VENEZUELA Y LOS
VENEZOLANOS EN EL SIGLO XXI
AL PINTOR ZULIANO LUIS BERMUDES
“La concepción de “lo
venezolano” se articula así, desde los comienzos de sus procesos
socioculturales más representativos, en la dualidad, signada por el sentido de
la ambigüedad entre el espejismo (belleza, originalidad, grandeza) y la
contradicción (riqueza que mancha y salva a la vez: por lo que aporta, pero
igualmente por lo que posibilita en vicios). Así se escribe la
venezolanidad” Ensayo ESCRITURA
Y CULTURA DEL PESIMISMO. Thamara
Hannot. Revista SIC. No: 599. Noviembre 1997.
“Este pequeño país,
cuya historia llegó a alcanzar en cierto momento proporciones sublimes, se
encuentra en 1853 en pleno proceso de descomposición. Todo se empequeñece y
corrompe en él. Sus hijos parecen arrebatados por una locura suicida y los más
cuerdos de ellos, como el doctor José Vargas, prefieren ir a morir lejos de sus
costas”. GUZMAN
BLANCO Elipse de una ambición de poder. Ramón Díaz Sánchez. 3era edición. Caracas 1953. Pag 395. (Cualquier
comparación con la realidad es pura coincidencia)
“Lo que inicialmente
parecía ser un disparate historicista, se ha revelado como una estrategia
ideológica dirigida a despojarnos del
orgullo derivado del haber creado, como pueblo (…) el régimen socio-político liberal democrático, nuestra obra
fundamental del siglo XX”. En PROSPECTIVA.
Germán Carrera Damas. Alfa. 2018.
Tomado del Papel Literario de El Nacional. 18 de junio de 2023.
Un cuarto de siglo es más que suficiente para desentrañar la
naturaleza de este régimen. Ya no hay lugar para imposturas y disimulo, sencillamente porque el sistema democrático ha
venido siendo desmontado y solo quedan un chance de oro, como son las
elecciones presidenciales de 2024. La dictadura sabe que perdió la absoluta
popularidad en la población y busca las miles de artimañas, trampas y engaños
para ver de qué manera le escamotea los votos a la oposición democrática. Como
señala el historiador Germán Carrera
Damas: “Los venezolanos estamos padeciendo de una empresa de desorientación
de nuestra conciencia histórica que no
tiene precedente en cuanto a perversidad y malignidad”.
Y yo me pregunto ¿De dónde salieron esta minoría de venezolanos, entre gobernantes, administradores de justicia, burócratas y militares que siguen respaldando al régimen? ¿Qué defienden si ya no hay chavismo ni socialismo del siglo XXI? ¿Cómo puede estar su conciencia al saber que están entregando su país al eje del mal internacional antioccidental comandado por Rusia, China e Irán? ¿Con que cara ven a sus hijos, sabiendo que estos veinticinco años se han perdido generaciones enteras de venezolanos, arruinados, empobrecidos, asesinados, torturados y deambulando por las calles de países extranjeros en campamentos y refugios improvisados? ¿Será tan duro su corazón ante millones de venezolanos que ha emigrado para sobrevivir con sus hijos en otro lugar que no sea Venezuela, dejando familiares que no sabe si los volverán a ver? ¿Será que se creen el cuento de las sanciones cuando su corrupción denunciada por ellos supera los 3 mil millones de dólares? ¿Han pensado que van a hacer si este régimen es obligado internacionalmente a respetar la trasparencia electoral con sus resultados adversos, y no les queda más remedio que entregar el poder ante una perentoria negociación internacional? ¿Pensaran que están a tiempo de arrepentirse para no seguir causándole daño al país? O ¿tomaran el camino más cómodo de “como vaya viniendo vamos viendo y preparándose para lo peor? ¡¿Y qué significa lo peor?! ¿Respetar los resultados si llegamos hasta allá o arrebatar entre gallos y medianoche?. Veremos
Los venezolanos de
este siglo nos hemos venido acostumbrado a que todo puede pasar. Que más
asombro ante la diáspora y la tragedia para millones de expatriados en países
hermanos; nuestros niños, jóvenes y adultos que han perdido la vida en el río Bravo (entre México y Los Estados
