martes, 6 de mayo de 2025

TEORIA Y PRAXIS DEL SUICIDIO EN VENEZUELA Y EL CASO DE LINDOMAR AMARO.

 


                TEORIA Y PRAXIS   DEL  SUICIDIO EN VENEZUELA  Y EL CASO DE LINDOMAR JESUS AMARO BUSTAMANTE

 

“El suicidio fatalista se produce allí donde las reglas a las que están sometidos los individuos son demasiados férreas para que estos conciba la posibilidad de abandonar la situación en la que se halla…”

“El  suicidio anómico es el que se da en sociedades cuyas instituciones y cuyos lazos de convivencia se hallan en condiciones de desintegración o de anomía social…”  Tomado de El SUICIDIO de Emile Durkheim.



La causa registrada de su fallecimiento  “ahorcamiento”. Ya había  intentado quitarse la vida, su familia lo advirtió, pero nunca recibió atención médica ni protección. Fue confinado en “el tigrito”, celdas usadas para torturas psicológicas  y castigos inhumanosDeclaraciones de Juan Pablo Guanipa. Dirigente democrático de Primero Justicia.



Lindomar Amaro (27 años) y Jhoandri Joel Silva de 26 años permanecieron  al menos 15 días en celdas de castigos y habrían intentado quitarse la vida en circunstancias  similares”. Denuncia pública hecha por el  Comité de los Presos políticos en Venezuela (**)

 


Al enterarme de esta triste noticia me entró una mezcla de rabia e impotencia, lancé maldiciones contra los responsables, contra aquellos que aprobaron la mejor Constitución de 1999 y hoy la patean cobardemente.  Esa Constitución Bolivariana  que en su  artículo 43 señala  “El Estado protegerá la vida de las personas que se encuentren privadas de su libertad”. Y  en  el artículo 46 dice que “toda persona privada de su libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano”.  Y sin embargo desde 2015  hasta la fecha llevamos la cifra de 18 presos políticos muertos en custodia, es decir bajo la protección del Estado Venezolano (*). Y la pregunta inmediata es ¿Cuál protección? Porque no solo se les violenta el debido proceso jurídico penal,  sino que se les niega la asistencia de defensa privada, no se les permite visita a menos que venga de los altos jerarcas. Son sometidos a acusaciones y condenas exprés   sin poder alegar ni permitir  presentar pruebas. Y lo peor, sometidos a tratos crueles, torturados, vejados, humillados, incomunicados y obligados   a ingerir basuras llamada “comida”. ¿Cuál será el próximo de los novecientos presos políticos que hay en los centros penitenciarios del país? Y  sin detenerme  a la falta de higiene de los centros de reclusión, carente de agua las 24 horas al día, propenso a contraer enfermedades contagiosas y producto de insalubridad reinante.  Un verdadero infierno carcelario. Recordar cada uno de los caso de muerte en prisión es empapar un gran pañuelo llamado Venezuela con muchas lágrimas derramadas.



Me voy a detener en el caso de LINDOMAR JESUS AMARO BUSTAMANTE, C.I No 26.950.192, oriundo del Estado Cojedes, quién fue detenido el pasado 29 de julio de 2025   en el contexto poselectoral, por agentes policiales de la Policía Bolivariana de Cojedes, cuando se dirigía en una moto de su propiedad al  domicilio. De allí en adelante todo fue angustia, incertidumbre, miedo, sensación de pánico, crisis nerviosa, inseguridad e interrogantes sobre porque estaba preso, de que se le acusaba. Algunos compañeros  de celda lo calmaban, lo alentaban a tener esperanzas de su pronta libertad, pero los días pasaban y más cuando lo llevaron de su Estado natal al Centro Penitenciario  “Tocorón” en el Estado Aragua. Todo se le puso más lejos, se preguntaba como su familia se iba a trasladar si él era el sustento de la casa. Hasta que vino la primera gran crisis donde ya no escuchaba a los compañeros de celda y el pesimismo absoluto se le metió en todo el cuerpo, poco se ponía en pie,  sobre todo cuando una juez mencionó su nombre por vía digital-exprés que había sido arrestado por incitación al odio, hostigamiento y tenencia de armas de guerra. Graves acusaciones que no sabían de donde habían salido, sobre todo tenencias de armas de guerra. ¿Porque ese ensañamiento contra él?  ¿Será porque no quiso dejarse sobornar por la policía?, ¿Sería por su participación en el apoyo a Edmundo González Urrutia en las marchas de los motorizados y su respaldo a María Corina Machado cuando estuvo en la capital de Cojedes, San Carlos?, ¿Será por su participación en la protesta contra el fraude electoral la madrugada del 29 de julio? Así pensaba Lindomar Jesús en esa cabeza que le daba vuelta ante la injusticia que se estaba cometiendo. Llegó hasta pensar y comentar con sus compañeros de celda que seguramente lo estaban confundiendo con otro que no era él. Todo esto se le juntó, convertido en un gran desconcierto y sin pensarlo dos veces ni medir consecuencias en total desesperación,  como si estuviera en un túnel negro sin salida, decidió ahorcarse  con un cordón que tenía escondido, de lo cual los compañeros al darse cuenta alertaron a los custodios y pudieron detener la acción, llevándoselo a enfermería del penal. Eso fue en el mes de diciembre de 2024. Sus familiares alertaron por las redes sociales que LIndomar Jesús Amaro era muy depresivo ante las adversidades y que necesitaba urgentemente de atención de un especialista en psiquiatría.



