EL DRAMA DE FATIMA Y SUS CINCO NIÑOS
Gente pobre,
gente pobre/ su corazón no lo es/ la luz venía y marchaba/ volvía y se iba otra
vez/ Anoche se fue llorando/ y no la hemos vuelto a ver/…Un aire fresco/ nos
daba/ besos de flor en la piel/ vino un vendaval de fuego/ y se lo llevo con
él/… Hay tiene la luz su ira/ luz del aire que se fue/ quedó el día de rodilla/
la noche sigue de pie/… Cantautor Xulio
Formoso. 1980
“Mi niñez
fue pobre, pero nunca fue triste. Nunca nos faltó el pan, techo, educación y
salud. Y el juguete en navidad” Ángel
Gustavo Cabrera. Memorias de un inadaptado. 2015
FATIMA, como la conocen todos en aquella
pequeña comunidad del sector Andrés Bello de El Tigre, Edo. Anzoátegui,
Venezuela, salió como a eso de las
cuatro de la tarde a buscar un poco de leña y si conseguía un poco de plástico
desechable en el vertedero de basura. No le quedaba de otra, nada que ver con
la bombona de gas a más de 20 dólares y solo tenía en la alacena un poco de
arroz crudo y los niños clamando que tenían hambre. Ese domingo 21 de
Noviembre, día de las elecciones de gobernadores y alcaldes, pero que iba a
estar pensando en ir a elecciones si lo que había era hambre en su rancho. De tal manera que decidió
cargar al más pequeño de un años y le dijo a los cuatro restantes que la
acompañaran a buscar leña y plástico para vender. Pasada casi una hora llegaron
al lugar, una zona boscosa y retirada del caserío y el mayor de 13 años la
ayudaba mientras los otros jugaban bajo
un árbol frondoso. Ya casi como a las seis, todavía el tiempo estaba claro pero
Fátima siente unas mínimas gotas de
lluvia y le dice a la mayor de 10 años que se fuera con los otros más pequeños
por el camino donde habían venido, que ya ellos conocían, mientras ella se
quedaba con el mayor buscando leña y unas botellas de plástico desechable.
FATIMA regresa al rancho y se da cuenta que
sus pequeños hijos no están. Los busca por los alrededores, en casa de algunos
vecinos y nada. Alarmada y desesperada se dirige al día siguiente a la policía
y al Cuerpos de Investigaciones (CICPC).
Pasan los días, crece la angustia y la tristeza porque se piensa lo peor.
Pasado seis días, en horas de la mañana, con el uso de cámaras aéreas en una
zona periférica logran encontrar a tres de los cuatro hermanos en estado de
agonía por la debilidad alimentaria y la deshidratación severa, llevándolos a
una clínica cercana. ¿Y el que faltaba de apenas 1 año de edad? ¿Dónde estaba?
Al final muy cerca de allí el cuerpecito
sin vida y sin señal de haber recibido atropello alguno. Los hermanitos habían
pernotado en una finca abandonada en Caico Seco, cerca del Hotel Palma Real. Estaban
a 25 kilómetros de su domicilio.
Las preguntas que yo me hago, de este hecho tan doloroso, es
¿Se ha podido evitar esta tragedia? ¿Quién o quiénes son los responsables? ¿Es
un hecho trágico aislado del contexto nacional? ¿La pobreza extrema venezolana
es endémica? ¿Será que no estamos acostumbrando a estos hechos trágicos?
