“CRIMEN Y CASTIGO” DE
DOSTOYEVSKI REVISITADO. Ángel
Gustavo Cabrera
“En una calurosa tarde de principios de julio, un joven salió
de su cuchitril que había realquilado en la callejuela de S. y se encaminó
lentamente, como indeciso hacia el puente de X…” Fiodor Dostoievski. CRIMEN Y CASTIGO. Pág.
5 Edit. La Oveja Negra.
“El sufrimiento y el dolor son siempre necesarios para la
conciencia de altos vuelos y para el corazón profundo. A mi modo de ver los
hombres verdaderamente grandes han de experimentar en este mundo una pena
inmensa”. Pág.274
“¿Para qué iba a vivir? ¿A dónde dirigir la vista? ¿A que
aspirar? ¿Vivir tan solo para existir? Antes había estado dispuesto a dar mil
veces su existencia por una idea, por una esperanza, incluso por una fantasía.
La mera existencia siempre le había parecido poco; siempre quería algo más.
Quizás tan solo por la fuerza de su deseo se había considerado entonces un
hombre al que no se le permitía más que a otro… Sí por lo menos, el destino le
hubiese enviado el arrepentimiento… Pero él no se arrepentía de su crimen”.
Pág.568
Esta novela la leí cuando joven, y debo decir que ahora su
relectura me ha conmovido mucho más en estos tiempos posmodernos. Escrita por
Dostoievski en 1866 a la edad de 45
años, CRIMEN Y CASTIGO ha resistido
el tiempo y se mantiene viva como una obra celebre que trasciende lo meramente
literario. Incluso se dice que cuando salió publicado una parte de la
vanguardia de la juventud universitaria acuso a Dostoievski de haber
calumniando al estudiante ruso, debido a
que, por rara casualidad; un estudiante
ruso hubo de cometer, por aquellos días, un asesinato con el piadoso fin de salvar de
la miseria y de la tuberculosis a la hija de su patrona. Rastreando, un poco
más acerca del personaje central de la obra, el que expresa, según Hallet Carr, “el modelo inmediato que Dostoievski tuvo en
el pensamiento, al trazar la figura de Raskólnikov, fue un presidiario que conoció en Siberia y que dejo en él una
impresión imborrable…<< Nunca en mi vida –escribe Dostoievski- he
visto un hombre más fuerte ni de un carácter más férreo… Representaba la
victoria completa sobre la carne… Aquel hombre tenía un ilimitado dominio sobre
sí mismo, despreciaba todas las torturas y castigos y no le temía a nada en
este mundo>>Entonces Dostoievski lo transfigura
estéticamente, quedando su personaje central por debajo de Orlov, como se
llamaba el presidiario, es decir lo hace más humano, nunca el superhombre,
porque de lo contrario no tendría razón de ser la novela.
Otro de los elementos fundamentales de esta magistral obra es
que Dostoievski se adelanta a la novela moderna y coloca a sus personajes en
temas universales de amplio alcance a partir de sus cotidianidades y vivencias
sin ambages y con mucha naturalidad. La religiosidad, el ateísmo, el
existencialismo, la justicia, el desprecio y demás sentimientos humanos. Y por
si fuera poco el agudo escritor se pasea por una dimensión filosófica de orden
ideológica que va a ser uno de los
aspectos cardinales de su obra y que va a acentuarse en la novelística moderna
del siglo XXI. Raskólnikov, el joven que
abandona los estudios por falta de recursos económicos, el que asesina a una
vieja prestamista que desprecia por usurera, la compara con un piojo, ha escrito un artículo de opinión
para una importante revista rusa especializada en temas jurídicos donde divide
a las personas en general en dos categorías:
“personas de categoría inferior (ordinarias) como si dijéramos personas que
constituyen un material que sirve exclusivamente para la procreación de seres
semejantes, y personas de categoría superior,
es decir personas propiamente dichas, seres humanos que poseen el don o el talento
de decir una palabra nueva en su medio. Se sobreentiende que las subdivisiones
son infinitas, pero los rasgos diferenciales de las dos categorías resultan
bastante acusados: Las primeras son
por naturaleza conservadora, ceremoniosa, viven en obediencia y gustan de ser
obedientes… La segunda categoría
formadas por personas que pasan por encima de la ley, son destructoras o están
inclinadas a serlo, según su capacidad. Sus crímenes, como es natural, son
relativos y presentan muchas variedades; en su mayoría por medio de
declaraciones sumamente diversas, tales hombres recaben la destrucción del
presente en nombre de algo mejor. Pero si para el cumplimiento de sus ideas
necesita pasar, aunque sea por encima de un cadáver, y han de derramar sangre,
a mi modo de ver, en su fuero interno y sin remordimiento de conciencia han de
permitirse pasar por encima de la sangre, aunque siempre a tenor de la idea y
de su dimensión, no lo olvide. “Pág. 270. Esta es la defensa de Rodión Raskólnikov en dialogo con el inspector
Porfiri Petróvich.
