ESPERANDO A GUAIDO,
CORRIJO… A GODOT. Gustavo Cabrera
“Vengo de un país lleno de impacientes. Quizás estén
impacientes porque han esperado tanto tiempo a
GODOT que tienen la impresión de que por fin llegó.” Vaclav Havel
“En su Alocución a la Academia de las Ciencias Morales y
Políticas, Havel, hace una bella meditación sobre la esperanza y sus dos
modalidades. Por una parte la espera de Godot, que es la esperanza de aquellos
que han perdido la esperanza y que esperan <<un vago saludo que debe provenir
del exterior>>, pero Godot nunca llega, pues no existe. Frente a aquella, también
se puede entender la esperanza como tener paciencia: hacer lo que se debe
hacer, sin preocuparse de su eficacia, sin cálculo, pero con la convicción de
que <<lo que se ha sembrado germinará un día, un día no se sabe cuándo>>” Escritor Lázaro
Álvarez. Tomado de página literaria. Diario Tal Cual. 21/04/2012.
ESTRAGON: ¿Y si nos separamos? Quizá sería lo
mejor. VLADIMIR: Nos ahorcaremos mañana. (Pausa.) A menos que venga Godot.
ESTRAGON: ¿Y si viene? VLADIMIR: Nos habremos salvado. Samuel
Beckett. Final de Obra de teatro ESPERANDO
A GODOT. 1953
No en vano pasa el tiempo dejando una estela de lo que
hicimos y dejamos de hacer. Recientemente decidí reencontrarme con los clásicos
de la literatura universal, entre los cuales destaco Cervantes, Kafka,
Dostoievski. Y ahora Samuel Beckett con su obra dramatúrgica “Esperando a
Godot”. Se estrenó en París en 1953. Se dice que, desde aquella primera puesta
en escena hasta nuestros días, no ha habido año en que, en algún lugar de
nuestro planeta, no se haya representado Esperando a Godot. ¡Más de cuarenta años en los
escenarios del mundo! Es
una obra <<horriblemente cómica>>
según su autor. Como que si lo cómico estuviese representado en la vana espera
de dos seres absurdos. O como acertadamente lo refiere Lázaro Álvarez “Vladimir
y Estragón no son más que pura espera o una espera infinita que no termina
porque dicha espera es la fuente de lo que son ahora. Sabemos ya que Godot no
va a llegar jamás. Pese a todo, no nos queda más remedio que actuar. Pues
vivimos inevitablemente, y en consecuencia, tenemos que hacer algo al
respecto”.
A principios de la década de los años ochenta fui a ver esta
obra al Teatro de la Opera de Maracay, no recuerdo la agrupación actoral, solo
sé que me aburrió dicha obra, me fastidio su pasividad, su frialdad en los
diálogos y el sabor a nada, no la
entendí. Todo producto de mi inmadurez política o el cegamiento ideológico ortodoxo. Como me gustaría volver a
verla, no tanto por ser un clásico, sino por los significados que tiene en lo
humano, la estupidez, lo banal, el engaño y la apropiación de conductas en el
devenir personal y societario. Es un clásico porque ahonda y proyecta la pasta humana, de la estamos hecho, susceptible de la promesa y la vana espera. Es
posible advertir que el siglo XX deja una obra considerable sobre las
profundidades del ser humano, de sus capacidades y creencias, de sus
alineaciones y alienaciones a ideologías que representaron cárceles, esperando a Godot, que al final no llega.
Como señala Lázaro Álvarez, “Godot no
vino, porque no existe; Godot no es más que la otra cara del comunismo o del
utopismo. Vladimir y Estragón no son más
que pura espera o una espera infinita que no termina porque dicha espera es la
fuente de los que son ahora. Sabemos ya que Godot no va a llegar jamás. Pese a
todo, no nos queda no nos queda más remedio que actuar. Pues, vivimos
inevitablemente, y en consecuencia, tenemos que hacer algo al respecto.”