Unidos), en la selva y Tapón del Darien,
ruta obligada terrestre entre Colombia y Panamá, en el territorio desolado del Desierto de Atacama para llegar a
Chile, etc. La violencia contra nuestros jóvenes con un elevado número de
asesinados en las protestas callejeras entre 2014 y 2019, las torturas
denunciadas, más de 250 presos políticos con procesos condenatorios suspendidos
a falta de pruebas, las acusaciones contra el régimen por crímenes de lesa humanidad en casos demostrados en el Tribunal Penal
Internacional y respaldado por la Comisión de Derechos Humanos de la ONU y
Organizaciones de Derechos humanos nacionales
e internacionales, los caso más emblemáticos de Oscar Pérez, Raúl Isaías Baduel, Fernando Albán, el Capitán de Fragata Rafael
Acosta Arévalo, el indígena Salvador Franco , y un largo etc. Los salarios
y pensiones de hambre, la dolarización y el falso eslogan “Venezuela se arregló”. Las incansables protestas de los maestros por mejoras salariales y el uso de su
único recurso como es la paralización de actividades escolares indefinida,
trabajando prácticamente dos días a la semana, llevando la educación pública a
un deterioro impresionante por la indiferencia del régimen , jamás visto,
echando por el suelo todo el avance que se había logrado bajo la democracia. Las colas interminables para echar
gasolina, ahora dolarizada, en un país donde su industria petrolera trabaja a
un cuarto de maquina por su ineficacia, la politización y la corrupción
interna. La destrucción ecológica en el llamado Arco Minero del Orinoco, ubicado entre Amazonas y el Estado
Bolívar, por la extracción de oro, diamantes, bauxita, coltán y aluminio con métodos agresivos y tóxicos a la
naturaleza. La presencia de funcionarios cubanos en la asesoría política, militar y de
inteligencia, pisoteando nuestra soberanía consagrada en nuestra Carta Magna. Un
país repartido entre fracciones de poder, y a cada cual le toca su tajada del
plato apetecible en que se ha convertido VENEZUELA,
como una vaca lechera, a cada grupo le corresponde una teta, la
cual debe exprimir para su propio peculio, no importando la ruina del animal,
vale decir la ruina de todos los venezolanos, de su economía, de sus
instituciones. A quien le importa que nuestra Justicia este corrompida,
dolarizada, que cualquier caso ante tribunales pase por el tamiz de las
comisiones dolarizadas, y ya es como normal.
La Venezuela del siglo pasado, en la que yo nací, crecí y
llegué a los setenta años (nací en 1954)
era el país que se estaba fraguando en la modernidad, en los valores
democráticos y ciudadanos de respeto, honestidad y solidaridad, enseñados desde
la familia y la escuela. Era la Venezuela del desarrollo de la pequeña, mediana
industria y de la gran industria, del empleo, del trabajo y de la educación
como fuente fundamental de progreso para la familia venezolana. Era la
Venezuela con sus clases sociales y desigualdades, pero el dinero tenía
poder adquisitivo. Era la Venezuela que
gozaba de alternabilidad democrática presidencial y parlamentaria, que llegó a elegir libremente a sus
gobernadores y alcaldes, a través de los partidos democráticos, tanto de la
derecha como de la izquierda. La Venezuela que sembró universidades por todos
lados y que dio sus frutos con aquella Fundación
Ayacucho donde miles de jóvenes universitarios se fueron a preparar al
extranjero. La Venezuela con su pujante cultura a todos los niveles y que nos
dio grandes creadores como José Ignacio Cabrujas, Jesús Soto, Cruz Diez, Abreu,
Salvador Garmendia, Juan Liscano, Pedro León Zapata, Miguel Otero Silva
(padre), Ludovico Silva, Juan Félix Sánchez, José Antonio Abreu, Rómulo
Gallegos, Eneas Perdomo, Juan de Los Santos Contreras (mejor conocido como El
Carrao de Palmarito y tantos otros que
se internalizaron en la idiosincrasia venezolana para darle luz y
contemporaneidad al siglo XX.
