¿COMO QUIERES QUE TE RECUERDEN? A
ROSALIA CABRERA EN SU MEMORIA
Gracias por todo lo que aprendí de ti/ Gracias por ser la
hermana mayor y por tantos pasajes bonitos de unión familiar/ Gracias por ese
fraterno compartir de tu mesa en un sinnúmero de oportunidades/ Gracias por
tantas enseñanzas en política desde una filosofía democrática/ Gracias por tus
consejos a tiempo siendo yo el hermano menor/ Gracias por conocer a través de
ti la poética de Andrés Eloy Blanco/ Gracias por los hijos que distes:
Patricia, Luija, Manuel Vicente y Pily/ Gracias por ser una mujer de servicio/
Gracias por tanto. Angel Gustavo Cabrera. 25/06/2021.
Cuenta ROSALIA que
estando muy joven se inscribió en el
Partido Comunista de Venezuela y pertenecía a una célula. Era la época en que
Fidel bajo de las montañas en Cuba e incluso vino a Venezuela. Resulta que un
domingo un camarada la vio saliendo de
la Iglesia o Catedral de La Victoria y la llamó a la plaza Ribas que está
ubicada al frente y le incriminó el ser cristiana diciéndole: Camarada Rosalía,
Ud. no sabe que los comunistas no creemos en religión ni en nada de esos ritos
eclesiásticos, la religión es el opio de los pueblos como lo señaló Carlos
Marx”. Entonces ella se enfadó muchísimo y le dijo: Bueno si es así, hasta hoy
soy comunista. Tu ni nadie me va a quitar que yo crea en Dios, que vaya a la
Iglesia y que sea cristiana. Informe al Partido que renuncio, y lo dejo con la
palabra en la boca.
En una oportunidad sentados en un cálido lugar de su casa, en las tantas conversaciones sostenidas en su casa, degustando un café o después de haber almorzado un rico plato de los que les encantaba preparar y compartir, le pregunte a Vidalina, (como la llamábamos en casa) ¿has pensado alguna ve cómo quieres que te recuerden? Y ella con sus rasgos característicos me respondió palabras más, palabras menos: “Chico, yo no me preocupo por eso, me preocupo por lo que soy en vida. Lo que se, es que después que el cuerpo se muere no le pueden quitar lo bailao, como decía Cristo “SOY EL QUE SOY”.
ROSALIA CABRERA se nos va el 1ero de julio de 2021 a
la 1 pm. Y quienes tuvimos el gusto de conocerla podemos coincidir en
características innatas de su personalidad: Amable, hospitalaria, solidaria,
con una reciedumbre de la vida que le tocó llevar, lectora, madre, conversadora
de múltiples temas de la historia universal y de Venezuela, del devenir
político venezolano, de pensamiento democrático, no solo por la formación
universitaria en Derecho, sino porque
siempre hacia énfasis en los cursos de formación socio-política del Instituto
de Formación Democrática en la ciudad de Caracas. Fueron muchas las horas de
conversa en aquel cómodo sofá azul marino o en el pasillo central en una silla
de extensión. Claro está que no siempre coincidíamos, a veces era irreductible en
sus puntos de vista y yo en los mío, tanto que nos parábamos molestos del lugar
y cuando volvíamos ni siquiera nos acordábamos de esa discusión o simplemente
la ignorábamos. Pero en mi caso siempre me quedaba la reflexión alojada en mi
mente.
Una vez, me recuerdo como si fuera ayer, desde mi formación izquierdista, le comenté sobre una noticia aparecida en el Semanario QUINTO DIA, que dirigía el periodista
Carlos Croes, sobre la situación penitenciaria en la capital de Brasil en la
que los lideres presos estaban amenazando con promover una revuelta social
desde la cárcel y levantar al pueblo contra el gobierno. Entonces yo le dije: “¿Oye
Vidalina que tal si esos presos dan un golpe de estado y gobiernan ellos,
pueden hacerlo mejor para los pobres?”. Entonces ella repico: “¿Pero
tú estás hablando en serio o estás echando vaina? Y yo convencido con
lo que había dicho le dije: “Claro Vidalina, hasta cuando los ricos y
los corruptos van a gobernar, muchos de esos presos son gente humilde que lo
pueden hacer mejor”. Entonces pareciera que un volcán había estallado,
se paró de la mesa y me dijo: “Definitivamente tú lo que eres un enfermo con
esas ideas comunistas, como es eso que los delincuentes van a gobernar, y donde
queda el estado de derecho, las leyes y la justicia, todo eso hay que echarlos,
según tú, en el pote de la basura, tú lo que eres un resentido social”. Indignada, se paró de la silla y se fue hacia
su cuarto, dejándome con la palabra en la boca.
