POR
SIEMPRE ARGENTINA. Ángel Gustavo Cabrera
“¿Dónde estará mi vida, la que pudo/ haber sido y no fue, la
venturosa/ o la triste horror, esa otra cosa/ que pudo ser la espada o el
escudo/ y que no fue ¿Dónde estará el perdido antepasado persa o el noruego,/
donde el azar de no quedarme ciego,/ donde el ancla y el mar, donde el olvido/
de ser quién soy?” Jorge Luis Borges
“Nada está perdido si se tiene el valor de proclamar que todo
está perdido y hay que empezar de nuevo”
Julio Cortázar
“La cultura es el ejercicio profundo de la identidad”. Julio
Cortázar
“Fui analfabeto hasta
los 14 años, por eso cuando me dice `no puedo`, yo les digo `no jodas`” Facundo
Cabral
“Pero las grandes crisis, en las naciones como en los seres
humanos, no son únicamente portadoras de males, pues son aleccionadoras, sirven
para madurarnos, para revelarnos que no todo era tan perfecto como imaginábamos
en la inexperta niñez, ni tan malo como concluye la adolescencia lastimada por
el derrumbe de los absolutos. La madurez comienza cuando las conciencias más lúcidas
comprenden que las infinitas perfecciones con que se creían dotadas a su patria
–como a su madre- no son infinitas ni perfectas, que tenemos taras, taras de
las que los seres honestos no pueden sino acusarse y avergonzarse. Motivo por
el cual pienso que empezamos por fin a tener una nación madura”… Ernesto
Sábato. Tomado del libro Apologías
y Rechazos. 1979
“Ante los sueños eran más radicales, perfectos. Ahora se hace
lo que se puede” Mercedes Sosa.
Argentina, ese vasto país que cubre la mayor parte de la América del Sur, es una
de las naciones que está recibiendo una cantidad considerable de inmigrantes venezolanos, que buscan
establecerse indefinidamente o bien radicarse por un buen tiempo, hasta tanto que no se produzca un cambio de gobierno
en nuestra querida patria Venezuela. La mayoría son jóvenes desempleados,
profesionales y estudiantes que ven un futuro incierto y oscuro por la tiranía
dictatorial que nos gobierna desde 1999. Uno de esos jóvenes es mi hijo Gustavo
Ibrahim que decidió partir hace quince
días pasando por pueblos fronterizos de Brasil y Bolivia, hasta llegar a Buenos
Aires. Argentina ha superado los
gobiernos militaristas y hoy es una de los países latinoamericanos mejor
posicionado con una democracia estable y un crecimiento económico sostenido.
Argentina se ha fortalecido con fuertes inmigraciones de italianos y españoles
en los siglos XIX y XX, para asimilarse en el trabajo, produciéndose una simbiosis bio-social bien
interesante. Ello le ha dado una fisonomía cultural muy particular de lo cual
se considera el país más europeo de
América Latina. El historiador Augusto Mijares señala en su libro Interpretación pesimista de la sociología hispanoamericana que “la
fuerza moral capaz de asimilar esa inmigración y hacerla apta para una labor
ulterior de mejoramiento social, debe
buscarse en las entrañas mismas de la nacionalidad” Fuerza moral de los grupos humanos, capaces de dar coherencia inmediata (hablo para 1875) a
las costumbres políticas y civiles de nativos y extranjeros. Esos fuertes nexos
considero fueron positivos, han dado en el tiempo una solida base estructural
en su economía, política y cultura ciudadana. Claro está ha tenido sus crisis y
problemas (y aun los tiene), no obstante ha logrado fraguar un mundo de
oportunidades para sus diversos sectores sociales, tomar conciencia de no
depender de dadivas populistas estatales sino de sus propios recursos humanos y
naturales.
