EL TEATRO DE TITERES O
ESA OTRA MANERA DE VIVIR. Angel Gustavo Cabrera Titiritero y director
del Grupo de Títeres “La Gran Zanahoria”
A PROPOSITO DEL X
FESTIVAL INTERNACIONAL DE TITERES, QUE SE DESARROLLA EN EL ESTADO ARAGUA,
REPRODUZCO ESTE ENSAYO ESCRITO HACE ALGUNOS AÑOS ATRÁS, CON MUCHA VIGENCIA PARA
LA CRITICA.
“Tiene el teatro dos
enemigos, uno de ellos es la falta de capacidad emocionable y audacia creadora
de algunos de los que realizan este arte y el otro tipo de enemigo es aquel de
los que tienen miedo a esa <<pequeña sirvienta, ágil, desenvuelta y
siempre nueva en su oficio>> que es la fantasía y que se encuentra al
servicio de todo artista”. LUIS LUKSIC. EL MARAVILLOSO MUNDO DE LOS TITERES.
Los títeres y las
marionetas, sin dejar aparte los detalles filológicos, han llegado a los niños
mediante una doble <<caída>>. Sus más lejanos antepasados son las
máscaras rituales de los pueblos primitivos. Primera caída: de lo sagrado a lo
profano, del rito al teatro. Segunda caída: del Teatro al mundo de los juegos.
Esta es una historia que se está desarrollando ante nuestros ojos. ¿Quién se
ocupa de mantener despierta esta tradición? GIANNI RODARI. GRAMATICA DE LA
FANTASIA
Guardo como uno de mis mayores tesoros el recuerdo de mi
primer contacto con el mundo de los títeres. Fue por allá por los años setenta
del siglo pasado cuando conocí a dos grandes titiriteros. Carlos Miranda y su “Gallo
Pinto” y Luis Querales y “Los Grillitos”. Eran unos
extraordinarios personajes, que venía del mundo de las tablas y optaron por
dedicarle gran parte de su tiempo al Teatro de Títeres Itinerante, visitando
comunidades, escuelas, plazas u otros lugares públicos. Tenían, este par de
titiriteros, un sano humor que desplegaban con maestría en sus presentaciones
ante grandes y chicos con obras clásicas del teatro de títeres o inventadas por
ellos. Era la magia de los títeres que adquirían vida en sus historias reales
y/o fantásticas. Carlos Miranda venido de tierras falconianas, de extensa
cultura y profanador de esos elementos
vivos de la cultura popular que tienden a olvidarse. El Grillo Luis Querales,
militante de La Causa R, hombre de ideas revolucionarias, un cuestionador del
estatus quo. Ambos, ya fallecidos, es quizás lo mejor que le puede pasar a uno
cuando se echa la vista atrás de un tiempo que no volverá.
Yo era un adolescente-niño soñador e inquieto, hurgador de
cosas nuevas. Y estaba convencido que el mundo de los títeres era excelente
para llevárselo a los niños de la comunidad donde residía y sectores
circunvecinos. Recuerdo que Carlos Miranda me facilitó el guión de una obra de
su autoría titulada: “Pedrito y la
Fiebre Amarilla” de lo cual repartimos los personajes, nos aprendimos el
parlamento, ensayamos un par de semanas
y le dimos vida y magia a los títeres en escena. Así fuimos aprendiendo
este hermoso arte, al calor del llamado ensayo y error. Lo cierto del caso es
que esas diminutas figuras que se movían y hablaban en escena gustaban y
acaparaban la atención de niños y adultos. Como anécdota recuerdo que teníamos
en el grupo tres niños hermanos, sumamente menudos de cuerpo y piernas que
hacían los personajes de los zancudos patas blancas, pues bien, en la comunidad
empezaron a llamarlo zancudos y tanto fue así que le decían la familia de los
zancudos. El teatro de títeres de aquella época de los setenta u ochenta del
siglo pasado es una huella imborrable, más cuando ese arte sigue latiendo en mi
alma de titiritero.
Pero lo que me preocupa, para compartir en este breve ensayo,
es si el mundo infantil sigue siendo el mismo que yo conocí en mis tiempos de
joven quinceañero. Los niños y niñas de hoy en día los veo más entusiastas y
compenetrados con un DS, los juegos de computadora y celular que por el teatro
de títeres. Con esto no quiero decir que no se sientan atraídos por una función
de títeres, porque estoy convencido que este antiquísimo arte perdurará en el tiempo por dos razones claves.