Nada se hizo en el penal. De nuevo en la celda, le dio por gritar a los custodios sobre su libertad, por pasar días tumbado en el piso como si estuviera muerto. Pedía contantemente agua, comida y salir del encierro, declarándose inocente de lo que le acusaban. Así que lo metieron en una celda conocida como  “el tigrito”, usada comúnmente para torturas psicológicas y de castigo. Son espacios muy reducidos, apenas para pararse y acostarse.  Amenazado con frases “Aquí se van a podrir pagando”,  perdió todo tipo de esperanza, hizo tiras con la poca ropa que tenía y  se asfixió con estrangulamiento. Estaba completamente desnudo. Ya su alma estaba libre y está vez  cumplió con su cometido liberándose del tormento. De nuevo el escandalo dentro del penal, pero ya era demasiado tarde. Sus compañeros de celda lo vistieron, le hicieron una despedida a su manera  y se lo entregaron a las autoridades, quienes inmediatamente lo trasladaron al domicilio en el Estado Cojedes para que sus  familiares  le dieran cristiana sepultara en un acto fúnebre, por demás íntimo, y con vigilancia policial. Lo detuvieron sano y  con vida y se lo entregaban muerto, sin asumir ningún tipo de responsabilidad.



A los 27 años, en la flor de su juventud, Lindomar Jesús Amaro decidió quitarse la vida porque sentía rotos sus sueños, no era la pobreza que lo aquejaba sino su conciencia inocente de injustas acusaciones. Ver todos los días iguales en doscientos setenta días, sin noticias de afuera, sin escuchar alguna voz conocida de su querida familia. Que esperanza podía tener en esa cárcel donde se languidece lentamente, donde las horas se alargan con el estómago vacío y un ambiente nauseabundo. Que ganas de vivir se puede tener donde la palabra “amor” está prohibida, donde los recuerdos te atormentan de la vida que llevaste desde que naciste, de tu adorada madre, de la novia que dejaste, del compartir con los amigos, todo eso vuelto nada y sin hálito de esperanza. No eras el único, todo preso pasa por esa posibilidad ante la aberrante situación de perder la libertad sin causa que lo justifique. Incluso no eras realmente un preso político, porque el hecho de ir a una concentración política electoral, de votar por un candidato opositor en las elecciones presidenciales, todo eso está amparado por la misma Constitución, que hoy ignoran. No eras al fin de cuentas un delincuente. No tenías experiencia en política, solo tenías conciencia de querer cambiar a este régimen nefasto que lleva más de veinte años y porque no darle chance a otros, como es en toda democracia.



De acuerdo a lo que plantea el sociólogo frances  Emile Durkheim se corresponde  dos características  del suicidio del joven Amaro Bustamante. Es un suicidio fatalista porque la situación de vida carcelaria no solo es inhóspita y asfixiante sino que los atropellos, las torturas, los gritos y las permanentes amenazas ante cualquier demanda, trae como consecuencia la negación a la permanencia y de no ver salida, sino más bien, se alejan cada vez más. Es un submundo oscuro sin escapatoria.  Además,  al carecer de comunicación con el medio externo, el preso queda en las tinieblas y la desesperanza lo termina envolviendo. En segundo lugar es un suicidio anómico porque el joven Lindomar  en esos largos nueves  meses sintió pérdida de los valores compartidos de cariño, amistad, un ser extraño en medio de ese lugar  adverso que crea desorientación y un lenguaje que no es el suyo. Ese estado anómico se puede transpolar al ámbito del ´país cuando se desconoce los valores de la Constitución, cuando hay una ausencias de normas que pierden su carácter regulatorio y cada quien actúa a su libre antojo. No obstante el ciudadano común es el que pierde su autonomía  frente al autoritarismo del régimen que impone de manera  totalitaria sus normas que  le convengan, desconoce leyes y los derechos humanos es un lujo inalcanzable. El Estado de Derecho, ese discurso jurídico democrático  brillante de las academias y universidades de origen romano, allí ha sido asesinado. Hoy el Estado Anómico es toda Venezuela y el suicidio está a la orden del día como una alerta social. Afirma el eminente  sociólogo citado que “cuando hay más cohesión, solidaridad y organización para sobrevivir la tasa de suicidio será menor justamente por la responsabilidad hacía el grupo”. Precisamente eso ha venido pasando en Venezuela mientras tenemos un Estado  que inyecta desesperanza y angustia  por sus políticas erráticas, represivas y fallidas.


 


(*) LISTA DE PRESOS POLITICOS MUERTOS BAJO CUSTODIA MILITAR/POLICIAL

Rodolfo González Martínez (marzo 2015). Carlos Andrés García (septiembre 2017). Rafael Arreaza Soto (Nov 2017). Fernando Albán (Octubre 2018). Nelson Martínez (Diciembre 2018). Ángel Sequera (marzo 2019). Capitán Rafael  Acosta Arévalo (junio 2019). Pedro Santana (agosto 2020). Salvador Franco (enero 2020). Gabriel Medina Díaz (agosto 2021). General Raúl Isaías Baduel (octubre 2021). Leonel Azuaje (abril 2023). Marino José Lugo Aguilar (abril 2024). Jesús Manuel Martínez Medina (noviembre 2024). Jesús Rafael Álvarez (diciembre 2024). Osgual Alexander González Pérez (diciembre 2024).Reinaldo Araujo (febrero 2025) Lindomar Jesús Amaro Bustamante (03 de mayo de 2025)

(**) Este Comité en la actualidad se moviliza nacional e  internacionalmente, ejerciendo presión por la libertad de todos los presos políticos. En total son 906 seres humanos, privados de su libertad.

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