EL TERRORISMO RELIGIOSO COMO UN SIGNO GLOBAL DE ESTOS TIEMPOS
“Nos creemos civilizados, pero la barbarie se está
apoderando interiormente de nosotros con el egoísmo, envidia, el resentimiento,
el desprecio, la cólera y el odio. Nuestras vidas están degradadas y
contaminadas por el nivel lamentable, y a menudo calamitoso, de las relaciones
entre individuos, sexos, clases y pueblos. La ceguera respecto a uno mismo y a
los demás es un fenómeno cotidiano. La incomprensión de lo lejano y también de
lo próximo es general”. Edgar Morín.
“LA VIA PARA EL FUTURO DE LA HUMANIDAD”
Estoy sentado en
mi escritorio a incalculable distancia de los hechos acaecidos en la Francia
que la reconozco de ser forjadoras de la libertad del pensamiento, y del sostenimiento delos valores culturales occidentales.
Es doloroso y conmovedor los
atentados que dejaron un saldo trágico y surgen más interrogantes que
respuestas, quizás por la distancia y el desconocimiento que tengo de Europa y
la acción de su gobierno: ¿Por qué Europa y en este caso Francia?; ¿Por qué
contra ciudadanos inocentes, víctimas de
odios fanáticos radicales? ¿Por qué el resurgimiento de grupos extremistas
religiosos que usan la violencia terrorista en nombre de Dios?; ¿Por qué estos
agentes terroristas se prestan para actos suicidas, esperando, quizás, la nueva
vida?; ¿Por qué se producen en pleno siglo XXI, cuando la lucha debería
plantearse de manera abierta por
conquistar bienes y soluciones a sus inconformidades? ¿Será que la religión
sigue siendo el opio de los pueblos,
como dijera Marx, pero ahora de sextas y grupos que aspiran establecer su
reinado?
Desde mi perspectiva, esta es mi reflexión
Desde hace cierto tiempo me convencí que el mundo de los humanos es y será
imperfecto. Por mucho que haya intereses y propósitos altruistas, solidarios, de
igualdad social, de cualidades como la bondad
y el amor, siempre existirá lo contrario marcado por la historia desde
nuestros ancestros hasta la contemporaneidad. El egoísmo, la maldad, la crueldad, los odios de cualquier signo son inherentes al comportamiento humano y a
los procesos civilizatorios. Por un tiempo pensé que eran a consecuencia del
capitalismo, herencia del mercado, del surgimiento de las clases sociales y de
la explotación de los trabajadores. Pero
resulta que su contraparte, los modelos
socialistas y comunistas se
convirtieron, al poco tiempo de estar en el poder, en las más abyectas dictaduras y tiranías
monolíticas. De tal manera que, parece, que no tenemos escapatoria porque
tampoco el capitalismo es la solución a los grandes problemas de la humanidad.
La lucha es y será eterna. Estoy
convencido que las revoluciones degeneran cuando intentan convertirse en
doctrinas para dominar y eternizarse en el poder, frente a masas humanas
acorraladas, indefensas, perseguidas, ideologizadas. Y después del fracaso ¿en
quién creer? , ¿Cómo quedan las utopías y las grandes promesas que se apostaron
en el siglo XX? Dichas derrotas han
hecho regresar viejas utopías medievales de orden fundamentalistas religiosas. Alonzo Moleiro, destacado periodista
venezolano enfatiza que “fue al derrumbarse la ficción soviética que los
talibanes comenzaron a tomar aliento en Afganistán. Sobre sus redes pudo
afianzarse la Internacional Saudí de Al
Qaeda”. De igual forma señala que
las llamadas milicias del Estado Islámico (EI) han sido alimentadas por los
odios contra Occidente, ya no solo en el mundo árabe, sino en el África
subsahariana. Sin embargo las potencias mundiales no pueden separarse de estos
graves problemas y sus consecuencias porque su dominación colonialista ha
encrespado esos ánimos fundamentalistas, equivocados, desde mi punto de
vista.
El mundo es
diverso, plural, heterogéneo, las verdades cambian de un lugar a otro, depende
de los contextos societarios y culturales donde se encuentren. Todos tienen
derecho a tener sus creencias y practicas espirituales que deseen. Lo que
resulta inconcebible, desconcertante, es que en nombre de fundamentalismos
religiosos tengan que morir asesinados
grupos de personas, no importa credo,
sexo, raza y edad que se encuentren en
una sala de espectáculos públicos. Entre ellos un joven venezolano, de nombre Sven Silva, quien jamás pensó que perdería la vida en un concierto de un grupo de rock. Porque
no se organizan y luchan en sus lugares de origen por lo que creen y defienden
y no afectan la vida de los demás. Lo otro, que resulta interesante es como
ciudadanos franceses, educados y formados en el Islamismo se prestan para eso.
Significa esto que los franceses tiene el propio enemigo en casa.
¿Quién es el
enemigo para el Estado Islámico? ¿Todo
el mundo Occidental? Europa, Los Estados Unidos. Dice Moleiro: “Ellos sueñan con un califato
islámico en sus dominios y llaman “cruzados” a sus enemigos, los Occidentales e
Israel.
El siglo XXI
tiene que tener otros derroteros que vayan más allá de estas prácticas talibanas
y fundamentalistas. Más cuando se descubre que las ideologías, las doctrinas
son muy buenas para enajenar, dominar, alienar, controlar y no para liberar el espíritu humano. Dos
aspectos, para comprender este problema, lo plantea el filósofo Edgar Morín: “La virulencia de una ideología puede llegar a ser extrema. Recordemos
que la ideología siempre tiene una fuerza motora que procede de su fuerte carga
mitológica y de su carácter político,
es decir práxico en el seno de la ciudad. A partir de ahí, las ideologías
poseen y sojuzgan a los humanos como lo hace los dioses”. En este sentido
esas personas suicidas pierden hasta su identidad humana en nombre de una ideología o una
doctrina. Aunque asombre, el ser humano
es susceptible de adoptar esa conducta que ofrende su vida por un más allá intangible. Y con
respecto a la doctrina acota: “El
concepto rector se convierte en el soberano del universo. La doctrina exige la veneración de sus
adeptos, que deben obedecerla literalmente, citarla ritualmente y utilizar el
lenguaje estereotipado letaínico de un
cuasi culto. A partir de ahí, la trascendentalización y la deificación propia
de la mitología y la religión han entrado subrepticia, aunque
profundamente, en el mundo laico de la
doctrina”
Particularmente
pienso que cuando grupos humanos se dejan dominar por las doctrinas pierden el
contacto con la realidad y se convierten en prisioneros de sus líderes y orientaciones
descabelladas y absurdas.
Se ha acumulado mucho sacrificio humano, muchas
vidas perdidas en nombre de doctrinas e ideologías. El siglo XXI debe asimilar
esa historia trágica terrenal y abrirse con nuevas ideas en la praxis humana,
en el devenir de los pueblos por su porvenir, en el contacto no depredador con
la naturaleza, en la lucha eterna por la justicia contra la opresión y la
dominación. En nuestro país, Venezuela, no estamos excepto de esos males
fanáticos desde el gobierno que tenemos y grupos extremistas.