La primera que por más mundo
cibernético que exista no podrá suplantar la capacidad mágica y lúdica que
tiene el arte de los títeres. La segunda
que mientras exista pensamiento y
ganas de soñar desde esa infancia que todos tenemos dentro, habrá el mundo
romántico de los títeres.
No obstante el contraste que deseo puntualizar está entre aquella época del niño que yo era y la
actual. Lo atractivo era los juegos la semana y el avión que se jugaban en el
piso, la perinola, volar cometas y papagayos, jugar al rayo con las metras y
los trompos. Como olvidar la llegada del Niño Jesús con sus trenes, zarandas,
discos de películas tipo diapositivas y carros de pilas. Ese era nuestro mundo
lúdico, acompañado de la tv y los comic en blanco y negro del Conejo de la
Suerte, Los Picapiedras , Los Supersónicos y tantos otros. De ese mundo
tangible nos quedaba la alegría de ser niño y el disfrute educativo de los
mensajes subyacentes en valores morales y de solidaridad. Igualmente cuando
conocí el teatro de títeres aprendí de él sus moralejas, explicitas o
implícitas. Entiendo que esas décadas de los años setenta estaban inscritas en
valores y cultura de la civilización moderna. (Respeto, solidaridad, justicia,
igualdad, democracia). Recordando a nuestro querido fabulador y cuentista AQUILES NAZOA que decía: Mi
niñez fue pobre, pero nunca fue triste, fue más bien pensativa y serena
y en muchos aspectos fue en realidad tan hermosa como la revivo en la memoria.
Para poblarla de fantasía, yo contaba
con la amistad entrañable de mi abuela que, en su colorido castellano de isleña
de El Hierro, sabia contar tan extraordinarias historias… Por mi parte como
olvidar a mi madre y mis tíos y sus cuentos de espantos y aparecidos en noches
oscuras y con lámparas de kerosene.
En época actual, siglo XXI, nuestros niños y niñas tienen
frente así un mundo cibernético y tecnológico impresionante que copa todo su
interés. Los mundos virtuales ya no son construcción de los pensamientos y
memoria de los niños sino que están serializados en una computadora y lo único
que hace el niño es incorporarlo a su memoria de corto plazo que se borrará
cuando aparezca otro juego digitalizado. Aún más lo único que tiene que hacer
es aprender la habilidad de mover los dedos de manera mecánica y las figuras de
la pantalla se moverán a su antojo, en una competencia efímera y en desventaja
con respeto a la habilidad de la máquina. La
revista cultura IMAGEN de septiembre de 1996 en un dossier dedicado a la
infancia señala este punto de vista lo bastante interesante como para no
referirlo: La realidad virtual ha
uniformado la imaginación infantil y la computación ha reducido a ruinas a los
columpios y los toboganes, cuyos parques de recreación se han mudado a los
comederos de hamburguesas. La civilización actual no solo afecta al niño
sino a toda la humanidad al dejarse
penetrar en los intersticios de la vida por este modo globalizados
tecnocrático. Esos ciber-juegos y toda la red
computarizada matan
paulatinamente la fortaleza lúdica, mágica y llena de fantasía que está registrada en esas
edades sensibles del crecimiento humano y disparan un futuro incierto al hombre
actual y del mañana. Sin mencionar el daño que ocasiona la tv y la cantidad de horas
que pasa un niño frente a ella, con inmensidad de canales y programaciones, sin
poder interactuar.
El teatro de títeres ha cambiado mucho desde que se originó
en la prehistoria y las primeras civilizaciones. La civilización occidental ha recogido su
legado incorporándolo a la cultura de los pueblos, por lo que el poeta Federico García Lorca decía: “el guiñol es la expresión de la fantasía de
los pueblos y da el clima de su gracia y su inocencia” Debe seguir siendo así, arte y pueblo deben ir tomados de la mano en
sus alegrías y dolores, sonrisas y tristezas.
El Teatro de Títeres en sus diversas creaciones y
presentaciones, hoy más que nunca, debe fomentarse en nuestros niños y niñas.
El titiritero profesional puede compartir sus conocimientos y promover grupos
de títeres a nivel infantil a través de talleres, de los cuales no todos serán
remunerados. La confrontación con el mundo de los ciber-juegos es desigual,
pero nuestros recursos son inmensos y el apoyo literario, imaginativo y
creativo es ilimitado.
Finalmente sé que hoy Venezuela atraviesa por una crisis
generalizada que pone en peligro la
alimentación y sano crecimiento de toda una generación infantil y
adolescente. El teatro de títeres en sus obras debe reclamar mejor salud y
nutrición para nuestros niños de parte del Estado Responsable.