miércoles, 15 de enero de 2020

DEL BUEN SALVAJE AL BUEN REVOLUCIONARIO DE CARLOS RANGEL REVISITADO


DEL BUEN SALVAJE AL BUEN REVOLUCIONARIO DE CARLOS RANGEL  REVISITADO. Angel Gustavo Cabrera

A Marcos, Ibrahin y Belén

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“El pensamiento de Carlos Rangel invita a poner los pies en una tierra convocada por la autonomía de criterios cuando quitemos entre todos la espesa cortina que la ha ocultado. Cada día se levantan los telones que interfieren la apreciación de las peculiaridades del paisaje, pero también, cada cierto tiempo reaparecen los buenos revolucionarios tras la pretensión de vengar una autonomía supuestamente mancillada  Historiador Elías Pino Iturrieta. Prólogo de la última edición 2018.

“Del Buen salvaje al buen revolucionario es un libro indispensable no sólo para la comprensión de Latinoamérica, sino de una buena parte del mundo contemporáneo, donde se reproducen los mismos fracasos, las mismas impotencias, las mismas ilusiones. …, la obra de Carlos Rangel constituye una reflexión general sobre la discrepancia entre lo que una sociedad es y la imagen que esa sociedad tiene de sí misma” Jean-Francoise Revel. Tomado del Prólogo a la primera edición. 1976.

“Los latinoamericanos no estamos satisfechos con lo que somos, pero a la vez no hemos podido ponernos de acuerdo sobre qué somos ni sobre lo que queremos ser. ¿En que consiste, exactamente, ese ser latinoamericano que compartimos desde el Rio Bravo hasta la Patagonia?”  Carlos Rangel. Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario”. 1976. 1era edición.

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¿Qué valor puede tener este libro en  tiempos posmodernos,  aun cuando  la modernidad todavía tiene mucho por hacer en tierras americanas?  ¿Qué importancia  tiene hoy en día la historia de los pueblos de habla hispana  y su cultura ancestral en un mundo caracterizado por el pragmatismo cibernético?  ¿Cómo es que todavía se habla de mitos fundacionales paradigmáticos en los proyectos de Latinoamérica como son, entre otros, el desdén contra Europa y los Estados Unidos por su afán imperialista,  el rechazo a proyectos capitalistas como vías para el desarrollo económico y societario; la renovación marxista-leninista como salvadora de América Latina, el papel de la Iglesia y la exhortación de su cristiandad en Dios para que resuelva los problemas de los pobres y de la sociedad en general?, y tantos otros.

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Han sido un conjunto de mitos con los que crecimos en nuestra formación cultural y política. Y lo peor es que dirigieron nuestros pasos en buena parte del siglo XX, desde las universidades, los partidos y organizaciones políticas,  la familia y la educación recibida. Tiempos en que los grandes relatos salvadores de la humanidad estaban en boga y el dogmatismo hizo de las suyas borrando cualquier posibilidad de buscar un camino propio, latinoamericano, de desarrollo capitalista y modernización económica. A esto se agrega dos elementos que Carlos Rangel estudia muy bien en su libro. Uno,  las debilidades de los proyectos democráticos de tendencias socialdemócratas y socialcristianas  interrumpidos por dictaduras militares y estructuras políticas populistas y demagógicas. Segundo, las consecuencias que iba a tener la revisión que hizo Lenin del viejo marxismo en su libro “El Imperialismo fase superior del capitalismo”, escrito en 1916, donde planteaba que las contradicciones principales ahora estaban planteadas entre países capitalistas y países dependientes; países colonialistas y países colonizados. Este planteamiento le allanó el camino a lo que sería posteriormente la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) y los arreglos que hizo José Stalin para que en nombre del Socialismo mundial jugara un papel imperialista al lado de los Estados Unidos e Inglaterra. Lo demás es historia conocida.

