lunes, 30 de mayo de 2022

ROBB ELEMENTARY SCHOOL. WELCOME/BIENVENIDO

 



ROBB ELEMENTARY SCHOOL. WELCOME/BIENVENIDO

A  Carlos González y Patricia Tovar.  

A la memoria de los niños y niñas: Amerie Jo Garza, Xavier López, Uziyah García, José Flores Junior, Alexandria Leyit Rubio, Tess Marie Mata, Nevaell  Alissa Bravo, Anabell Guadalupe García, Jailah Nicole Silgueiro, Maranda Mathis, Jaice Carmelo Luevanos, Alithia Ramírez, Maite Yuleana Rodríguez, Ellie Lugo, Elvahana Cruz Torres, Makenna Lee Elrod, Nevaeh Bravo, Jacklin Jaylen Cázares, Eliana García, Uziyah García, Layla Salazar, Eliahana Cruz Torres.  Y sus maestros: Eva Mireles e Irma  García.



La Escuela Robb Elementary está ubicada en el Condado de Uvalde, Estado de Texas de Los Estados Unidos. Casi toda su población es de origen inmigrantes con predominio de latinos, aproximadamente 15.OOO pobladores. La Robb Elementary Scholl es una de cuatro escuelas primarias del Condado y de tradición educativa.

Keanna Baxter, de 17 años, reveló que “rechazó salir con él luego de enterarse de que Salvador Rolando Ramos había actuado violentamente con una amiga suya de la escuela secundaria de Uvalde. Era impredecible y violento cuando salía con su amiga, relató. “Como si se pusiera superviolento. Y cuando él perdía los estribos, ella literalmente temía por su vida. Le enviaba mensajes  realmente desagradables, donde pasaba de ser superdulce a gritarle y volver a ser superdulce”. Trataba de pelearse con las mujeres. Trataba de pelearse con cualquiera que le dijera que no: si no se salía con la suya, se volvía loco, era especialmente violento con la mujeres”. Tomado del Diario La Nación. 29 de mayo de 2022.

 


Cuando me enteré de esta infausta noticia, me causó un dolor profundo. Esos pequeños niños inocentes sometidos en un salón de clase ante un joven de 18 años, desquiciado, enloquecido, con la pérdida de su propia condición humana, con un profundo odio social descargado sobre dos maestro y diecinueve niños. Me causó estupor, desolación, porque los niños son el punto de partida más indefenso, más puro e ingenuo de la cadena humana. Igual dolor me causó  las colegas asesinadas, EVA E IRMA,  porque  me puse en su lugar y hubiera actuado igual, proteger a los pequeños y persuadir al asesino”, al final pudo más la ira incompresible y fuera de sí del agresor y ofrendaron su vida en protección de los pequeños. 

  



 No hay derecho a truncarle sus sueños y sano crecimiento a seres inocentes que están comenzados sus vidas. Y lo escribo desde mi condición de maestro de escuela, hoy jubilado, durante casi 30 años. Trabajar con niños de corta edad no fue fácil,  porque yo egresé del Instituto Pedagógico de Maracay con el título de Profesor en Ciencias Sociales para dar clases en la secundaria. De tal manera que realicé varios cursos para maestros de Escuela Básica, entre ellos lecto-escritura y dinámicas escolares para niños. Ese es otro mundo. Aprendí que más importantes es querer a los niños, abrazarlos sin distingo de color de piel y/o condición social. Tratarlos como su segundo padre, sin distanciamiento, entendiendo que el conocimiento académico de nada sirve sino se baja uno a sus intereses y necesidades. Aprendí que el amor y el cariño es reciproco con los pequeños, que no saben de odios y mucho menos de agresiones de esta naturaleza.



