miércoles, 26 de junio de 2019

ESPERANDO A GODOT.....A GUAIDO


ESPERANDO A GUAIDO, CORRIJO… A GODOT. Gustavo Cabrera


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“Vengo de un país lleno de impacientes. Quizás estén impacientes porque han esperado tanto tiempo a  GODOT que tienen la impresión de que por fin llegó.” Vaclav Havel

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“En su Alocución a la Academia de las Ciencias Morales y Políticas, Havel, hace una bella meditación sobre la esperanza y sus dos modalidades. Por una parte la espera de Godot, que es la esperanza de aquellos que han perdido la esperanza y que esperan <<un vago saludo que debe provenir del exterior>>, pero Godot nunca llega, pues no existe. Frente a aquella, también se puede entender la esperanza como tener paciencia: hacer lo que se debe hacer, sin preocuparse de su eficacia, sin cálculo, pero con la convicción de que <<lo que se ha sembrado germinará un día, un día no se sabe cuándo>>  Escritor Lázaro Álvarez. Tomado de página literaria. Diario Tal Cual. 21/04/2012. 
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ESTRAGON: ¿Y si nos separamos? Quizá sería lo mejor.  VLADIMIR: Nos ahorcaremos mañana. (Pausa.) A menos que venga Godot. ESTRAGON: ¿Y si viene? VLADIMIR: Nos habremos salvado. Samuel Beckett. Final de Obra de teatro ESPERANDO A GODOT. 1953  


No en vano pasa el tiempo dejando una estela de lo que hicimos y dejamos de hacer. Recientemente decidí reencontrarme con los clásicos de la literatura universal, entre los cuales destaco Cervantes, Kafka, Dostoievski. Y ahora Samuel Beckett con su obra dramatúrgica “Esperando a Godot”. Se estrenó en París en 1953. Se dice que, desde aquella primera puesta en escena hasta nuestros días, no ha habido año en que, en algún lugar de nuestro planeta, no se haya representado Esperando a Godot. ¡Más de cuarenta años en los escenarios del mundo! Es una obra <<horriblemente cómica>> según su autor. Como que si lo cómico estuviese representado en la vana espera de dos seres absurdos. O como acertadamente lo refiere Lázaro Álvarez “Vladimir y Estragón no son más que pura espera o una espera infinita que no termina porque dicha espera es la fuente de lo que son ahora. Sabemos ya que Godot no va a llegar jamás. Pese a todo, no nos queda más remedio que actuar. Pues vivimos inevitablemente, y en consecuencia, tenemos que hacer algo al respecto”.

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A principios de la década de los años ochenta fui a ver esta obra al Teatro de la Opera de Maracay, no recuerdo la agrupación actoral, solo sé que me aburrió dicha obra, me fastidio su pasividad, su frialdad en los diálogos y el sabor a  nada, no la entendí. Todo producto de mi inmadurez política o el cegamiento ideológico  ortodoxo. Como me gustaría volver a verla,  no tanto por ser un clásico,  sino por los significados que tiene en lo humano, la estupidez, lo banal, el engaño y la apropiación de conductas en el devenir personal y societario. Es un clásico porque ahonda y proyecta  la pasta humana, de la estamos hecho,  susceptible de la promesa y la vana espera. Es posible advertir que el siglo XX deja una obra considerable sobre las profundidades del ser humano, de sus capacidades y creencias, de sus alineaciones y alienaciones a ideologías que representaron cárceles, esperando a Godot, que al final no llega. Como señala Lázaro Álvarez, “Godot no vino, porque no existe; Godot no es más que la otra cara del comunismo o del utopismo. Vladimir y Estragón  no son más que pura espera o una espera infinita que no termina porque dicha espera es la fuente de los que son ahora. Sabemos ya que Godot no va a llegar jamás. Pese a todo, no nos queda no nos queda más remedio que actuar. Pues, vivimos inevitablemente, y en consecuencia, tenemos que hacer algo al respecto.”
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Recientemente un amigo me hizo una asociación  entre GUAIDO y GODOT y la vana espera porque cambien las cosas. Me pareció impregnado de un humor negro y así se lo hice saber. Desde el 23 de Enero de 2019 estamos a la espera que algo extraordinario suceda, que cese la usurpación presidencial y que permita un gobierno de transición y elecciones libres. Por ello se han dado importantes manifestaciones en todo el país bajo el liderazgo de Juan Guaido, como Presidente Interino. Han transcurrido cinco meses y la situación política-económica y social  lo que hace es empeorar Y Juan Guaido no termina de llegar. Parece que estamos atravesando por un estado de degradación social caracterizado por el miedo y la adaptación como el único medio de defensa eficaz, replegándose en la vida privada, instigado por el poder. Estamos bajo un panorama siniestro donde el Poder Político pretende imponer “un orden sin vida”, tratando de sacar  lo peor que hay en nosotros: el egoísmo, la indiferencia, la bajeza, el miedo, la resignación, el deseo de salir de apuros por propia cuenta sin mirar las consecuencias para los demás. Bajos estas consideraciones la espera se hace infinita, las promesas aparecen por doquier y Godot no llegará.