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 En el caso de América Latina dichas teorías revisionistas fueron  compradas no solo  por la mayor parte de la izquierda latinoamericana en la  praxis política,  sino también desde  los cenáculos de las academias. La teoría de la dependencia de  Raúl Prebish, Andre Gunder Frank, Theotonio Dos  Santos, Enzo Faletto, Samir Amin, Vania Bambirra, Celso Furtado  y tantos otros,   le sirvieron a la Izquierda latinoamericana  para argumentar la lucha contra el Imperialismo Norteamericano como único enemigo de los pueblos,    directa o indirectamente era un respaldo a la visión marxista-leninista y la acción de los partidos comunistas pro-soviéticos en América Latina, soslayando el papel imperial ruso en el reparto del mundo después de los resultados de la  II guerra mundial en 1945. Sus consecuencias  en la penetración hacía América Latina, comenzando por Cuba, en la que Rangel ve a Fidel y al  Che como el símbolo del  buen revolucionario”,  recibido por los latinoamericanos  con cierto placer. Y agrega “La atención que  nos prestaba la revolución cubana  era halagadora, pero estaba hecha de una gran frivolidad, de una gran presunción y de una gran condescendencia”.  ¿Quién podía advertir que detrás de ese El Mesías llamado Fidel Castro se escondía un proyecto totalitario y fascista? Carlos Rangel fue uno de pocos y se ganó el rechazo  de intelectuales y la animadversión de  académicos “progresistas” y  por supuestos de partidos políticos  y movimientos de Izquierda.
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DEL BUEN SALVAJE AL BUEN REVOLUCIONARIO es un libro anti dogma, revisa de manera enjundiosa nuestro pasado, las actuaciones políticas en los proyectos latinoamericanos y las intervenciones foráneas para bien o para mal, porque no estamos solos en el mundo, nuestra cultura es occidental, moderna y ligada a las mejores tradiciones democráticas y desarrollo económico plural, aunque para ello halla que desmontar los grandes mitos que se han venido tejiendo y  de lo cual el mismo Rangel apunta que muchos de ellos tuvieron su origen en la misma Europa. Carlos Rangel fallece  en 1988 y Carlos Montaner, su gran amigo, escribe en el prólogo de 2005 lo siguiente: “…Cuanto habría disfrutado Carlos la desaparición del Comunismo en Europa, cuando fue derribado el Muro de Berlín, el total descredito del marxismo: la historia había confirmado sus mejores razonamientos e intuiciones.” Sin embargo el legado de su pensamiento no se cristalizó en su amada Venezuela a la cual entregó sus mejores años bien como periodista y como un intelectual digno enfrentado a las verdades sacrosantas. La llamada Cuarta República con su clase dirigente en decadencia no pudo tomar las medidas de transformar el Estado y las reformas de su economía, abriéndole la brecha a un oscuro y carismático  militar que se apoderaría del Estado con la anuencia popular y la mesa servida para la penetración de Fidel Castro y sus huestes. Y con ello revivir  los mitos y las típicas monsergas de la izquierda antidemocrática y retrograda, tales como el antiimperialismo, la soberanía nacional, el indigenismo, etc. Chávez llego a decir que su proyecto revolucionario representaba la continuación del proyecto bolivariano interrumpido por la oligarquía conservadora de 1830. Toda esa carga mitológica, que analizó  Rangel en su tiempo, ha sido revitalizada en un marco geopolítico mundial donde Venezuela aparece al lado de Rusia, China, Irán y Cuba, conocido como el eje del mal. Nada halagador por supuesto pero es lo que nos toca en la actualidad. No obstante,  a pesar a pesar que ese discurso adquirió cuerpo en algunos países de la región tales como Ecuador, Bolivia, Argentina, Uruguay y Brasil, no se sostuvo en el tiempo y hoy esos países buscan senderos democráticos en el marco de los valores occidentales y economía de mercado. Tal parece que las aguas debajo del puente vuelven a sus cauces aunque las amenazas siempre van a estar latentes. El capítulo aún no se cierra.

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DEL BUEN SALVAJE AL BUEN REVOLUCIONARIO cobra una gran vigencia para Venezuela, específicamente y para todo aquel que guste de indagar sobre la mitología histórica en la América Hispana. El gran filósofo Edgar Morin sostiene que los mitos nunca mueren, ellos se reproducen por la cultura y las civilizaciones de generación en generación. Sin embargo no niega que no se puedan controlar para que no dirijan la política de un país, verbigracia Venezuela, donde la clase política gobernante actual  se vale de subterfugios y trampas ideológicas populistas para acabar con el pensamiento republicano y hasta la  democracia como forma de gobierno, de ello sobran los ejemplo con el control a su antojo que han hecho de la Constitución de 1999, justificada siempre con fines revolucionarios y de protección a los pobres.  Cita Rangel a Octavio Paz sobre el papel de la mentira como política: “la mentira política se instaló en nuestros pueblos casi constitucionalmente. El daño moral ha sido incalculable y alcanza zonas muy profundas de nuestro ser. Nos movemos en la mentira con naturalidad… De ahí que la lucha contra la mentira oficial y constitucional sea el primer paso de toda tentativa seria de reforma”. La izquierda venezolana se nutrió de mitos, medias verdades, exageraciones y como somos de una cultura oral llena de chismes y rumores, entonces abre al camino al discurso grandilocuente y demagogo. Esto aparece más claro en el acontecer político venezolano, sin embargo muchas veces más pueden los mitos que la realidad.

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Cierro esta breve visita a este interesante libro reflexionando sobre el papel de la América Latina en las próximas décadas. El mundo contemporáneo ha sufrido transformaciones y mutaciones históricas impredecibles en este siglo XXI, ya no son los grandes relatos los que marcan el devenir histórico,  sino una civilización tecnocrática, individualista y consumista e indiferente ante los problemas ecológicos. América Latina no tiene alternativa. O se consume en la frivolidad posmoderna, en esquemas totalitaristas donde Rusia intenta revivir sus mitos O busca su propia fisonomía, su propia historia moderna, occidentalizada. No parece fácil y nadie dijo que lo era. El legado de Carlos es importante,  desmitificar los mitos.