Claro que todo no fue positivo. Las elites políticas y
económicas crecieron bajo las sombras de la renta petrolera y en las postrimerías
del siglo pasado se fueros separando de las demandas sociales, se burocratizaron en
los cargos públicos, se corrompieron, no atendieron la necesidad de reformar el
Estado democrático, sus instituciones y
partidos políticos y terminaron perdiendo
el apoyo popular. El sociólogo Trino
Márquez lo dijo recientemente ante el periodista Napoleón Bravo: “La elite política venezolana no logró
entender la crisis política que había en 1989, los precios del crudo se habían
estancado en 6 dólares y no entendió lo importante que era la reforma del
Estado planteado por La COPRE (Comisión Presidencial para la Reforma del
Estado), entre ellas la reforma del Poder Judicial. No entendieron que las
decisiones fundamentales no podían ser tomadas por las cúpulas de AD y COPEI, que los empresarios tenían
que competir, que las universidades tenían que modernizarse, que los partidos
políticos tenían que renovarse. Todo eso fue rechazado por la elite venezolana.
Al final se impuso el mesianismo que
ofrecía esos cambios y terminó imponiendo
la dictadura más feroz que se conoce desde el siglo XX. En este momento la democracia en Venezuela
pertenece al pasado. Hoy, no hay medios de comunicación independientes, la dictadura
compra conciencia e interviene en los
partidos políticos a su antojo.” Para otros analistas lo que está pasando
en Venezuela tiene que ver con su larga historia política llena de traiciones,
acomodos burocráticos, saltos de talanquera, discursos demagógicos y
manipuladores. Se hace la ley, pero
impera su violación y la trampa. Para el analista político que tiene un
programa por las redes, Daniel Lara
Farías señala que “Todo esto tiene que ver con la taras o vicios que vienen desde la época colonial: “¿Qué
es el chavismo? (se pregunta y responde): La que le dio cabida a sus taras: la de ser rico es malo, creando
resentimiento; la viveza criolla del
ponme donde halla; no acepto la opinión disidente; si tengo poder atropello;
Licencia para matar; se crea la ley pero también la trampa, etc. Y señala como ejemplo al Conde del Guacharo y al gordo Juan Barreto, ex alcalde
chavista, por sus acomodos con el poder. Y termina con esta perla: El chavismo tomó lo peor de la sociedad y lo convirtió en un movimiento
político, en una organización delictiva y parte de la oposición falsaria y
prostibularia le sirvió para su dominación”.
Sin embargo tengo dos
interrogantes que resolver. La
primera ¿Es solo culpable la elite gobernante y sus acólitos?, y la segunda
duda ¿Podemos seguir usando los análisis
y enfoques clásicos y tradicionales sobre el venezolano con otros agregados que
corresponden a estos veinticinco años de dictadura marxistoide?
Con respeto a la primera interrogante considero que no, la condición venezolana la llevamos todos los
nacidos en esta patria y por tanto llevamos en los genes lo bueno y lo malo que
hemos sido, somos y seremos. Recuerdo que mi hermana Rosalía Cabrera me decía y me lo repetía casi como una letanía: Lo malo del chavismo es que sacó o se
alimentó de lo malo que tenemos por dentro. Somos chistosos, nos gusta el
chisme, refraneros, hacemos gala de la cultura oral, permisivos, transgresores
de las leyes, responsables e irresponsables, quedar bien, aparentar, estar a la
moda, impostores, a todo le buscamos un acomodo, personalidades maleables,
temperamentales, ingenuos, manipulamos y nos dejamos manipular, copiones, como
vaya viniendo vamos viendo, la política se la dejamos a los politicos, etc. Es posible que algunos de estos términos
no sea malo como tal, el problema es cuando lo contextualizamos en la vida
cotidiana y lo llevamos al plano político del chavismo-madurismo, como una
empresa, como un laboratorio que está en un proceso de deconstrucción que
sufrimos todos los venezolanos, tomándole la palabra al historiador Germán Carrera Damas cuando dice que “padecemos
de una empresa de desorientación de nuestra conciencia histórica que no tiene
precedente en cuanto a perversidad y malignidad”. De tal manera que si
esta empresa no es detenida por sus fuerzas democráticas, corremos el riegos de
llegar a tres décadas con esta misma forma de gobernar, empobreciendo aún más
a sus ciudadanos y legitimando una
manera de ser donde no hay derecho a la crítica, la disidencia como un
diferente excluido del rebaño, prohibido hablar de política, un ser mediocre
con miedo a opinar con voz propia, con la amenaza de meterte preso. Un pueblo
conforme a las dadivas traducidas en bonos, bolsas clap, donde ya no exista el
secreto del voto y sobre los opositores pese la espada de Damocles. En
conclusión un venezolano sumiso frente al poder constituido, sin alternabilidad
democrática.
