domingo, 22 de noviembre de 2015

EL TERRORISMO RELIGIOSO COMO UN SIGNO GLOBAL DE ESTOS TIEMPOS

EL TERRORISMO RELIGIOSO COMO UN SIGNO GLOBAL DE  ESTOS TIEMPOS



“Nos creemos civilizados, pero la barbarie se está apoderando interiormente de nosotros con el egoísmo, envidia, el resentimiento, el desprecio, la cólera y el odio. Nuestras vidas están degradadas y contaminadas por el nivel lamentable, y a menudo calamitoso, de las relaciones entre individuos, sexos, clases y pueblos. La ceguera respecto a uno mismo y a los demás es un fenómeno cotidiano. La incomprensión de lo lejano y también de lo próximo es general”.     Edgar Morín.  “LA VIA PARA EL FUTURO DE LA HUMANIDAD”



Estoy sentado en mi escritorio a incalculable distancia de los hechos acaecidos en la Francia que la reconozco  de ser  forjadoras de la libertad del pensamiento,  y del sostenimiento  delos valores culturales  occidentales.  Es doloroso  y conmovedor los atentados que dejaron un saldo trágico y surgen más interrogantes que respuestas, quizás por la distancia y el desconocimiento que tengo de Europa y la acción de su gobierno: ¿Por qué Europa y en este caso Francia?; ¿Por qué contra ciudadanos inocentes, víctimas  de odios fanáticos radicales? ¿Por qué el resurgimiento de grupos extremistas religiosos que usan la violencia terrorista en nombre de Dios?; ¿Por qué estos agentes terroristas se prestan para actos suicidas, esperando, quizás, la nueva vida?; ¿Por qué se producen en pleno siglo XXI, cuando la lucha debería plantearse  de manera abierta por conquistar bienes y soluciones a sus inconformidades? ¿Será que la religión sigue siendo  el opio de los pueblos, como dijera Marx, pero ahora de sextas y grupos que aspiran establecer su reinado?    
Desde mi perspectiva,  esta es mi reflexión



 Desde hace cierto tiempo me convencí  que el mundo de los humanos  es y será  imperfecto. Por mucho que haya intereses y  propósitos altruistas, solidarios, de igualdad social, de cualidades como la bondad   y el amor, siempre existirá lo contrario marcado por la historia desde nuestros ancestros hasta la contemporaneidad. El egoísmo, la maldad, la  crueldad, los odios de cualquier signo   son inherentes al comportamiento humano y a los procesos civilizatorios. Por un tiempo pensé que eran a consecuencia del capitalismo, herencia del mercado, del surgimiento de las clases sociales y de la explotación de los trabajadores.  Pero resulta que su contraparte, los  modelos socialistas y comunistas  se convirtieron, al poco tiempo de estar en el poder,  en las más abyectas dictaduras y tiranías monolíticas. De tal manera que, parece, que no tenemos escapatoria porque tampoco el capitalismo es la solución a los grandes problemas de la humanidad. La lucha es y será eterna.  Estoy convencido que las revoluciones degeneran cuando intentan convertirse en doctrinas para dominar y eternizarse en el poder, frente a masas humanas acorraladas, indefensas, perseguidas, ideologizadas. Y después del fracaso ¿en quién creer? , ¿Cómo quedan las utopías y las grandes promesas que se apostaron en el siglo XX? Dichas derrotas  han hecho regresar viejas utopías medievales de orden fundamentalistas religiosas. Alonzo Moleiro, destacado periodista venezolano enfatiza que “fue al derrumbarse la ficción soviética que los talibanes comenzaron a tomar aliento en Afganistán. Sobre sus redes pudo afianzarse la Internacional  Saudí de Al Qaeda”. De igual forma señala que las llamadas milicias del Estado Islámico (EI) han sido alimentadas por los odios contra Occidente, ya no solo en el mundo árabe, sino en el África subsahariana. Sin embargo las potencias mundiales no pueden separarse de estos graves problemas y sus consecuencias porque su dominación colonialista ha encrespado esos ánimos fundamentalistas, equivocados, desde mi punto de vista. 

El mundo es diverso, plural, heterogéneo, las verdades cambian de un lugar a otro, depende de los contextos societarios y culturales donde se encuentren. Todos tienen derecho a tener sus creencias y practicas espirituales que deseen.  Lo que  resulta inconcebible, desconcertante,  es que en nombre de fundamentalismos religiosos  tengan que morir asesinados grupos  de personas, no importa credo, sexo, raza y edad  que se encuentren en una sala de espectáculos públicos. Entre ellos un joven venezolano,  de nombre Sven Silva,  quien jamás pensó que perdería  la vida en un concierto de un grupo de rock. Porque no se organizan y luchan en sus lugares de origen por lo que creen y defienden y no afectan la vida de los demás. Lo otro, que resulta interesante es como ciudadanos franceses, educados y formados en el Islamismo se prestan para eso. Significa esto que los franceses tiene el propio enemigo en casa.

¿Quién es el enemigo para el Estado Islámico?  ¿Todo el mundo Occidental? Europa, Los Estados Unidos.  Dice  Moleiro: “Ellos sueñan con un califato islámico en sus dominios y llaman “cruzados” a sus enemigos, los Occidentales e Israel.

El siglo XXI tiene que tener otros derroteros que vayan más allá de estas prácticas talibanas y fundamentalistas. Más cuando se descubre que las ideologías, las doctrinas son muy buenas para enajenar, dominar, alienar, controlar y no para liberar el espíritu humano. Dos aspectos, para comprender este problema, lo plantea el filósofo Edgar Morín:La virulencia de una ideología puede llegar a ser extrema. Recordemos que la ideología siempre tiene una fuerza motora que procede de su fuerte carga mitológica y de su carácter político, es decir práxico en el seno de la ciudad. A partir de ahí, las ideologías poseen y sojuzgan a los humanos como lo hace los dioses”. En este sentido esas personas suicidas pierden hasta su identidad  humana en nombre de una ideología o una doctrina. Aunque asombre,  el ser humano es susceptible de adoptar esa conducta que ofrende su  vida por un más allá intangible. Y con respecto a la doctrina acota: “El concepto rector se convierte en el soberano del universo.  La doctrina exige la veneración de sus adeptos, que deben obedecerla literalmente, citarla ritualmente y utilizar el lenguaje estereotipado letaínico  de un cuasi culto. A partir de ahí, la trascendentalización y la deificación propia de la mitología y la religión han entrado subrepticia, aunque profundamente,  en el mundo laico de la doctrina”

Particularmente pienso que cuando grupos humanos se dejan dominar por las doctrinas pierden el contacto con la realidad y se convierten en prisioneros de sus líderes y orientaciones descabelladas y absurdas.  


Se ha  acumulado mucho sacrificio humano, muchas vidas perdidas en nombre de doctrinas e ideologías. El siglo XXI debe asimilar esa historia trágica terrenal y abrirse con nuevas ideas en la praxis humana, en el devenir de los pueblos por su porvenir, en el contacto no depredador con la naturaleza, en la lucha eterna por la justicia contra la opresión y la dominación. En nuestro país, Venezuela, no estamos excepto de esos males fanáticos desde el gobierno que tenemos y grupos extremistas.  



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