EN TORNO AL LIBRO “VENEZUELA
INSURGENTE: DOS MOMENTOS HISTORICOS. 1960/61/62-2014-17” Angel Gustavo Cabrera.
“Hay gente terca. Gente
que con obstinación nos invita a releer lo pretérito como lección, tal
como Ángel Gustavo Cabrera lo hace en
este recuento hemerográfico en dos tiempos: el pasado, tal vez ya remoto, de
Rómulo Betancourt y el hiriente presente
de Nicolás Maduro. Ambos sometidos a un examen comparativo, cuyo propósito
entenderá el lector en el desarrollo del libro”. Tomado del prólogo. Argelia Bravo. Caracas. 20/11/2017.
“El agravante actual es que quienes
gobiernan hoy, muchos de ellos fueron protagonistas políticos de la izquierda
venezolana, que se educaron en el sistema de libertades democráticas
conquistadas, y que con la mayor impudicia están conduciendo al país por
caminos autoritarios de mayor calado que los soportados hasta ahora”. Angel
Gustavo Cabrera. Tomado del Libro: Venezuela Insurgente: Dos momentos históricos.
EL LIBRO que próximamente estará a la venta a un precio
asequible lo escribí en ese año terrible, 2017, que
sigue orbitando en la mente de los venezolanos y en la conciencia de todos los
que reclamamos justicia. Sé que estamos
en abril de 2022, a cinco años de
aquellos fatídicos hechos, pero ahora
más que nunca hay que enrostrarle en la cara de la dictadura y sus máximos
jerarcas sus crímenes de lesa humanidad, sobre todo en esta coyuntura que están
acusados ante el Tribunal Penal Internacional (TPI).
Ellos saben quiénes son, y en el libro están al desnudo sus actuaciones en la
llamada cadena de mando.
No faltará el que se pregunte ¿Por qué esa comparación entre lo que pasó en la década de los años
sesenta y medio siglo después?; ¿Qué tiene que ver esa retrospectiva si la
mayoría de los actores, de parte y parte, están muertos?; ¿Por qué ese empeño terco en
restañar esas viejas heridas?; ¿Para qué le sirve a las generaciones que
crecieron en la democracia, hoy cancelada por un régimen de corte totalitario
manejado por el binomio Rusia-Cuba?; ¿Por qué ese empeño en remover la
historia?
El libro surge en un
momento de conmoción personal al ver como asesinaban a nuestros jóvenes en las
movilizaciones de calle en las principales capitales del país. ¿Qué reclamaban?: Demandas sociales,
libertad, justicia, cese a la represión, democracia. El saldo sangriento entre 2014
y 2017 era alarmante entre asesinados, torturados, desaparecidos, heridos,
presos por causas políticas, en su mayoría por perdigonazos de la Guardia
Nacional, balazos en la cabeza o el abdomen según los informes de la misma
Fiscalía de la Republica, todo reflejado
en el voluminoso expediente que se encuentra actualmente en el Tribunal Penal Internacional. Me
preguntaba ¿Por qué el gobierno de Nicolás Maduro no abrió un compás de
apertura democrática en aquel 12 de Febrero de 2014 cuando dos jóvenes cayeron
en Caracas protestando por los sucesos del Estado Táchira, Bassil Dacosta y Juan Montoya, sino que ahondo en la violencia fortaleciendo
los cuerpos represivos militares y policiales, creando otro organismo
paramilitar como el DGSIM y
posterior el FAES y armando los
llamados colectivos? La respuesta era y es más compleja de lo que se piensa. En
un video, que ya es histórico, soldados de la GNB en marcha cantaban al unísono: “Quisiera tener un puñal de acero
para degollar un maldito guarimbero”
febrero 2017. Expresión terrorista para causar pánico en la población, tal
como desfilaban y entonaban arengas las juventudes nazis incorporadas a las
legiones militares de Hitler.
En primer lugar hay que hacer un poco de historia. Derrocada la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en el año 1958, se esperaba que el gobierno siguiente ofreciera paz, conciliación y democracia. Le
correspondía a Rómulo Betancourt
cerrar la brecha de violencia y las heridas heredadas, la preeminencia de lo
civil y plural sobre lo militar. Para ello, creó un acuerdo de gobernabilidad
con las principales partidos políticos democráticos AD-COPEI-URD en lo que se conoce como el Pacto de Punto Fijo y excluye
al Partido Comunista de Venezuela y a otros sectores militares y sociales.
