miércoles, 16 de noviembre de 2016

EL EFECTO TRUMP Y AMERICA LATINA. Por Angel Gustavo Cabrera

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“¿Por dónde saltará la liebre?”  Tomado del refranero popular
“Los Estado Unidos nacieron a partir de las trece colonias venidas del Reino de la Gran Bretaña para establecerse en América del Norte de una manera organizada y “democrática” (entre los blancos), a diferencias de las colonias ibéricas de América del Sur, cuyo desorden estuvo siempre aparejado a la intriga, y a una rapiña muy precariamente controlada  por los reyes católicos.”  Alfredo Mendoza. Tomado del libro  Cuestionamiento Indiano  al paradigma de La Bastille”

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“América para los Americanos.” Doctrina del presidente James Monroe.
“La globalización es el estadio actual de la mundialización. Empieza en el año 1989, tras el hundimiento de las llamadas <<economías socialistas>>. Es fruto de la conjunción entre un bucle retroactivo del auge desenfrenado del capitalismo (que, bajo la égida del neoliberalismo, invade los cinco continentes) y el auge de una red de telecomunicaciones instantáneas (Fax, celular, Internet). Esta conjunción hace posible la unificación tecno económica del planeta”  Edgar Morín. Tomado del libro  La Vía.
“Debemos emprender, ya  y resueltamente, todas las vías reformadoras para preparar el advenimiento de la Vía, que impedirá que la humanidad sea esclavizada o destruida por la hipertrofia de los poderes que ella misma halla engendrado y no sea ya capaz de controlar.”  Edgar Morín.
“Con el triunfo de Trump, los logros democráticos de los EEUU del pasado han tocado fondo. Colocar a un autoritario afin al Ku Ku Klan como Presidente de la nación refleja la prevalencia de antivalores en una sociedad que se presume democrática”  José Rafael Lopéz Padrino.

