DEL BUEN SALVAJE AL BUEN
REVOLUCIONARIO DE CARLOS RANGEL
REVISITADO. Angel Gustavo Cabrera
A Marcos, Ibrahin y Belén
A Marcos, Ibrahin y Belén
“El pensamiento de
Carlos Rangel invita a poner los pies en una tierra convocada por la autonomía
de criterios cuando quitemos entre todos la espesa cortina que la ha ocultado.
Cada día se levantan los telones que interfieren la apreciación de las peculiaridades
del paisaje, pero también, cada cierto tiempo reaparecen los buenos
revolucionarios tras la pretensión de vengar una autonomía supuestamente
mancillada” Historiador Elías Pino Iturrieta. Prólogo de la última edición 2018.
“Del Buen salvaje al buen revolucionario es un libro
indispensable no sólo para la comprensión de Latinoamérica, sino de una buena
parte del mundo contemporáneo, donde se reproducen los mismos fracasos, las
mismas impotencias, las mismas ilusiones. …, la obra de Carlos Rangel constituye
una reflexión general sobre la discrepancia entre lo que una sociedad es y la
imagen que esa sociedad tiene de sí misma” Jean-Francoise
Revel. Tomado del Prólogo a la primera edición. 1976.
“Los latinoamericanos no estamos satisfechos con lo que somos,
pero a la vez no hemos podido ponernos de acuerdo sobre
qué somos ni sobre lo que queremos ser. ¿En que consiste, exactamente, ese ser
latinoamericano que compartimos desde el Rio Bravo hasta la Patagonia?” Carlos
Rangel. Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario”. 1976. 1era edición.
¿Qué valor puede tener este libro en tiempos posmodernos, aun cuando la modernidad todavía tiene mucho por hacer en
tierras americanas? ¿Qué
importancia tiene hoy en día la historia
de los pueblos de habla hispana y su
cultura ancestral en un mundo caracterizado por el pragmatismo cibernético? ¿Cómo es que todavía se habla de mitos fundacionales
paradigmáticos en los proyectos de Latinoamérica como son, entre otros, el
desdén contra Europa y los Estados Unidos por su afán imperialista, el rechazo a proyectos capitalistas como vías
para el desarrollo económico y societario; la renovación marxista-leninista como
salvadora de América Latina, el papel de la Iglesia y la exhortación de su
cristiandad en Dios para que resuelva los problemas de los pobres y de la
sociedad en general?, y tantos otros.
Han sido un conjunto de mitos con los que crecimos en nuestra
formación cultural y política. Y lo peor es que dirigieron nuestros pasos en
buena parte del siglo XX, desde las universidades, los partidos y
organizaciones políticas, la familia y la
educación recibida. Tiempos en que los grandes relatos salvadores de la
humanidad estaban en boga y el dogmatismo hizo de las suyas borrando cualquier
posibilidad de buscar un camino propio, latinoamericano, de desarrollo
capitalista y modernización económica. A esto se agrega dos elementos que
Carlos Rangel estudia muy bien en su libro.
Uno, las debilidades de los
proyectos democráticos de tendencias socialdemócratas y socialcristianas interrumpidos por dictaduras militares y
estructuras políticas populistas y demagógicas. Segundo, las consecuencias que iba a tener la revisión que hizo
Lenin del viejo marxismo en su libro “El
Imperialismo fase superior del capitalismo”, escrito en 1916, donde planteaba
que las contradicciones principales ahora estaban planteadas entre países
capitalistas y países dependientes; países colonialistas y países colonizados. Este
planteamiento le allanó el camino a lo que sería posteriormente la URSS (Unión
de Repúblicas Socialistas Soviéticas) y los arreglos que hizo José Stalin para
que en nombre del Socialismo mundial jugara un papel imperialista al lado de
los Estados Unidos e Inglaterra. Lo demás es historia conocida.
En el caso de América
Latina dichas teorías revisionistas fueron compradas no solo por la mayor parte de la izquierda
latinoamericana en la praxis política, sino también desde los cenáculos de las academias. La teoría de la dependencia de Raúl Prebish, Andre Gunder Frank, Theotonio Dos
Santos, Enzo Faletto, Samir Amin, Vania
Bambirra, Celso Furtado y tantos otros, le
sirvieron a la Izquierda latinoamericana para argumentar la lucha contra el
Imperialismo Norteamericano como único enemigo de los pueblos, directa o indirectamente era un respaldo a la
visión marxista-leninista y la acción de los partidos comunistas pro-soviéticos
en América Latina, soslayando el papel imperial ruso en el reparto del mundo
después de los resultados de la II
guerra mundial en 1945. Sus consecuencias
en la penetración hacía América Latina,
comenzando por Cuba, en la que Rangel ve a Fidel y al Che como el símbolo del “buen revolucionario”,
recibido por los latinoamericanos con cierto placer. Y agrega “La atención que nos prestaba la revolución cubana era halagadora, pero estaba hecha de una gran frivolidad, de una gran
presunción y de una gran condescendencia”. ¿Quién podía
advertir que detrás de ese El Mesías llamado Fidel Castro se escondía un
proyecto totalitario y fascista? Carlos Rangel fue uno de pocos y se ganó el
rechazo de intelectuales y la animadversión
de académicos “progresistas” y por supuestos de partidos políticos y movimientos de Izquierda.