Lo curioso es que el PCV venia de
apoyar al gobierno democrático de Isaías Medina Angarita (1941-1945),
participar activamente en las luchas
contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, con los partidos
democráticos, formando parte de la Junta Patriótica. Incluso
participo en las elecciones de diciembre de 1958 apoyando la candidatura de Wolfang Larrazábal, un militar
nacionalista no comunista. Esta actitud extremista y sectaria de Betancourt contribuyó,
y según algunos historiadores provocó, que la mayor parte de su dirigencia del Comité Central del PCV apoyara una oposición contra Betancourt y su gobierno calificado de burgués
y reaccionario , tratando de copiar el triunfo de Fidel Castro en Cuba. Al declarar la lucha armada, el partido comunista crea un aparato
militar y se alza contra el gobierno de Betancourt planteando que era una
dictadura disfrazada de democracia y que estaba sostenida por el Imperialismo
Norteamericano. Es allí cuando Betancourt se afianza en el poder y decide
combatir a sangre y fuego cualquier
levantamiento militar que intente derrocarlo y aquellas manifestaciones
populares dirigidas por los comunistas y otros líderes sociales. Este proceso
está registrado en la historia, y aunque al final la guerrilla rural y urbana
salió derrotada, no logrando su
objetivo, quedaron heridas abiertas que
nunca se cerraron. Las fuerzas de izquierda de ese entonces, unas se dedicaron
a participar abiertamente en el proceso democrático a través de las elecciones
parlamentarias, presidenciales, gobernaciones y alcaldías. Otra se quedó con el reconcomio de la derrota esperando una oportunidad
para dar el zarpazo desde algún lugar. De esa historia proviene Hugo
Chávez Frías, hermano de Adán Chávez y un sector bastante importante del PRV-FALN. Dicha Organización nunca
reconoció la derrota de la lucha armada y a finales de los ochenta se divide
entre quienes aspiraban abrirse a la vida pública participando en elecciones y
el sector de Douglas Bravo que apuntaba
a crear un nuevo proyecto político conocido como Tercer Camino-Nueva
Civilización. Para completar es
importante destacar que el ideario político
de Chávez siempre fue pro-cubano, por tanto al llegar a la presidencia por
vía electoral no solo traiciona su promesa de respetar el juego democrático
sino que va echando las bases de una República-Cuartel sobre lo
civil-democrático institucional.
Importante análisis que hace el activista
de los Derechos Humanos y Director de PROVEA
Marino Alvarado en un documental
conocido como LA PROMESA ROTA: El
naufragio de los derechos humanos, sobre esa violencia en los gobiernos del
periodo democrático que se inició con Rómulo Betancourt.
“La llegada de la
democracia no significó una mejora sustancial en materia de Derechos Humanos.
Hubo varias masacres, muy significativas en los
gobiernos de Acción Democrática y el
Partido Socialcristiano COPEI. En 1988 se produce la masacre de El Amparo,
donde 14 pescadores fueron asesinados por militares y policías, en lo que se
conoce como un falso positivo que consistió en asesinar a este grupo de
personas inocentes y presentarlos como guerrilleros. Se produjo la masacre de Yumare (1986), la masacre de Cantaura (1982), el Caracaso (febrero de 1989) que es la mayor violación a los derechos
humanos que haya ocurrido en el país en los tiempos de la democracia, en cifras
extraoficiales estamos hablando de 700 personas asesinadas). El caso de los
llamados “pantaneros”, muy parecidos a los de la FAES, que entraban a los barrios y asesinaban a la gente en una
aparente lucha contra el delito….Hoy podemos decir que el cambio de los
gobiernos de la democracia a los gobiernos bolivarianos no significó un cambio
mayor en materia de derechos humanos”
De allí que mi reflexión,
desarrollada en el libro documental, plantea que al Presidente Chávez le
correspondía abrir un proceso de democracia profunda de orden ciudadana
corrigiendo todos los entuertos de la administración institucional y haciendo
de la democracia un concepto moderno, funcional y eficiente. Incluso con la Constitución de 1999, aprobada por la Asamblea Constituyente ha podido
gobernar y abrir un verdadero camino de paz, concordia y democracia. No fue así
e hizo todo lo contrario: sembró la división, removió odios con listas
apartheid, introdujo cambios en la institución militar con una orientación
ideológica marxista-leninista, especie de ejercito pretoriano a su servicio,
promovió el culto excesivo a su persona comparándose con Simón Bolívar, creó
las milicias bolivarianas a su servicio, socavo las instituciones democráticas
y de justicia por otra de corte totalitaria. Supo sortear las situaciones difíciles,
superar los costos de la masacre del 11
de abril de 2002 con 19 asesinados
que quedaron sin culpables y dejarle finalmente
el camino allanado a su hijo
Nicolás Maduro para que actuara a sus
anchas, era el preferido por Los Castros
para la nueva etapa hegemónica del poder.
