TEORIA Y PRAXIS DEL
SUICIDIO EN VENEZUELA Y EL CASO
DE LINDOMAR JESUS AMARO BUSTAMANTE
“El suicidio fatalista se produce allí donde
las reglas a las que están sometidos los individuos son demasiados férreas para
que estos conciba la posibilidad de abandonar la situación en la que se halla…”
“El suicidio anómico es el que se da en sociedades cuyas instituciones y cuyos lazos de
convivencia se hallan en condiciones de desintegración o de anomía social…”
Tomado de El SUICIDIO de Emile
Durkheim.
“La causa registrada de
su fallecimiento “ahorcamiento”. Ya
había intentado quitarse la vida, su
familia lo advirtió, pero nunca recibió atención médica ni protección. Fue
confinado en “el tigrito”, celdas usadas para torturas psicológicas y castigos inhumanos” Declaraciones de Juan Pablo Guanipa. Dirigente democrático de Primero Justicia.
“Lindomar Amaro (27
años) y Jhoandri Joel Silva de 26 años permanecieron al menos 15 días en celdas de castigos y
habrían intentado quitarse la vida en circunstancias similares”. Denuncia pública hecha por el
Comité de los Presos políticos en Venezuela (**)
Al enterarme de esta triste noticia me entró una mezcla de
rabia e impotencia, lancé maldiciones contra los responsables, contra aquellos
que aprobaron la mejor Constitución de 1999 y hoy la patean cobardemente. Esa Constitución Bolivariana que en su
artículo 43 señala “El
Estado protegerá la vida de las personas que se encuentren privadas de su
libertad”. Y en el artículo
46 dice que “toda persona privada de
su libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad inherente al ser
humano”. Y sin embargo desde 2015 hasta la fecha llevamos la cifra de 18 presos
políticos muertos en custodia, es decir bajo la protección del Estado
Venezolano (*). Y la pregunta
inmediata es ¿Cuál protección?
Porque no solo se les violenta el debido proceso jurídico penal, sino que se les niega la asistencia de defensa
privada, no se les permite visita a menos que venga de los altos jerarcas. Son
sometidos a acusaciones y condenas exprés
sin poder alegar ni permitir
presentar pruebas. Y lo peor, sometidos a tratos crueles, torturados,
vejados, humillados, incomunicados y obligados
a ingerir basuras llamada
“comida”. ¿Cuál será el próximo de los
novecientos presos políticos que hay en los centros penitenciarios del país?
Y sin detenerme a la falta de higiene de los centros de
reclusión, carente de agua las 24 horas al día, propenso a contraer
enfermedades contagiosas y producto de insalubridad reinante. Un verdadero infierno carcelario. Recordar cada uno de los caso de muerte en
prisión es empapar un gran pañuelo llamado Venezuela con muchas lágrimas
derramadas.
Me voy a detener en el caso de LINDOMAR JESUS AMARO BUSTAMANTE, C.I No 26.950.192, oriundo
del Estado Cojedes, quién fue detenido el pasado 29 de julio de 2025 en el
contexto poselectoral, por agentes policiales de la Policía Bolivariana de
Cojedes, cuando se dirigía en una moto de su propiedad al domicilio. De allí en adelante todo fue
angustia, incertidumbre, miedo, sensación de pánico, crisis nerviosa,
inseguridad e interrogantes sobre porque estaba preso, de que se le acusaba.
Algunos compañeros de celda lo calmaban,
lo alentaban a tener esperanzas de su pronta libertad, pero los días pasaban y
más cuando lo llevaron de su Estado natal al Centro Penitenciario “Tocorón”
en el Estado Aragua. Todo se le puso más lejos, se preguntaba como su
familia se iba a trasladar si él era el sustento de la casa. Hasta que vino la
primera gran crisis donde ya no escuchaba a los compañeros de celda y el
pesimismo absoluto se le metió en todo el cuerpo, poco se ponía en pie, sobre todo cuando una juez mencionó su nombre por vía digital-exprés que había sido arrestado por incitación al odio,
hostigamiento y tenencia de armas de guerra. Graves acusaciones que no
sabían de donde habían salido, sobre todo tenencias de armas de guerra. ¿Porque ese ensañamiento contra él? ¿Será
porque no quiso dejarse sobornar por la policía?, ¿Sería por su participación
en el apoyo a Edmundo González Urrutia en las marchas de los motorizados y su
respaldo a María Corina Machado cuando estuvo en la capital de Cojedes, San
Carlos?, ¿Será por su participación en la protesta contra el fraude electoral
la madrugada del 29 de julio? Así pensaba Lindomar Jesús en esa cabeza que le daba vuelta ante la injusticia
que se estaba cometiendo. Llegó hasta pensar y comentar con sus compañeros de
celda que seguramente lo estaban confundiendo con otro que no era él. Todo esto
se le juntó, convertido en un gran desconcierto y sin pensarlo dos veces ni
medir consecuencias en total desesperación,
como si estuviera en un túnel negro sin salida, decidió ahorcarse con un cordón
que tenía escondido, de lo cual los compañeros al darse cuenta alertaron a
los custodios y pudieron detener la acción, llevándoselo a enfermería del
penal. Eso fue en el mes de diciembre de
2024. Sus familiares alertaron por
las redes sociales que LIndomar Jesús Amaro era muy depresivo ante las
adversidades y que necesitaba urgentemente de atención de un especialista en
psiquiatría.