En la actualidad, venezolanos y argentinos tienen muchas cosas en común, pero tienen
otras que los hacen ser diferentes. ¿De qué manera se producirá ese contacto
societario y cuáles serán sus consecuencias? No lo podemos predecir. Lo que si
podemos adelantar es que los venezolanos se incorporaran a esa sociedad con
empeño y tesón, aprendiendo y asimilando su cultura, sus disciplina al trabajo
y sus tradiciones. Como señala el escritor
Ernesto Sábato debe existir
una madurez de comprensión del país que dejamos atrás y el que nos recibe para
sufrir la diferencia y el crecimiento humano que nos proporciona. Los
venezolanos, como mi hijo, que se incorporan a esa sociedad deben tener
conciencia de los retos que asumen, del aprendizaje que les proporciona ese
contacto societario, de manera que no solo sea el trabajo manual y el beneficio
económico para vivir, sino el conocimiento de un país, que si bien somos
hermanos por el nexo latinoamericano, somos diferentes y eso es lo interesante.
Los venezolanos tenemos conocimientos globales y nacionales en los campos del
saber y de la cultura. Tener conciencia de que si se incorporan como seres
productivos y cultos mucho podrán aprehender, pero si solo lo ven como un medio
de integrarse a una sociedad consumista y obtención de dinero, muy poco podrán
obtener más allá de bienes materiales. Por ello es una excelente oportunidad
para ver desde afuera nuestra realidad venezolana con sus aciertos y grandes
errores, desde una perspectiva autocritica
y sincera. Y de esta forma lo que se aprenda y se asimile pueda ser útil
para nuestro país en su futuro. Las naciones no perecen en sus crisis, siempre
habrá una oportunidad, una esperanza en superar los escollos y respirar el
oxigeno de los nuevos tiempos, pero como dice Sábato, lo primero que se debe
hacer es hacer contacto consigo mismo y reconocerse aún con la vergüenza de la
derrota. El rentismo petrolero, el populismo, la anarquía societaria, el militarismo y el peso de la tradición
caudillista nos ha hecho mucho daño y es hora de cerrar ese capítulo y empezar
un nuevo con los venezolanos que se van
y los que nos quedamos. Claro está el cambio no comenzará mientras no
desalojemos del poder los delincuentes que se han instalado en el poder, dicen
ellos, que para siempre. Veremos de qué manera.
Desde la tradición occidental y el
contacto estrecho con Europa, Argentina es hoy lo que muestra ante el mundo en
todos los ámbitos que hacen una nación. En Venezuela hemos tenido relaciones
con argentinos que se han establecido y se les conoce por su peculiaridades al
hablar, la defensa de su país y lo cauto que son. Hemos vibrado con el futbol y
jugadores estrellas como Maradona, con el arte del tango, su aire romántico y
tristón, similar al bolero nuestro. Le hemos seguido la pista a grandes
cantores argentinos, soñadores de un mundo posible y esperanzador, que han
superado los viejos conceptos de la música protestataria, me refiero a Mercedes
Sosa, Facundo Cabral, Piero, Víctor Heredia, Fito Páez, entre otros. Incluso
hemos disfrutado sus voces y su calidad humana cuando han tocado suelo
venezolano a través de sus conciertos. Hemos leído sus grandes hombres de las letras
hispanoamericanas y universales, de alcances literarios genuinos, hablamos de
Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Ernesto Sábato, Adolfo Bioy Casares, entre
otros. De tal manera que estamos frente a una gran nación que ha dado sus
frutos, aun con sus imperfecciones y reclamos. Argentina posee un desarrollo agrícola, industrial y comercial nada desdeñable, que ha servido para el
asiento de una civilidad fortalecida con
los migrantes de otros territorios que se ha asimilado como hijos de esa
tierra.
El escritor mexicano Leandro Canto
(1952) señala que “la mayoría se traslada en busca de mejores oportunidades, en
espera de combinar sus propios talentos con los recursos del país de destino en
beneficio propio y de sus familiares cercanos… se emigra mas por necesidad que
por voluntad propia, con todo y que emigrar significa una forma de
exilio.” No será fácil en este mundo
contemporáneo superpoblado y competitivo, no será fácil en una nación que busca
mantener un ritmo de vida productivo y
culto a sus habitantes, pese a las grandes desigualdades entre riqueza y
pobreza. ¿Será posible una mejor vida para el inmigrante, el
desterrado venezolano? Esperemos que así
sea.