Como Padre mi corazón llora porque se lo que duele un hijo, y más cuando se pierde una vida de esa manera, causando una herida social, imposible de cerrar. Yo perdí un hijo a sus 18 años y el vacío queda, el recuerdo de un joven noble,  promesa y recién graduado de bachiller, antítesis de Salvador Rolando  Ramos.  Es duro seguir la vida de todos los días sin ese ser que te inspiraba. Al final uno se acostumbra, no queda de otra. Me pongo en el papel de estos padres frente a tanto individualismo, tanta indiferencia frente a un problema que se ha venido repitiendo en las últimas décadas y casi más seguido en escuelas y sitios públicos. Solo este año se han producido 27 tiroteos masivos en colegios e instituciones educativas con centenares de muertes violentas de niños y jóvenes. Y en el caso del Estado de Texas es más grave por la libertad comercial en la adquisición de armas de alto alcance. ¿Cómo es que la vida de las personas, de jóvenes y niños no está por encima de las armas?  Me pregunto una y mil veces.



Me pongo en los zapatos del joven Salvador Rolando, de apenas 18 años y por un momento me cuesta llamarlo “asesino”. No tiene antecedentes delincuencial. Ese joven no nació con ese instinto asesino. El caldo de cultivo para llegar a hacer lo que hizo tiene que ver con una sociedad enferma que no valora la vida en su justa dimensión y se han  tardado demasiado en resolver ese problema de las armas y los intríngulis de corrupción en los beneficios que presta sus ventas, como señala el periodista Fernando del Rincón de CNN, “es un asco y la política que lo tolera es asqueante”. Salvador Rolando  Ramos era un joven frustrado, rechazado, burlado por su tartamudeo en el hablar, con una familia disfuncional, drogadicta la madre, echado de la casa materna, ausente el padre, solitario. Al final refugiado en la casa de la abuela como un desecho humano. Además de ser un fracasado, desertor de esa misma escuela y calificado de mal talante por los jóvenes que lo conocieron. Al final la negación absoluta de la condición humana y por supuesto sin ningún aprecio por la vida, ni la de él ni la de los demás. Y con esas características como se le vendió un rifle AR-15 de alta potencia. Por lo visto no hay en ese pequeño Condado Instituciones sociales-educativas  de regeneración personal de adolescentes y jóvenes. Dejados a la buena de Dios, es un semillero para futuros delincuentes. Y sin analizar   el efecto banal-estúpido, alienante egocéntrico  de las redes sociales y sus video juegos violentos donde se le rinde culto a la muerte. No hay sociedad perfecta, hay mucho por hacer de gran utilidad para este planeta azul.   




Recuerdo que mi tesis de grado de posgrado fue “Atención orientadora a los niños en desventaja”. La misma planteaba un programa de entrevistas orientadoras con niños que fracasaban en la escuela, representado en: repitientes, asistencia inconstante, no hacían las tareas, los padres no asistían a las reuniones y citaciones, situaciones de agresividad en la escuela, etc. Siempre pensé que esto había que atacarlo a tiempo para no ganar un enemigo para el colegio al ser reprobado o finalmente expulsado. Ese trato personalizado con el niño, con sus compañeros de grado y con sus padres y parientes era vital para garantizar su crecimiento ciudadano sano. Al faltar esos elementos preventivos, quedan situaciones abiertas a otros desenlaces y el llamado libre albedrío es mala consejera. Como es el caso de este joven anodino, desorientado y los instintos violentos sin control, a punto de estallar. Imagínense que primero le disparo a la cabeza de su abuela y después se fue al colegio, que estaba en su mira obsesiva. El otro elemento irresponsable esta en los padres y demás familiares que permitieron que esto llegara hasta donde llegó. Lo dejaron en libertad de que hiciera lo que le diera la gana, sin impórtales los demás. Inclusive esa conducta agresiva tenía sus antecedentes, mucho antes de su mayoría de edad, entonces porque se le vendió armas sin unas referencias sustentadas. De tal manera que en una sociedad responsable los padres deberían ser juzgados por complicidad ante este potencial agresor y asesino. Igual los comerciantes que le vendieron el arma y hasta el negocio debería ser clausurado. Sé que esto atenta contra la Segunda Enmienda de la Constitución Norteamericana que plantea “el derecho del pueblo a poseer y portar amas”. Pero dicha enmienda, antiquísima por cierto, no puede estar por encima del sagrado derecho a la vida y las características personales y desenvolvimiento de quienes la adquieran. Si un país o una gran nación no tienen resuelto este tipo de situaciones graves que atentan contra la vida de sus ciudadanos, más bien aumenta el índice de criminalidad, no puede llamarse una gran nación por mucha riqueza que esta posea. Y este joven era un ex alumno de esa Institución, entonces uno se pregunta: ¿Qué había hecho por su recuperación? ¿Por el bulling que era objeto? ¿Por su condición de alumno irregular y que al final no se iba a graduar con sus compañeros? Son cuestiones que interpelan a las Instituciones educativas que deben cumplir ese papel, más allá de lo meramente académico-clásico, que hoy en día desplaza a los modelos tradicionales, aunque no por ello hay que prescindir de ellos.   



