ROBB ELEMENTARY SCHOOL. WELCOME/BIENVENIDO
A Carlos González y
Patricia Tovar.
A la memoria de los
niños y niñas: Amerie Jo Garza, Xavier López, Uziyah
García, José Flores Junior, Alexandria Leyit Rubio, Tess Marie Mata,
Nevaell Alissa Bravo, Anabell Guadalupe
García, Jailah Nicole Silgueiro, Maranda Mathis, Jaice Carmelo Luevanos,
Alithia Ramírez, Maite Yuleana Rodríguez, Ellie Lugo, Elvahana Cruz Torres,
Makenna Lee Elrod, Nevaeh Bravo, Jacklin Jaylen Cázares, Eliana García, Uziyah
García, Layla Salazar, Eliahana Cruz Torres. Y sus
maestros: Eva Mireles e Irma García.
La Escuela Robb
Elementary está
ubicada en el Condado de Uvalde,
Estado de Texas de Los Estados Unidos. Casi toda su población es de origen
inmigrantes con predominio de latinos, aproximadamente 15.OOO pobladores. La Robb Elementary Scholl es una de
cuatro escuelas primarias del Condado y de tradición educativa.
Keanna Baxter, de 17 años, reveló que “rechazó
salir con él luego de enterarse de que Salvador
Rolando Ramos había actuado violentamente con una amiga suya de la escuela
secundaria de Uvalde. Era impredecible y violento cuando salía
con su amiga, relató. “Como si se pusiera superviolento. Y cuando él perdía
los estribos, ella literalmente temía por su vida. Le enviaba mensajes realmente
desagradables, donde pasaba de ser
superdulce a gritarle y volver a ser superdulce”. Trataba de pelearse con
las mujeres. Trataba de pelearse con cualquiera que le dijera que no: si no se salía con la suya, se volvía loco,
era especialmente violento con la mujeres”. Tomado del Diario La Nación. 29 de mayo de 2022.
Cuando me enteré de esta infausta noticia, me causó un dolor profundo. Esos pequeños niños inocentes sometidos en un salón de clase ante un joven de 18 años, desquiciado, enloquecido, con la pérdida de su propia condición humana, con un profundo odio social descargado sobre dos maestro y diecinueve niños. Me causó estupor, desolación, porque los niños son el punto de partida más indefenso, más puro e ingenuo de la cadena humana. Igual dolor me causó las colegas asesinadas, EVA E IRMA, porque me puse en su lugar y hubiera actuado igual, proteger a los pequeños y persuadir al asesino”, al final pudo más la ira incompresible y fuera de sí del agresor y ofrendaron su vida en protección de los pequeños.
No hay derecho a
truncarle sus sueños y sano crecimiento a seres inocentes que están comenzados
sus vidas. Y lo escribo desde mi condición de maestro de escuela, hoy jubilado,
durante casi 30 años. Trabajar con niños de corta edad no fue fácil, porque yo egresé del Instituto Pedagógico de Maracay con el título de Profesor en Ciencias Sociales para dar
clases en la secundaria. De tal manera que realicé varios cursos para maestros
de Escuela Básica, entre ellos lecto-escritura y dinámicas escolares para
niños. Ese es otro mundo. Aprendí que más importantes es querer a
los niños, abrazarlos sin distingo de color de piel y/o condición social.
Tratarlos como su segundo padre, sin distanciamiento, entendiendo que el
conocimiento académico de nada sirve sino se baja uno a sus intereses y
necesidades. Aprendí que el amor y
el cariño es reciproco con los pequeños, que no saben de odios y mucho menos de
agresiones de esta naturaleza.
Como Padre mi corazón
llora porque se lo que duele un hijo, y más cuando se pierde una vida de esa manera, causando una
herida social, imposible de cerrar. Yo perdí un hijo a sus 18 años y el vacío
queda, el recuerdo de un joven noble, promesa y recién graduado de bachiller, antítesis de Salvador Rolando Ramos.
Es duro seguir la vida de todos los días sin ese ser que te inspiraba.