La otra reflexión importante que ya es materia de
investigación de historiadores y analistas políticos es que Hugo Chávez y Nicolás Maduro
intervinieron todo el aparataje policial-militar de seguridad ciudadana bajo
órdenes cubanas y su metodología represiva sofisticada, donde la
incondicionalidad al mando y no tener escrúpulos para obedecer cualquier
decisión por muy terrorista que fuera. Allí están los caso de Fernando Albán, del Capitán Acosta Arévalo,
de Oscar Pérez que fue masacrado con seis integrantes en la vivienda, aun
rindiéndose. De los cientos de asesinatos cometidos por colectivos armados,
miembros de la FAES y el SEBIN. De
los que prefieren que se mueran en las cárceles de la dictadura a ser atendidos
por situaciones de salud. Son horrores que comparados con los de Betancourt y
las masacres de la Cuarta República se quedan pequeñas. A esto se agrega como
el sistema de justicia totalmente intervenida y sin poder actuar con autonomía.
La mayoría de los jueces son provisorios y se atienen a órdenes superiores. En
líneas generales estamos en presencia de un gobierno de facto, que en relación
a los acontecimientos de 2014 y 2017 se
suprime el Estado de Derecho y toda la institucionalidad democrática se
reduce al Poder Ejecutivo, hoy reducido a la triada Maduro-Cabello-Padrino.
Marino Alvarado,
Director de PROVEA,
señala que estamos en presencia de un hibrido, al estilo dictaduras de
Pinochet-Videla y Fujimori. Toma de la experiencia de Chile y Argentina lo militar para desarrollar un estado terrorista
y de facto. Y toma de la experiencia de Perú intervenir en las instituciones de
la democracia para destruir la democracia por dentro. Incluso la manera grosera
como han utilizado el manejo de las elecciones de este 21 de Noviembre de 2021.
La parcialidad del CNE, la
intervención en la vida interna de los partidos democráticos, el ofrecimiento
de prebendas a los llamados alacranes, el fraude en manipular las cifras
electorales, la demagogia con bolsas de comida, el chantaje a los electores y
funcionarios públicos hasta los actos terroristas en el Zulia con el asesinato
de un elector. Y esto es poco de todo ese circo que montaron para al final
declararse ganadores.
Al final lo que queda es un enorme vacío, un sabor amargo, sobre todo para mí,
que participé desde los años setenta como activista y militante de la izquierda
por un cambio revolucionario, hasta el golpe del 4 de febrero de 1992. No
obstante ya había superado la fiebre izquierdista y dogmática y mi pensamiento
lindaba más con la democracia. Como no creí en el discurso de Hugo Chávez Frías no vote por él y mucho menos le hice campaña.
Recuerdo que me abstuve. De tal manera
que este libro es un ensayo autocritico, una crónica documental e
interpretativa de esos dos grandes periodos en la historia de nuestro país. Es
una historia personal que pesa demasiado, pero duele más la tragedia para un
país, para mi amada nación que no ve salida a esta pesadilla y a esa gran estafa que la mafia criminal ha
identificado como Socialismo del Siglo
XXI.
Este libro que hoy presento tiene una característica, su
narrativa y relatos tienen un olor a libertad de expresión, medios de
comunicación. Utilice una metodología historiográfica a partir de la prensa y
el valor de recoger la noticia de los sucesos
y acontecimientos trascendentes que se suscitaban en medio de la violencia
provocada por la intemperancia gubernamental y sus órganos represivos. Ello deja una marca, cierto muy cruel, pero
que alguien tiene que cerrar cuando las condiciones políticas cambien.