Con este texto, ampliado en la novela, Fiodor Dostoievski
viene a ser un precursor de cómo se manifiestan esas desigualdades del género
humano en el siglo XX a través de ideas totalitarias en hombres como JOSE
STALIN (aquel que habla de la
emancipación de una clase y de la humanidad entera de toda opresión), de ADOLFO HITLER (aquel de la raza
superior) y de tantos otros que vinieron después, justificando el crimen de
líderes, pueblos enteros de manera descomunal.
Incluso en la actualidad los vientos de guerra tenebrosa anunciados,
bajo amenaza, por el usurpador presidencial NICOLAS
MADURO emulando a Simón Bolívar,
pudiésemos ubicarlo en esta tesis del autor de Crimen y Castigo en
nombre del nacionalismo, del patriotismo.
De lo cual se desprende que las grandes masas humanas, obedientes a su
llamado, pondrían la sangre y el
heroísmo, como expresión de una categoría inferior, mientras que él, Nicolás
Maduro Moro, representaría la categoría superior. Así se justificaría el
crimen. Para Dostoievski su amado
personaje Raskólnikov es un mortal que sufre los avatares comunes de una
vida matizada por la miseria y el
descontrol de su psiquis, pero brillante en su proceder. Creo que no entra en las categorías descritas
en su tesis filosófica.
Es lamentable que en estos tiempos posmodernos la lectura
reflexiva de esta obra quede para algunas elites en el campo de la literatura y
del pensamiento, porque mucho se aprendería de todo ese legado cultural del siglo XIX y XX. Tiempos posmodernos del Homo
Consumo y del Homo Cibernético haciendo del hombre globalizado un ser
pragmático, de respuestas rápidas, de lecturas concretas, breves y precisas, como la que se expresa a
través de las llamadas redes sociales. Un hombre profundamente inculto e
iletrado.
Hay que seguirle la
pista al filósofo Edgar Morín quien
sostiene que esas obras que han roto con el olvido del tiempo es aconsejable
leerlas y releerlas porque están impregnadas de una fuerza vital y energía
llamada VIDA. O como sostiene Rafael
Cansino en un estudio biográfico: “Siempre
se encuentra algo nuevo en el vientre de ese Leviatán eslavo, y nuestro, y de
todos. Dostoievski es siempre
actual, y siempre crítico y el exegeta
encuentra algo nuevo que decir acerca del enigma que nos plantea la obra y la
vida del novelista. Dostoievski es ciertamente, un genio, una manifestación de
ese poder extraño, irracional, aunque se exprese mediante la razón
inconsciente, aunque proyecte la conciencia suma, que confina con la demencia y
el morbo, y es algo divino y como tal, incompresible y pavoroso.”
Si fracaso en la
invitación a leer esta obra, la culpa es toda mía, jamás de FIODOR DOSTOIEVSKI.