Recientemente un amigo me hizo una asociación entre GUAIDO
y GODOT y la vana espera porque cambien las cosas. Me pareció impregnado de
un humor negro y así se lo hice saber. Desde el 23 de Enero de 2019 estamos a
la espera que algo extraordinario suceda, que cese la usurpación presidencial y
que permita un gobierno de transición y elecciones libres. Por ello se han dado
importantes manifestaciones en todo el país bajo el liderazgo de Juan Guaido,
como Presidente Interino. Han transcurrido cinco meses y la situación
política-económica y social lo que hace
es empeorar Y Juan Guaido no termina de llegar. Parece que estamos atravesando
por un estado de degradación social caracterizado por el miedo y la adaptación
como el único medio de defensa eficaz, replegándose en la vida privada,
instigado por el poder. Estamos bajo un panorama siniestro donde el Poder
Político pretende imponer “un orden sin
vida”, tratando de sacar lo peor que
hay en nosotros: el egoísmo, la indiferencia, la bajeza, el miedo, la
resignación, el deseo de salir de apuros por propia cuenta sin mirar las
consecuencias para los demás. Bajos estas consideraciones la espera se hace
infinita, las promesas aparecen por doquier y Godot no llegará.
ESPERANDO A GODOT adquiere una vigencia criolla, en el
caso venezolano, por donde quiera que se
le mire. Del lado del gobierno la promesa del paraíso socialista/comunista que
no ha llegado en ninguna parte del planeta y que solo muestra el horror en
sociedades cerradas, donde la ideología
funciona como una religión secular;
sostenida en un <<uso ritualizado del lenguaje>>.
Basta escuchar al Presidente en sus discursos oficiales o cualquiera de sus
líderes para darse cuenta de cómo ignora la realidad y la crisis social,
responsabiliza a la oposición y a fuerzas extranjeras de ser factores
perturbadores, obviando que tienen veinte años gobernando. Además la
exhortación y el culto a la pobreza en
espera del socialismo-comunismo o paraíso de los pobres. Por su parte las fuerzas opositoras, hoy
divididas, producto de sus errores y
aspiraciones individuales siguen apostando a la espera de que la democracia
llegará con la denuncia internacional y la posibilidad casi improbable de una
intervención militar, o de unas elecciones presidenciales, que también lucen
improbables, al menos por este año.
Hay una verdad de Perogrullo, “el pueblo tiene el gobierno que
se merece”, vale decir “esto es lo que hay”, para una sociedad no tan moderna como la
venezolana. El siglo XXI dio a conocer una venezolanidad que no conocíamos o
nos hacíamos los locos. El chavismo no llegó por arte de magia, lo pusimos y lo
legitimamos os venezolanos con su carga
de populismo, demagogia, idolatría, autoritarismo, militarismo, caudillismo y
pare usted de contar. Apostamos a ese líder único, hegemónico y hoy esta su
hijo Nicolás, nieto de Fidel Castro. Fue en esta maltrecha democracia que se
legitimó con los votos del pueblo. En
esta última década hemos probado la consecuencia de nuestros errores y la
ignorancia política. Jugamos a cambiar
la democracia por un sistema mejor y perdimos. Ahora no hayamos como salir de
este atolladero porque el monstruo ni se quiere ir y saber golpear donde más
duele. Lo triste y desafortunado es que cuando ya estábamos a punto de llegar a
la cima o por lo menos íbamos por la mitad en una sociedad civilizada y
democrática, soltamos la roca que se fue al vacío y nos toca comenzar de nuevo a llevarla a la
cima, algo así como el Mito de Sísifo* . ¿Cuantos
años o décadas tendrán que pasar? No lo sabemos. Por lo pronto el checo
Vaclav Havel plantea “la
renovación de la responsabilidad humana” contra los males terribles de
la humanidad, más allá de la disyuntiva capitalismo-socialismo.
Godot no llegará. Entendamos la esperanza como tener paciencia, no obstante
esa paciencia debe ser proactiva, comprometida, responsable, sin cálculos ni
amparando actitudes mesiánicas. Superar los esquemas populistas con la savia
convicción que “LO QUE SE HA SEMBRADO GERMINARÁ
UN DIA, UN DIA NO SE SABE CUANDO”
*”Los dioses habían condenado a Sísifo a rodar sin cesar una
roca hasta la cima de una montaña desde donde la piedra volvía a caer por su
propio peso. Habían pensado con algún fundamento que no hay castigo más
terrible que el trabajo inútil y sin esperanza”
Tomado del libro EL MITO DE SISISFO de Albert Camus. Editorial Lozada. Sexta edición 1970.