Nada se hizo en el penal. De nuevo en la celda, le dio por
gritar a los custodios sobre su libertad, por pasar días tumbado en el piso
como si estuviera muerto. Pedía contantemente agua, comida y salir del
encierro, declarándose inocente de lo que le acusaban. Así que lo metieron en una celda conocida como “el tigrito”, usada comúnmente para torturas
psicológicas y de castigo. Son espacios muy reducidos, apenas para pararse
y acostarse. Amenazado con frases “Aquí se van a podrir pagando”, perdió todo tipo de esperanza, hizo tiras con
la poca ropa que tenía y se asfixió con
estrangulamiento. Estaba completamente desnudo. Ya su alma estaba libre y está
vez cumplió con su cometido liberándose
del tormento. De nuevo el escandalo dentro del penal, pero ya era demasiado
tarde. Sus compañeros de celda lo vistieron, le hicieron una despedida a su
manera y se lo entregaron a las
autoridades, quienes inmediatamente lo trasladaron al domicilio en el Estado
Cojedes para que sus familiares le dieran cristiana sepultara en un acto
fúnebre, por demás íntimo, y con vigilancia policial. Lo detuvieron sano y con vida y se lo entregaban muerto, sin
asumir ningún tipo de responsabilidad.
A los 27 años, en la flor de su juventud, Lindomar Jesús Amaro decidió quitarse
la vida porque sentía rotos sus sueños, no era la pobreza que lo aquejaba sino
su conciencia inocente de injustas acusaciones. Ver todos los días iguales en
doscientos setenta días, sin noticias de afuera, sin escuchar alguna voz conocida
de su querida familia. Que esperanza podía tener en esa cárcel donde se languidece
lentamente, donde las horas se alargan con el estómago vacío y un ambiente
nauseabundo. Que ganas de vivir se puede tener donde la palabra “amor” está
prohibida, donde los recuerdos te atormentan de la vida que llevaste desde que
naciste, de tu adorada madre, de la novia que dejaste, del compartir con los
amigos, todo eso vuelto nada y sin hálito de esperanza. No eras el único, todo
preso pasa por esa posibilidad ante la aberrante situación de perder la
libertad sin causa que lo justifique. Incluso no eras realmente un preso
político, porque el hecho de ir a una concentración política electoral, de
votar por un candidato opositor en las elecciones presidenciales, todo eso está
amparado por la misma Constitución, que hoy ignoran. No eras al fin de cuentas
un delincuente. No tenías experiencia en política, solo tenías conciencia de
querer cambiar a este régimen nefasto que lleva más de veinte años y porque no
darle chance a otros, como es en toda democracia.
De acuerdo a lo que plantea el sociólogo frances Emile
Durkheim se corresponde dos
características del suicidio del joven
Amaro Bustamante. Es un suicidio
fatalista porque la situación de vida carcelaria no solo es inhóspita y
asfixiante sino que los atropellos, las torturas, los gritos y las permanentes
amenazas ante cualquier demanda, trae como consecuencia la negación a la
permanencia y de no ver salida, sino más bien, se alejan cada vez más. Es un
submundo oscuro sin escapatoria. Además,
al carecer de comunicación con el medio externo, el preso queda en las
tinieblas y la desesperanza lo termina envolviendo. En segundo lugar es un suicidio anómico porque el joven Lindomar en esos
largos nueves meses sintió pérdida de
los valores compartidos de cariño, amistad, un ser extraño en medio de ese
lugar adverso que crea desorientación y
un lenguaje que no es el suyo. Ese
estado anómico se puede transpolar al ámbito del ´país cuando se desconoce
los valores de la Constitución, cuando hay una ausencias de normas que pierden
su carácter regulatorio y cada quien actúa a su libre antojo. No obstante el
ciudadano común es el que pierde su autonomía
frente al autoritarismo del régimen que impone de manera totalitaria sus normas que le convengan, desconoce leyes y los derechos
humanos es un lujo inalcanzable. El
Estado de Derecho, ese discurso jurídico democrático brillante de las academias y universidades de
origen romano, allí ha sido asesinado. Hoy
el Estado Anómico es toda Venezuela y el suicidio está a la orden del día
como una alerta social. Afirma el eminente
sociólogo citado que “cuando hay
más cohesión, solidaridad y organización para sobrevivir la tasa de suicidio
será menor justamente por la responsabilidad hacía el grupo”. Precisamente
eso ha venido pasando en Venezuela mientras tenemos un Estado que inyecta desesperanza y angustia por sus políticas erráticas, represivas y
fallidas.
(*) LISTA DE PRESOS
POLITICOS MUERTOS BAJO CUSTODIA MILITAR/POLICIAL
Rodolfo González
Martínez (marzo 2015). Carlos Andrés García (septiembre 2017). Rafael Arreaza Soto (Nov 2017). Fernando Albán (Octubre 2018). Nelson
Martínez (Diciembre 2018). Ángel
Sequera (marzo 2019). Capitán
Rafael Acosta Arévalo (junio 2019). Pedro Santana (agosto 2020). Salvador Franco (enero 2020). Gabriel Medina Díaz (agosto 2021). General Raúl Isaías Baduel (octubre
2021). Leonel Azuaje (abril 2023). Marino José Lugo Aguilar (abril 2024). Jesús Manuel Martínez Medina (noviembre
2024). Jesús Rafael Álvarez (diciembre
2024). Osgual Alexander González Pérez (diciembre 2024).Reinaldo Araujo (febrero 2025) Lindomar
Jesús Amaro Bustamante (03 de mayo
de 2025)
(**) Este Comité en la
actualidad se moviliza nacional e
internacionalmente, ejerciendo presión por la libertad de todos los
presos políticos. En total son 906 seres humanos, privados de su libertad.
PROHIBIDO OLVIDAR