Voy a partir de una situación personal e histórica para luego
llegar a la situación actual. Yo nací en el año 1954 en una zona rural conocida como Los Anaucos, como dicen en
pleno campo, rumbo a La Colonia Tovar
del Edo. Aragua, jurisdicción Costa de Maya. Mi madre tenía apenas 26 años y
cuatro hijos. La mayor de 10 años la dejó en casa de una tía y los más pequeños
se los llevó caminando desde la madrugada hasta bien entrada la noche por
caminos boscosos hasta llegar a casa de una comadrona amiga, que al día
siguiente atendió el parto. En la Semana Santa regresó a La Victoria con la
angustia de no tener una casa donde vivir, desempleada y sin dinero para
mantener a sus pequeños hijos. Estamos hablando del año 1954, férrea dictadura
de Marcos Pérez Jiménez, pero lo interesante fue que consiguió por la solidaridad
de una amiga una casona vieja en préstamo donde vivir, un empleo en casa de familia, colegio
público para sus hijos y casa cuna para el recién nacido. Mi madre, siendo
analfabeta, comprendió que debía abandonar el campo por la ciudad donde se abría
más oportunidades para ella y sus hijos a partir de trabajo,
educación, salud y vivienda (en el gobierno de Raúl Leoni en 1967 consiguió vivienda propia). Estamos hablando
de un proceso ascendente que comenzó con dictadura y con la democracia completo
su sueños: Todos sus hijos formados, profesionales y con familias constituidas.
Nunca hubo desnutrición ni puerta cerrada, a pesar de que cuando llegó a La
Victoria del Edo. Aragua no conocía a nadie. Y se me olvidaba que en la misma
pobreza siempre hubo poder adquisitivo para alimentar a sus hijos, vestirlos y
hasta comprar los juguetes en navidad. Una
economía que ofrecía estado de bienestar y seguridad educativa.
De
En Enero de 2020 escribí un artículo para LA DISCORDANTE NOTA titulado “Los niños del Cañaveral” relacionado
con una tragedia donde perdieron la vida 12 personas entre niños y adolescentes,
hecho acaecido en una zona agrícola conocida como La Carpiera en Cagua, Edo
Aragua, a consecuencia de buscar caña de
azúcar para chuparla. Al final una tragedia que nunca se investigó ni se detuvo
a los responsables. En dicho artículo
escribí: “Estamos viviendo momentos muy
difíciles donde la máquina de la muerte no se detiene y parece que nos estamos
acostumbrando a que después de un caso, más adelante viene otro y así
sucesivamente. Incluso ya ni siquiera hay prensa libre, uno se entera es por
las redes sociales. Esto es muy peligroso para una sociedad donde la abulia
y el miedo reinen, caldo de cultivo para
la negligencia y que todo pase. El derecho a la vida es letra muerta.”
Agreguemos el caso de la tragedia de Güiria Edo. Sucre, en diciembre de 2020, donde perdieron la vida
19 personas entre mujeres, hombres y niños, cuando se dirigían en una
embarcación hacia Trinidad-Tobago en búsqueda de un destino mejor, un lugar que
les provea trabajo y sustento para la familia. Prohibido olvidar.
Como colofón esta anécdota del caso a que da lugar este
trabajo. La abuela Ismenia González declara por las redes que por favor no juzgaran a su hija por la desaparición de
los cuatro niños y clamaba en oración cristiana por la salvación de los tres
pequeños que se encuentran recluidos por deshidratación severa. Sabemos que la desesperación y la necesidad
pueden crear un estado emocional crítico.
Los hogares y familias en pobreza extrema no pueden estar en sus mejores
cabales de normalidad. Salir a buscar leña y algo para vender y alistarse con
ellos para ir al lugar, y luego enviarlos solos de regreso, es una conducta que
por lo general no se piensa en sus consecuencias por la situación tan precaria
y apremiante. Si el Estado Venezolano
tuviera Instituciones para atender la infancia de menores recursos y estudios
sociales de las zonas en mayor peligro
de desnutrición, lo más seguro es que esa madre no fuera desesperada a buscar
leña y a recoger plásticos. Esa es la realidad. Cuando era muy chico no
solo fui beneficiado por políticas hacia la infancia, sino que en toda mi
escolaridad básica y de bachillerato conté con comedores escolares. La realidad
es que todas esas políticas han debido ser retomadas por un gobierno que
clamaba que los niños iban a ser su prioridad por la llamada “deuda social”, de lo que supuestamente no cumplieron en la
Cuarta República.
Este es el saldo de 22
años de revolución socialista……y lo que falta hasta ver la luz de un anhelado
cambio democrático.