miércoles, 26 de enero de 2022

LA NIÑA VENEZOLANA DEL CHALECO ROJO. CRONICA

 


 LA NIÑA VENEZOLANA DEL CHALECO ROJO. CRONICA

Me voy para darle bienestar a mis padres y un futuro a mi pequeña hija  Palabras de despedida de la madre  MAYERLIN MAYOR, antes de marcharse de Venezuela.  Jueves 13 de enero de 2022.

“Cuando escuchen que Venezuela se arregló, piensen en esa niña de siete años que murió ahogada intentando llegar a los Estados Unidos; piensen en los caminantes que han deambulado todo un continente o recuerden a los náufragos de Güiria. 6 millones de personas no huyen de un país que se arregló”. DAVID SMOLANSKY. Comisionado de la Secretaría General de la OEA para la crisis de los migrantes y refugiados venezolanos.  



El venezolano es del tamaño del compromiso que se le presente. FRASE POPULAR

 

Ese 31 de diciembre de 2021 hubo mucho llanto en la casa de los padres de Mayerlin. Sobre todo al sonar el campanazo que indicaban las doce de la madrugada, todos se confundieron en abrazos y besos por el año nefasto que se iba pero con las esperanzas puestas en el nuevo. No porque pensaran que las cosas se iban a arreglar sino que una de las hijas mayores tenía todo listo para partir a los Estados Unidos de América, y no la verían por unos cuantos años, a pesar de la comunicación de redes que hoy existe. Además Mayerlin se iba con su hija de siete años, Victoria Lugo Mayor, que era la alegría de esa familia pese a todas las carencias y dificultades.



Esa noche la niña Victoria no durmió por el ruido de la radio y la algarabía de la gente. En la media noche fue al cuarto y se encontró con una sorpresa: una hermosa muñeca de trapo envuelta en un regalo y en una bolsa un chaleco rojo. Salió corriendo a decirles a los abuelos, su madre y tías lo que le había traído el niño Jesús. Su madre le dijo: “- que bellos regalos, cuida mucho ese chaleco, que con ese nos vamos para los Estados Unidos la segunda semana de enero”. Todos celebraron alegremente y se dispusieron a compartir una humilde cena navideña con un arroz con pollo. No hubo ni hallacas, ni pan de jamón porque la situación no daba para eso. Pero igual estaban contentos, sobre todo porque no habían sufrido del Coronavirus. Una de las hermanas expreso en el compartir: “- Bueno porque este año 2022 nos vaya mejor a todos, sobre todo a MAYERLIN que se nos va con la pequeña VICTORIA y la vamos a extrañar muchísimo, ya que esa niña es el centro de esta casa, y Mayerlin ni se diga. Te queremos demasiado” Entre sollozos y lloros aguantados MAYERLIN HABLO: “- Bueno familia, ustedes son lo mejor que me ha dado Dios, gracias por su apoyo y oren por mí y mi hija, tengan mucha fe que todo va a cambiar porque al llegar allá lo primero es trabajo y escuela para mi pequeña, y  mi primer sueldo les enviaré dólares para solventar en algo. Y poco a poco nos iremos todos para allá. Aquí no hay futuro, no hay trabajo, el sueldo es miserable y mucha gente se está muriendo de hambre, esa es la realidad, pero palante familia” Se abrazaron y compartieron al ritmo de la gaita zuliana hasta el amanecer.

 


MAYERLIN MAYOR, una zuliana de nacimiento, vivió hasta mayo de 2021 en Coro (Falcón) con su esposo e hija, pero las cosas no andaban bien en la relación de pareja y decidieron separarse. La situación económica iba de mal a peor, el sueldo de cuatro dólares mensuales por su condición de maestra no alcanzaba para nada, la niña estaba perdiendo peso y ella también porque realmente no  se podía comer más o menos con ese mísero sueldo. De tal manera que con el consejo de amigas y teniendo unas familias evangélicas en los Estados Unidos que le exhortaban a irse para allá, tomó la decisión sin ver para los lados. Vendió su casa y electrodomésticos para reunir el dinero y preparar el largo viaje. Así que los últimos meses los pasó en la casa de sus padres y hermanos del barrio Felipe Pírela de la Parroquia Francisco Eugenio Bustamante. 