La modernidad ha hecho grandes aportes en materia educativa. Solo en el siglo XX tenemos grandes pedagogos y humanistas que le hicieron grandes contribuciones a la educación y a la formación ciudadana en valores y principios. Ovide Decroly, María Montessori, John Dewey, Celestín Freinet, Paulo Freire, Francesco Tonucci, Gianni Rodari,  Emilia Ferreiro, Ana María Kaufman, Ana Teberosky, Luis Beltrán Figueroa, Ramona Rivero, Margarita Pacheco, y un largo etcétera. El siglo XXI con inmensas innovaciones tecnológicas no debe prescindir de ese legado humanista y pedagógico. Más en el caso de los Estados Unidos que le rinde culto a la competencia, a los llamados cuadros de honor de los alumnos cuando todos los alumnos deberían ser importantes. Igual con el uso excesivo de las redes sociales y su carga negativa egocéntrica y fragmentaria.  El periodista Sergio Dahbar escribe una nota titulada “Solo el presente importa” a partir de una encuesta realizada en el año 1998 jóvenes norteamericanos que están a punto de ingresar a las universidades. “El objetivo que persigue es muy curioso: entender cuán rápido pierden vigencia los valores que provienen de la cultura y la vida cotidiana, a través de diferentes generaciones. Los resultados son asombrosos: Falta de curiosidad, ignorancia, escaza educación. Pero precisemos un poco las revelaciones de esta investigación: La mayoría de los estadounidenses que están por comenzar en la universidad creen que Beethoven es un perro y que Miguel Angel es un virus de computadora. No pueden escribir en cursiva y opinan que el e-mail es demasiado lento. Quienes se graduaran en 2014  no saben que existió un país llamado Checoslovaquia. Para ello Clint Eastwood es un creador sensible que odia la violencia (nada saben de su primeros pasos como Harry, el sucio). Los que nacieron en 1984 no conocen el dolor del apartheid sudafricano. Así como ignoran que IBM fue fabricantes de máquinas de escribir. Tampoco saben que Alemania estuvo dividida por el odio del muro. Los jóvenes nacidos en 1980 creen que hubo un solo Papa, Juan Pablo II, quien asumió  en 1978 y falleció en 2008. Para los de 1981, Yugoslavia nunca existió y no entienden por qué  aparece con mayúscula en nombre del sindicato Solidaridad, único independiente en Polonia y en el Bloque Soviético, y que acabo con el comunismo en ese país en forma pacífica, hacia 1989. Por último el lenguaje digital siempre ha formado parte de su ADN, aclaran los investigadores McBride y Nief. Estos adolescentes usan sus celulares como reloj y están acostumbrados a pasearse por 500 canales de televisión por cable, aunque solo vean unos pocos”. De tal manera que es justo ver que está pasando en esta sociedad con la  formación educativa en valores y principios morales, culturales y religiosos.



 


Para cerrar este análisis me llegó al celular un Tweet del famoso músico y cantante de salsa Willie Colón recogiendo las palabras textuales de un niño de seis años, que expresa por un video lo siguiente: “QUIERO SER UN ASESINO CUANDO SEA GRANDE PORQUE ME GUSTA MATAR…. Si esto no nos dice nada, y lo vemos desde la superficialidad, si esto es libertad, si esto no es una señal de alerta, como lo es todas las matanzas que han ocurrido, si esto no contradice el humanismo, si esto no habla de una sociedad enferma y decadente, entonces de que estamos hablando.