Mientras eso acontece, los venezolanos de la diáspora sufren una “reconfiguración
étnica” según las investigaciones del Profesor, escritor e investigador Enrique Alí González Ordosgoitti:
“La reconfiguración étnica es la aniquilación del núcleo central de sentido
de una experiencia societal en los diversos niveles posibles de
condensación histórica, trátese de una etnia de jefatura, una etnia nacional o
una etnia civilizacional”. Más adelante agrega “La Venezuela existente hasta
1998 ha dejado de existir y el país ha entrado en un proceso de reconfiguración
étnica”. Enfatiza en su enjundiosa investigación, aparecida
recientemente en el Papel Literario de
El Nacional (21 de junio de 2023)
“que la
vuelta masiva a la patria no parece ser a corto plazo, por lo cual hay
que prepararse para una sedentarización
creciente en los países receptores,
además que sirven de apoyo a los venezolanos de adentro” (tipo Cuba). De
esta manera, como lo he venido observando, los venezolanos se van adaptando al
país receptor, básicamente buscando un empleo o sobreviviendo con las ayudas
del Estado foráneo y Organizaciones Internacionales de Derechos Humanos, se
establecen con su familia parental hasta donde sea posible, compartiendo sus
valores y cultura del país que los recibe. Lo grave es que se vuelven
indiferentes a lo que acontece en su
país natal y los hay quienes no desean regresar, así cambie el gobierno. La
única conexión es la familia de adentro, pero nada de preocupación por ser
agentes de cambio desde el país que los acoge, ni asumir compromisos políticos.
La segunda interrogante es si siguen siendo útiles los
análisis históricos para entender nuestra realidad actual. Por un lado sí,
porque es el estudio de nuestra partida de nacimiento y su devenir socio
histórico, cultural y político de personalidades que han dejado una honda
huella, me refiero a Rufino Blanco Fombona, Mariano Picón Salas, Cecilio
Acosta, Fermín Toro, Mario Briceño Iragorry, etc. hasta los más contemporáneos como Arturo Uslar
Pietri, Miguel Otero Silva, Rómulo Gallegos, José Ignacio Cabrujas, etc. No
obstante para este siglo XXI, estamos frente a una caja de sorpresas. Hay que
meterle el ojo a una nueva antropología conductual o como lo llama el autor
citado “reconfiguración étnica”. De triunfar el chavismo-madurismo a
base de trampas y subterfugios en las presidenciales de 2024 tendrán seis años
más en su modelo totalitarista y por ende tendrá su repercusión en la venezolanidad, en la
asimilación y acomodo a la dominación, división social más extrema e
incondicionalidad políticas con un proyecto de tendencia marxistoide, muy distinto a la republica liberal democrática, que es nuestra marca de origen
como muy bien lo apunta Carrera Damas. De
salir derrotados, aun, con un
acuerdo negociado, le corresponderá a la élite política democrática rearmar y/o edificar todo un proyecto de
recuperación democrática e institucional, sobre bases liberales más claras y
menos populistas.
Por lo pronto les dejo un pensamiento poético de Rafael Cadenas, muy dado a la coyuntura
histórica que estamos atravesando.
“Nuestra marca en este
caminar tropezando. Estamos hasta los huesos de tinieblas. La mugre nos sale
por la boca. El sucio de los sucios embarra nuestra verdad” Rafael Cadenas.