El  jueves 13 de enero de 2022 fue el día elegido para la partida, que a sabiendas de los riegos del viaje y los peligros que acechan, lo que hubo fue tristeza y llanto, aquello parecía un velorio. Tanto que MAYERLIN antes de partir con su hija y la maleta les dijo: “Papá, mamá, hermanos, cambien esa cara que todo va a salir bien, tengo fe que voy a llegar bien y sé que Dios no me va abandonar. Tengan prendido esos celulares que voy a estar en comunicación permanente con Ustedes, y cuando llegue vamos a celebrar aunque sea por wassat.” Se abrazaron, lloraron hasta que la vieron partir en el autobús. La madre tenía un presentimiento trágico, pero se lo guardó para sí,  solo le dijo: “- Cuídate mucho hija y protege mucho a esa niña, Dios las bendiga



Todo iba bien en el trayecto, salieron por vía terrestre hasta Colombia (Medellín). El sábado 15 ya estaban en México y el domingo en San Antonio. El cruce de las fronteras atravesando el rio Bravo, en su parte más llana, estaba fijado para el lunes 17, pero por algunos inconvenientes se aplazó para el día siguiente. Ya se había cancelado el monto requerido con los coyotes y el transporte que la llevaría hasta la ensenada del rio Bravo del lado mexicano para atravesarlo sin problemas. Su miedo era gigante, le palpitaba el corazón aceleradamente hasta que una señora que iba a su lado la tranquilizo diciéndole: “- Tenga confianza hija, que eso no le hace bien ni a Usted ni a la niña, tranquilícese que todo va a salir bien.”  Ella tomo un largo aliento y emprendió la marcha sin decir nada. La niña Victoria la llevaba colgada en sus brazos. Mayerlin comprendió y se llenó de ímpetu y pensó: “ya lo que queda es nada para llegar, ayúdame diosito. Caminaba lentamente sin saber que pisaba pero con mucha seguridad y su hija la abrazaba con fuerza hasta que bruscamente una pisada en falso la hizo hundirse en un hueco inesperado y la niña se desprendió al ella abrir los  brazos para no ahogarse ambas. No poder pedir auxilio tragando agua y buscando en esas aguas oscuras la razón de su existencia, la luz de sus ojos. Al momento sintió que alguien la halaba con fuerza para salvarla pero su pequeña Victoria no estaba con ella, las corrientes internas se llevaban su frágil cuerpecito. Un joven se percató de lo que estaba sucediendo y la pudo sacar del rio. Después vendría la crisis de llanto frente a la inminente tragedia y reclamándole a Dios porque no salvó a su hija en vez de ella.



Esa tarde 18 de enero de 2022 fue de tristeza y dolor en el Barrio Felipe Pirela, al llegar la noticia. Mayibeth Mayor, hermana de Mayerlin, recibió la noticia donde ella le expresaba: “Dejé en el rio la luz de mis ojos, mi hija Victoria se me ahogo”, “yo quería quedarme allí cuando no sentía a mi hija, pero algo me sacó. Dios me sacó. Ya yo estaba ahogada, ya yo estaba muerta”. Su madre, abuela de Victoria no lloró, sino que entró en un mutismo absoluto y se encerró en su cuarto con dolor y recordando el presentimiento trágico de aquel jueves 13 de enero. Se interrogó en silencio: ¿Por qué no se lo dije? ¿Pero podría haber detenido ese viaje?  Imposible, todo estaba en los planes de Dios y del destino.



Ya la madre está en los Estados Unidos pero ahogada en un dolor y una vaciedad por la ausencia de su pequeña Victoria, la niña del chaleco rojo, que representaba el porqué de su vida. Otro signo de la diáspora y esta tragedia que padecemos los venezolanos, tanto los que se van, como los que quedan sin esperanzas que esta tiranía termine algún día.

 


NOTA: Al cerrar esta crónica me entero por las noticias que una pareja de ancianos fueron rescatadas de su apartamento, de lo cual la esposa llevaba dos días de fallecidas y su esposo de 83 años de edad aún tenía vida. El profesor universitario PEDRO SALINAS fue encontrado en estado de desnutrición severa y su esposa, Isbelia Hernández, bionalista, abogado y profesora de la ULA, fue encontrada muerta a su lado. Lo que asombra es que esta pareja de profesionales destacados, ya jubilados, se encontraran en ese cuadro. ¿Cómo es posible que llegáramos a esto?  ¿Así como esta pareja merideña de reconocida solvencia moral y ética profesional, cuantos hay de la tercera edad que están sufriendo y parece no importarle a nadie? ¿A dónde estamos llegando cuando un eminente ciudadano que ha contribuido al país con sus investigaciones y aportes ecológicos se está muriendo de hambre?  Obviamente a los delincuentes que tiranizan este país no se les puede pedir nada, pero a la ciudadanía decente sí. Es necesario reflexionar y hacer un frente común por la defensa de los derechos  humanos, por nuestros adultos mayores, por los cambios democráticos para detener estas horas infernales. (la noticia apareció el 25 de enero de 2022 en todas las redes sociales)