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ESPERANDO A GODOT adquiere una vigencia criolla, en el caso venezolano,  por donde quiera que se le mire. Del lado del gobierno la promesa del paraíso socialista/comunista que no ha llegado en ninguna parte del planeta y que solo muestra el horror en sociedades  cerradas, donde la ideología funciona como una  religión secular; sostenida en un <<uso ritualizado del lenguaje>>. Basta escuchar al Presidente en sus discursos oficiales o cualquiera de sus líderes para darse cuenta de cómo ignora la realidad y la crisis social, responsabiliza a la oposición y a fuerzas extranjeras de ser factores perturbadores, obviando que tienen veinte años gobernando. Además la exhortación y el culto a la pobreza en  espera del socialismo-comunismo o paraíso de los pobres.  Por su parte las fuerzas opositoras, hoy divididas,  producto de sus errores y aspiraciones individuales siguen apostando a la espera de que la democracia llegará con la denuncia internacional y la posibilidad casi improbable de una intervención militar, o de unas elecciones presidenciales, que también lucen improbables, al menos por este año.

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Hay una verdad de Perogrullo, “el pueblo tiene el gobierno que se merece”, vale decir “esto es lo que hay”,  para una sociedad no tan moderna como la venezolana. El siglo XXI dio a conocer una venezolanidad que no conocíamos o nos hacíamos los locos. El chavismo no llegó por arte de magia, lo pusimos y lo legitimamos os venezolanos  con su carga de populismo, demagogia, idolatría, autoritarismo, militarismo, caudillismo y pare usted de contar. Apostamos a ese líder único, hegemónico y hoy esta su hijo Nicolás, nieto de Fidel Castro. Fue en esta maltrecha democracia que se legitimó con los  votos del pueblo. En esta última década hemos probado la consecuencia de nuestros errores y la ignorancia política.  Jugamos a cambiar la democracia por un sistema mejor y perdimos. Ahora no hayamos como salir de este atolladero porque el monstruo ni se quiere ir y saber golpear donde más duele. Lo triste y desafortunado es que cuando ya estábamos a punto de llegar a la cima o por lo menos íbamos por la mitad en una sociedad civilizada y democrática, soltamos la roca que se fue al vacío  y nos toca comenzar de nuevo a llevarla a la cima, algo así como el Mito de Sísifo* .  ¿Cuantos años o décadas tendrán que pasar? No lo sabemos. Por lo pronto el checo Vaclav  Havel plantea “la renovación de la responsabilidad humana” contra los males terribles de la humanidad, más allá de la disyuntiva capitalismo-socialismo.

Godot no llegará. Entendamos  la esperanza como tener paciencia, no obstante esa paciencia debe ser proactiva, comprometida, responsable, sin cálculos ni amparando actitudes mesiánicas. Superar los esquemas populistas con la savia convicción   que LO QUE SE HA SEMBRADO GERMINARÁ UN DIA, UN DIA NO SE SABE CUANDO”

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*”Los dioses habían condenado a Sísifo a rodar sin cesar una roca hasta la cima de una montaña desde donde la piedra volvía a caer por su propio peso. Habían pensado con algún fundamento que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza  Tomado del libro EL MITO DE SISISFO de Albert Camus. Editorial Lozada. Sexta edición 1970.