Al final uno se acostumbra, no queda de otra. Me pongo en el papel de estos padres frente a tanto individualismo,
tanta indiferencia frente a un problema que se ha venido repitiendo en las
últimas décadas y casi más seguido en escuelas y sitios públicos. Solo este año
se han producido 27 tiroteos masivos en colegios e instituciones educativas con
centenares de muertes violentas de niños y jóvenes. Y en el caso del Estado de
Texas es más grave por la libertad comercial en la adquisición de armas de alto
alcance. ¿Cómo es que la vida de las
personas, de jóvenes y niños no está por encima de las armas? Me pregunto una y mil veces.
Me pongo en los zapatos
del joven Salvador Rolando, de apenas 18 años y por un momento me cuesta llamarlo “asesino”. No tiene antecedentes
delincuencial. Ese joven no nació con ese instinto asesino. El caldo de cultivo
para llegar a hacer lo que hizo tiene que ver con una sociedad enferma que no
valora la vida en su justa dimensión y se han
tardado demasiado en resolver ese problema de las armas y los
intríngulis de corrupción en los beneficios que presta sus ventas, como señala
el periodista Fernando del Rincón de CNN,
“es un asco y la política que lo tolera
es asqueante”. Salvador Rolando Ramos era un joven frustrado, rechazado,
burlado por su tartamudeo en el hablar, con una familia disfuncional,
drogadicta la madre, echado de la casa materna, ausente el padre, solitario. Al
final refugiado en la casa de la abuela como un desecho humano. Además de ser
un fracasado, desertor de esa misma escuela y calificado de mal talante por los
jóvenes que lo conocieron. Al final la
negación absoluta de la condición humana y por supuesto sin ningún aprecio por la vida, ni la de él
ni la de los demás. Y con esas características como se le vendió un rifle AR-15 de alta potencia. Por lo visto no
hay en ese pequeño Condado Instituciones sociales-educativas de regeneración personal de adolescentes y jóvenes.
Dejados a la buena de Dios, es un semillero para futuros delincuentes. Y sin
analizar el efecto banal-estúpido, alienante egocéntrico
de las redes sociales y sus video juegos
violentos donde se le rinde culto a la muerte. No hay sociedad perfecta, hay
mucho por hacer de gran utilidad para este planeta azul.
Recuerdo que mi tesis de grado de posgrado fue “Atención orientadora a los niños en
desventaja”. La misma planteaba un programa de entrevistas orientadoras con
niños que fracasaban en la escuela, representado en: repitientes, asistencia inconstante, no hacían las tareas, los padres
no asistían a las reuniones y citaciones, situaciones de agresividad en la
escuela, etc. Siempre pensé que esto había que atacarlo a tiempo para no
ganar un enemigo para el colegio al ser reprobado o finalmente expulsado. Ese
trato personalizado con el niño, con sus compañeros de grado y con sus padres y
parientes era vital para garantizar su crecimiento ciudadano sano. Al faltar
esos elementos preventivos, quedan situaciones abiertas a otros desenlaces y el
llamado libre albedrío es mala consejera. Como es el caso de este joven
anodino, desorientado y los instintos violentos sin control, a punto de
estallar. Imagínense que primero le disparo a la cabeza de su abuela y después
se fue al colegio, que estaba en su mira obsesiva. El otro elemento
irresponsable esta en los padres y demás familiares que permitieron que esto
llegara hasta donde llegó. Lo dejaron en libertad de que hiciera lo que le
diera la gana, sin impórtales los demás. Inclusive esa conducta agresiva tenía
sus antecedentes, mucho antes de su mayoría de edad, entonces porque se le
vendió armas sin unas referencias sustentadas. De tal manera que en una
sociedad responsable los padres deberían ser juzgados por complicidad ante este
potencial agresor y asesino. Igual los comerciantes que le vendieron el arma y
hasta el negocio debería ser clausurado. Sé que esto atenta contra la Segunda Enmienda de la Constitución
Norteamericana que plantea “el derecho del pueblo a poseer y portar
amas”. Pero dicha enmienda, antiquísima por cierto, no puede estar por
encima del sagrado derecho a la vida y las características personales y
desenvolvimiento de quienes la adquieran. Si un país o una gran nación no tienen
resuelto este tipo de situaciones graves que atentan contra la vida de sus
ciudadanos, más bien aumenta el índice de criminalidad, no puede llamarse una
gran nación por mucha riqueza que esta posea. Y este joven era un ex alumno de
esa Institución, entonces uno se pregunta: ¿Qué había hecho por su
recuperación? ¿Por el bulling que era objeto? ¿Por su condición de alumno
irregular y que al final no se iba a graduar con sus compañeros? Son cuestiones
que interpelan a las Instituciones educativas que deben cumplir ese papel, más
allá de lo meramente académico-clásico, que hoy en día desplaza a los modelos
tradicionales, aunque no por ello hay que prescindir de ellos.
