropo y
solitario. Castel no se hace
responsable de su propia salvación porque deposita en los otros la posibilidad
de trascender su angustia existencial. De tal manera que su vida es un infierno
y los muros son cada vez más herméticos, como termina la novela. La maestría de
Ernesto Sábato en la construcción de este personaje es que el escritor no se
involucra, es la tinta que deja correr en un
personaje que deshilacha su historia atroz, no hay sentimientos ni amor
sino la frialdad de la razón y el cálculo. Juan
Pablo Castel no puede comprender porque el ciego lo califica de Insensato y
en la prisión señala: “… he intentado
razonar la última palabra del ciego insensato. Un cansancio muy grande, o
quizás oscuro instinto me lo impide reiteradamente. Algún día tal vez logre
hacerlo y entonces analizaré también los motivos que pudo haber tenido Allende
para suicidarse”.
Este interesante personaje que construye Sábato no tiene
temor en expresar su verdad, si bien misántropo, ver en él los defectos, pero a su vez verlo en los
demás, cuando señala que “la humanidad me
pareció siempre detestable” por ver en el rostro de los demás la codicia,
la envidia, la petulancia, la grosería, la avidez, y en general, todo ese
conjunto de atributos que forman la condición humana”. Estos rasgos existencialistas
y absurdos van a estar presente en la
narración. Otro factor importante de la novela es la comunicación parca,
rígida, paralela, como una necesidad de no encontrarse jamás en los diálogos
racionales que se establecen. Dicha novela está en la misma línea psicológica
de grandes escritores que hicieron del comportamiento humano contemporáneo su centro de estudio, casos de Frank Kafka,
Albert Camus, Thomas Mann, Vladimir
Nabokov entre otros. Y más atrás William Shakespeare, Fiódor Dostoievski, Ernest
Hemingway, y tantos otros.
EL TUNEL es la primera novela de Sábato,
escrita cuando tenía 37 años, ya se había separado de la física y las
matemáticas y empezaba sus contactos en Paris con los surrealistas. Es la
novela más popular de su trilogía, la más editada, la más vendida. Sin embargo,
revisando algunas críticas a propósito de los diez años de su fallecimiento, se
observa un reconocimiento a medias. Por ejemplo el crítico Flavio Lo Presti, en la prestigiosa Revista de Cultura Ñ de Argentina ha escrito sobre El
Túnel y Sobre Héroes y Tumbas,
lo siguiente: “Las dos novelas logran que las acciones que se cuentan ingresen en una
dimensión cósmica que nos interpela incluso a pesar de estos <<defectos
literarios>> como la cursilería de algunos personajes, el uso de
clichés nihilistas, la insistente misoginia, descripciones ridículas y torpezas
narrativas”. Es decir le da poco
valor literario, aunque reconoce el tratamiento del tema. Otros le dan un valor
psicológico y sociológico, motivado al comportamiento humano de lo que llevamos
por dentro. Bastará por saber que nos depara este siglo posmoderno donde el
pragmatismo y el racionalismo de vida están desplazando todo esa “cursilería”
que inauguro Romeo y Julieta, Ana Karenina, Lo que el viento se llevó,
Mujercita y un largo etcétera.
El TUNEL, no es una novela recreativa, complaciente. Desde el inicio de la novela, su desarrollo y su última página sin final, deja un sabor amargo de encuentros y desencuentros humanos que interpela al lector. Temática que sigue dando que hacer en la vida urbana, en los valores y antivalores de los afectos amorosos, tanto de los adolescentes como de la vida adulta. Incluso su brevedad, apenas 135 paginas, es completa en descripciones, diálogos parcos, sin muchos rodeos, etc. para dejar abierta su interpretación y su vigencia por cambio de épocas. Al final el crítico Flavio Lo Presti se pregunta: “A setenta y más años de su primera publicación, “¿de qué libros argentinos podemos decir lo mismo?”
Ernesto Sábato de despide de la existencia física en un libro, considerado su testamento, con
estas palabras: “Solo quienes sean capaces de encarnar la utopía serán aptos para el
combate decisivo, el de recuperar cuanto de humanidad hayamos perdido” *. Sabemos
que su profusa obra estará presente en
el devenir de este siglo.
*Antes del fin.
Memorias. Seix Barral Editores. Buenos Aires. 1999. Novena edición.