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Cuando era muy pequeño me leía las historietas o suplementos de Superman, Tarzan, Periquita, La pequeña Lulu, y había uno muy especial titulada El Pato Donald, donde aparecía un personaje llamado Rico Mc Pato, de característica huraña, egoísta, avaro,  poseedor de una riqueza incalculable,  ilustrada con montañas de dinero, oro y no podía faltar el emblema que identifica el dólar. El pato Donald era el pariente pobre, el cual recibía ayuda filantrópica de Rico Mc Pato. Pues bien, en pleno siglo XXI tenemos como presidente de los Estados Unidos a un Rico Mc Pato. Un magnate súper millonario con empresas por todo el mundo, un ególatra, del cual su nombre Trump aparece destacado en productos comerciales y bienes inmobiliarios de altísimo lujo y sin carrera política acreditada. Un magno representante del poder imperial  capitalista, nada que ver con aquellos empresarios con capacidades altruistas y magnánimas del siglo XXI que llegaron a ser los primeros en hablar de socialismo y de una sociedad  distinta a la condición explotadora del capitalismo.
Donald Trump es un empresario  pragmático que ha hecho su fortuna a expensas de las leyes capitalista que funciona en su país, de la explotación de sus trabajadores  y de las desigualdades en el mercado capitalista donde el más lúcido domina al más lerdo o el más poderoso al más débil. Trum, como dice un refrán, no tiene un pelo de tonto, sabe lo que quiere y hacia dónde se dirige. Será el representante directo de ese poder imperial en pleno siglo XXI, del  cual ha dicho en sus discursos que reivindicará el “sueño americano”  Make América Greant Again, que significa hacer de Estados Unidos grande de nuevo. Su discurso es muy categórico: Políticas proteccionistas para la economía norteamericana controlando las importaciones y la fuga de divisas; Responsabiliza a los inmigrantes, en especial a los latinos calificándolos de  criminales, violadores, ladrones y traficantes de drogas, por lo cual señala que serán expulsados del país; Desconocer  y rescindir los acuerdos con Cuba. Triunfo el  conservadurismo racista y discriminatorio. La pregunta que todos se hacen, una vez instalado en la Casa Blanca, ¿Le temblará el pulso para tomar las medidas que se derivan de su discurso político? O ¿Serán puras bravuconerías propias de una campaña electoral  y al final gobernará con sensatez, respeto y dialogo con la diversidad norteamericana. No lo podemos saber a ciencia cierta,  porque Donald Trump no es un estadista, ni un humanista, ni un personaje que se le conozca trayectoria política con una posición sólida. En la actualidad  hay un sinnúmero de situaciones problemáticas y altamente conflictivas que encarar y Los Estados Unidos se encuentran ante la emergencia de nuevas potencias y economías capitalistas con alto crecimiento, como lo es el caso de China, La India, países asiáticos y la recuperación de Rusia. Los graves problemas mundiales de crecimiento poblacional, las oleadas de inmigrantes, el hambre, la contaminación ambiental en su estado de alarma, los conflictos bélicos en el Oriente Medio, el  terrorismo talibán organizado del cual los mismos Estado Unidos han sufrido las consecuencias con el recuerdo de Las Torres Gemelas. Igualmente los graves problemas internos manifestados en alto número de desempleados, el consumo de  droga, los excesivos costo de la salud y los aumentos de la canasta básica, etc. No parece fácil el panorama para una potencia mundial. Moisés Naim afirma que “Las tareas colectivas como mantener la paz, impedir el terrorismo, responder a crisis económica que se mueven de país en país, combatir epidemias, detener el cambio climático, luchar contra el blanqueo de dinero y los criminales trasnacionales son bienes públicos globales. Son metas que en caso de lograrse benefician a toda la humanidad.”  Lo que sí está claro es que gobernará en el mismo esquema de dominación mundial que han empleados otros gobernantes, potenciando el mundo empresarial y los negocios que favorezcan la economía capitalista y  sus mercados.
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Trump capitalizó el descontento de amplios sectores de la clase trabajadora, el apoyo de sectores sociales blancos colonizadores e ignorantes, quienes angustiados por el nuevo panorama multirracial vieron el regreso de la Gran Potencia. El republicano obtuvo sus mayores sumas de votos entre los votantes blancos de baja educación y residenciados en zonas rurales o suburbanas. Además habría que agregar la poca participación electoral de las comunidades negras, lo cual incidió en el triunfo.
En el caso de América Latina  que se espera que el nuevo presidente haga en sus relaciones internacionales, tendrá que sopesar las reacciones de los líderes y presidentes del mundo y en especial del Continente Americano a la hora de tomar decisiones, porque hoy el planeta está interconectado y cualquier conflicto regional se calibra en esquemas globales. Por otra parte es claro que los pueblos de América Latina se están alejando de tendencias políticas afectas a Cuba y gobiernos autoritarios. El acuerdo de paz en Colombia, los gobiernos democráticos de Brasil, Chile, Argentina, México, Perú, etc.  buscan en consensos y acuerdos económicos que coadyuven a fortalecer las economías regionales. De tal manera que, a la hora de la verdad, esto es más importante que los malos manejos de situaciones que pudieran convertirse en  conflictos mayores. El caso particular de México y el muro que ofreció en la campaña para controlar y deportar inmigrantes, olvidando que esos inmigrantes son en su mayoría trabajadores que potencian la economía norteamericana. Además los Estados Unidos deberían tener un espíritu de  benevolencia con los mexicanos porque todo el territorio de La Florida fue expropiado por los otrora  gobierno yanqui. Al igual  que la rapiña histórica contra pueblos latinoamericanos. Esa historia no debe olvidarse jamás, refrendada en aquella sentencia de Simón Bolívar, cuando dijo: “Los Estados Unidos del Norte parecen destinados por la providencia a plagar de miseria y hambre a los pueblos de América en nombre de  la libertad.” No se equivocó, pese a que en este siglo XXI, con la caída del Berlín y el cese de la guerra fría las relaciones internacionales se dan en un clima de mayor respeto y autonomía entre los Estados Unidos y las naciones latinoamericanas.

Hay que estar pendiente en los próximos meses porque puede salirle el loco que lleva por dentro.