DEL BUEN SALVAJE AL
BUEN REVOLUCIONARIO
es un libro anti dogma, revisa de manera enjundiosa nuestro pasado, las
actuaciones políticas en los proyectos latinoamericanos y las intervenciones
foráneas para bien o para mal, porque no estamos solos en el mundo, nuestra
cultura es occidental, moderna y ligada a las mejores tradiciones democráticas
y desarrollo económico plural, aunque para ello halla que desmontar los grandes
mitos que se han venido tejiendo y de lo
cual el mismo Rangel apunta que muchos de ellos tuvieron su origen en la misma
Europa. Carlos Rangel fallece en 1988 y
Carlos Montaner, su gran amigo, escribe en el prólogo de 2005 lo siguiente: “…Cuanto habría disfrutado Carlos la
desaparición del Comunismo en Europa, cuando fue derribado el Muro de Berlín,
el total descredito del marxismo: la historia había confirmado sus mejores
razonamientos e intuiciones.” Sin embargo el legado de su pensamiento no se
cristalizó en su amada Venezuela a la cual entregó sus mejores años bien como
periodista y como un intelectual digno enfrentado a las verdades sacrosantas.
La llamada Cuarta República con su clase dirigente en decadencia no pudo tomar
las medidas de transformar el Estado y las reformas de su economía, abriéndole
la brecha a un oscuro y carismático militar que se apoderaría del Estado con la
anuencia popular y la mesa servida para la penetración de Fidel Castro y sus
huestes. Y con ello revivir los mitos y
las típicas monsergas de la izquierda antidemocrática y retrograda, tales como
el antiimperialismo, la soberanía nacional, el indigenismo, etc. Chávez llego a
decir que su proyecto revolucionario representaba la continuación del proyecto
bolivariano interrumpido por la oligarquía conservadora de 1830. Toda esa carga
mitológica, que analizó Rangel en su
tiempo, ha sido revitalizada en un marco geopolítico mundial donde Venezuela
aparece al lado de Rusia, China, Irán y Cuba, conocido como el eje del mal.
Nada halagador por supuesto pero es lo que nos toca en la actualidad. No
obstante, a pesar a pesar que ese
discurso adquirió cuerpo en algunos países de la región tales como Ecuador,
Bolivia, Argentina, Uruguay y Brasil, no se sostuvo en el tiempo y hoy esos países
buscan senderos democráticos en el marco de los valores occidentales y economía
de mercado. Tal parece que las aguas debajo del puente vuelven a sus cauces
aunque las amenazas siempre van a estar latentes. El capítulo aún no se cierra.
DEL BUEN SALVAJE AL
BUEN REVOLUCIONARIO
cobra una gran vigencia para Venezuela, específicamente y para todo aquel que
guste de indagar sobre la mitología histórica en la América Hispana. El gran
filósofo Edgar Morin sostiene que los mitos nunca mueren, ellos se reproducen
por la cultura y las civilizaciones de generación en generación. Sin embargo no
niega que no se puedan controlar para que no dirijan la política de un país,
verbigracia Venezuela, donde la clase política gobernante actual se vale de subterfugios y trampas ideológicas
populistas para acabar con el pensamiento republicano y hasta la democracia como forma de gobierno, de ello
sobran los ejemplo con el control a su antojo que han hecho de la Constitución
de 1999, justificada siempre con fines revolucionarios y de protección a los
pobres. Cita Rangel a Octavio Paz sobre
el papel de la mentira como política: “la
mentira política se instaló en nuestros pueblos casi constitucionalmente. El
daño moral ha sido incalculable y alcanza zonas muy profundas de nuestro ser.
Nos movemos en la mentira con naturalidad… De ahí que la lucha contra la mentira oficial y constitucional sea el primer
paso de toda tentativa seria de reforma”. La izquierda venezolana se nutrió
de mitos, medias verdades, exageraciones y como somos de una cultura oral llena
de chismes y rumores, entonces abre al camino al discurso grandilocuente y
demagogo. Esto aparece más claro en el acontecer político venezolano, sin
embargo muchas veces más pueden los mitos que la realidad.
Cierro esta breve visita a este interesante libro
reflexionando sobre el papel de la América Latina en las próximas décadas. El
mundo contemporáneo ha sufrido transformaciones y mutaciones históricas impredecibles
en este siglo XXI, ya no son los grandes relatos los que marcan el devenir histórico,
sino una civilización tecnocrática,
individualista y consumista e indiferente ante los problemas ecológicos.
América Latina no tiene alternativa. O se consume en la frivolidad posmoderna,
en esquemas totalitaristas donde Rusia intenta revivir sus mitos O busca su
propia fisonomía, su propia historia moderna, occidentalizada. No parece fácil y
nadie dijo que lo era. El legado de Carlos es importante, desmitificar los mitos.