La modernidad ha hecho grandes aportes en materia educativa.
Solo en el siglo XX tenemos grandes pedagogos y humanistas que le hicieron
grandes contribuciones a la educación y a la formación ciudadana en valores y
principios. Ovide Decroly, María
Montessori, John Dewey, Celestín Freinet, Paulo Freire, Francesco Tonucci,
Gianni Rodari, Emilia Ferreiro, Ana
María Kaufman, Ana Teberosky, Luis Beltrán Figueroa, Ramona Rivero, Margarita
Pacheco, y un largo etcétera. El
siglo XXI con inmensas innovaciones tecnológicas no debe prescindir de ese
legado humanista y pedagógico. Más en el caso de los Estados Unidos que le
rinde culto a la competencia, a los llamados cuadros de honor de los alumnos
cuando todos los alumnos deberían ser importantes. Igual con el uso excesivo de
las redes sociales y su carga negativa egocéntrica y fragmentaria. El
periodista Sergio Dahbar escribe una nota titulada “Solo el presente importa” a partir de una encuesta realizada en el
año 1998 jóvenes norteamericanos que están a punto de ingresar a las
universidades. “El objetivo que persigue es muy curioso: entender cuán rápido pierden
vigencia los valores que provienen de la cultura y la vida cotidiana, a través
de diferentes generaciones. Los
resultados son asombrosos: Falta de curiosidad, ignorancia, escaza
educación. Pero precisemos un poco las
revelaciones de esta investigación: La
mayoría de los estadounidenses que están por comenzar en la universidad creen
que Beethoven es un perro y que Miguel Angel es un virus de computadora. No
pueden escribir en cursiva y opinan que el e-mail es demasiado lento. Quienes
se graduaran en 2014 no saben que
existió un país llamado Checoslovaquia. Para ello Clint Eastwood es un creador
sensible que odia la violencia (nada saben de su primeros pasos como Harry, el
sucio). Los que nacieron en 1984 no conocen el dolor del apartheid sudafricano.
Así como ignoran que IBM fue fabricantes de máquinas de escribir. Tampoco saben
que Alemania estuvo dividida por el odio del muro. Los jóvenes nacidos en 1980
creen que hubo un solo Papa, Juan Pablo II, quien asumió en 1978 y falleció en 2008. Para los de 1981,
Yugoslavia nunca existió y no entienden por qué aparece con mayúscula en nombre del sindicato
Solidaridad, único independiente en Polonia y en el Bloque Soviético, y que
acabo con el comunismo en ese país en forma pacífica, hacia 1989. Por último el
lenguaje digital siempre ha formado parte de su ADN, aclaran los investigadores
McBride y Nief. Estos adolescentes usan sus celulares como reloj y están
acostumbrados a pasearse por 500 canales de televisión por cable, aunque solo
vean unos pocos”. De tal manera que es justo ver que está pasando en esta
sociedad con la formación educativa en
valores y principios morales, culturales y religiosos.
Para cerrar este análisis me llegó al celular un Tweet del
famoso músico y cantante de salsa Willie
Colón recogiendo las palabras textuales de un niño de seis años, que expresa
por un video lo siguiente: “QUIERO SER
UN ASESINO CUANDO SEA GRANDE PORQUE ME GUSTA MATAR…. Si esto no nos dice
nada, y lo vemos desde la superficialidad, si esto es libertad, si esto no es
una señal de alerta, como lo es todas las matanzas que han ocurrido, si esto no
contradice el humanismo, si esto no habla de una sociedad enferma y decadente,
entonces de que estamos hablando.