ROSALIA CABRERA, no fue una mujer convencional, tenía su carácter recio pero eso no le quitaba el trato amable. Se fajaba, como las buenas en sus convicciones democráticas y las defendía a capa y espada. Nunca se ufanó de su condición de abogado para sobreponerse por encima de los demás, su trato siempre fue de igual a igual, desarrollando un espíritu de compasión por las necesidades de los demás, y sobre todo del desvalido. De ella aprendí muchísimo, tanto que en mis lecturas políticas siempre me llegaba el recuerdo de puntos de vista compartidos con ella. Más para mí, que venía de una formación política ideológica de tendencia marxista-leninista. De ella aprendí el valor de la democracia, sus representantes antiguos y contemporáneos, desde Aristóteles hasta Jorge Washington, el papel histórico de la Revolución Francesa en la cultura occidental de los pueblos latinoamericanos. Admiraba la Constitución de los Estados Unidos, tanto por su vigencia desde 1787, hasta su sistema de gobierno democrático con las garantías a los derechos y libertades del pueblo estadounidense. Esto a su vez le servía de crítica al sistema político venezolano que desde 1830 ha tenido varias constituciones, reformas y enmiendas producto de las dictaduras y el militarismo caudillista, del cual era su enemiga, igual que los golpes de estado contra la Republica. No se equivocó de su rechazo a Hugo Chávez Frías desde que dio el golpe de estado y las consecuencias que padecemos los venezolanos. Su pensamiento democrático lo asocio al Partido Socialcristiano COPEI en la que militó durante algunos años destacándose en la materia electoral y la asesoría jurídica en el parlamento aragüeño con el diputado Luis Rosendo Paradisi. No fue una devota religiosa pero su convicción cristiana era firme y siempre fue consecuente con lo que predicaba, cuestión no fácil de lograr en estos tiempos de tanta doble moral. Fue una lectora empedernida, siempre le escuche decir que “era una viajera de sillón y que conocía la cultura de muchas naciones desde su casa”.
ROSALIA CABRERA era una mujer de armas tomar, no se
detenía frente a las circunstancias, que la vivió en la crianza de sus hijos.
Tuvo momentos de pobreza y también momentos de abundancia. La conocí siempre
incólume. Y una característica era su orgullo de no bajarle la cabeza a nadie,
decía que los tiempos de la esclavitud y la servidumbre habían pasado. Soportó
como ninguna estos años difíciles llenos
de carestía y necesidades elementales, pero siempre incólume. Tres de sus hijos
establecidos fuera del país en diferentes épocas y aunque la ayudaron
económicamente, ella se dedicó por entero a su ultima hija con problemas de
demencia. Ese cuerpo, de esa mujer batalladora, se fue enfermando, la pandemia
y las restricciones impuestas la encerraron más soportando el estrés casi a
diario de la falta de electricidad y hasta la falta de café o azúcar la
agobiaban. Así que se quedó sola con su hija y la muerte de nuestra madre el
pasado 11 de junio la termino de tumbar,
hasta que definitivamente cayó en cama desde el 19 de junio y expira el
jueves 1 de julio de 2021, a la 1 pm.
Siempre me ha preocupado el sentido de la vida, que dejamos
en el tiempo que nos toque vivir, cual es nuestra misión en la tierra y si debe
tener una trascendencia. ROSALIA CABRERA
le dio sentido a la vida, se lleva un aurea blanca y brillante e hizo camino al
andar. Tiempos difíciles de una infancia despegada de su madre por motivos
económicos, tiempos de juventud y trabajo, tiempos de ver a sus hijos crecer
con orgullo, tiempos de alegría en el compartir desde su amplia casa como su
corazón, tiempos de elevar el pensamiento y las ideas en la praxis política,
tiempos de un cambio anhelado para Venezuela que no llegó. He allí una
venezolana ejemplar. No le hizo mal a nadie. En estos tiempos eso tiene un gran
valor que no debe perderse en las pequeñas y grandes historias de los
venezolanos.
Quiero cerrar esta crónica y semblanzas de ROSALIA CABRERA con un texto que le llegó a mi esposa Belén
del Carmen por Facebook de una profesora que tuvo casada con uno de
sus hijos y guarda este hermoso recuerdo de vida
“Hoy la abuela de Bahía, la mamá de Luis falleció. Cuando plantee
este toronjil que me había regalado mi
madre, en mi jardín, le dije a Bahía que fue su abuela Rosalía quien me enseño
esta planta cuando atendió en numerosas ocasiones, mis pequeñas dolencias
durante mis años venezolanos. Me recibió en su casa como si fuera su propia
hija. Con ella aprendí que se podía comer un festín con poco, aprendí sobre la vida
de una mujer que estudió derecho a los cuarenta años para mantener a sus hijos.
Aprendí a crecer, aprendí que una puerta siempre puede ser abierta a la
familia, que eso podía ser natural. Tuve tantos momentos extraordinarios y
ordinarios… Como durante esa semana en que compartí su cuarto con ella y
fumamos Belmont mientras veíamos telenovela. Su pequeño remanso de paz que
compartió conmigo. Estoy muy orgullosa que mi hija Bahía tenga su sangre de
guerrera fluyendo por sus venas. El toronjil del jardín siempre nos recordara su
presencia y las raíces que nos une”. Elize Champan. Montreal viernes 02 de julio de 2021.
Posdata: Descansará en paz su alma y su espíritu cuando se restituya la democracia
en Venezuela.