jueves, 14 de enero de 2016

Las Artes Pictoricas y El Siglo XXI

LAS ARTES PICTORICAS  Y EL SIGLO XXI

Angel Gustavo Cabrera



“No podemos prescindir de una concepción del mundo y del hombre, es decir de una filosofía.  No solo no podemos prescindir de las ideas, sino tampoco de la poesía, músicas, novelas, para aprehender  ser-en-el-mundo, es decir para conocer. No podemos prescindir de la ética. Es cierto que nuestros valores  no podrían ser probados empírica y lógicamente, pero nuestra lógica  y nuestro conocimiento empírico pueden dialogar con ellos”  Edgar Morín. El Método. Tomo IV. Las ideas



“Entre las obras de los hombres y las naturalezas existe la misma relación que entre el hombre y Dios”.  Leonardo da Vinci. (1466-1519)



“El artista es la fórmula de la más grande inteligencia; a él llegan los sentimientos, las traducciones más delicadas (…) Nuestros cinco sentidos llegan directamente al cerebro, impresionados por una infinidad de cosas.” Paul Gauguin (1848-1903)



“Por encima de todo, yo quiero llegar a un punto en que se diga d mi obra: este hombre sintió profundamente y este hombre siente delicadamente. A pesar de mi reconocida torpeza (…) o quizás a causa de ella”           Vicent van Gogh. 1853-1890

“Cada mañana al despertarme, siento un placer supremo, el placer de ser Salvador Dalí.”  (1904-1984)

Desde tiempos inmemoriales las artes pictóricas están asociadas estrechamente al andar del hombre. Sus primeras manifestaciones en las cuevas y rocas son registros prehistóricos que denotan una necesidad de transmitir y comunicarse con el mundo exterior. Las grandes civilizaciones del mundo antiguo, de la época medieval,  de las civilizaciones aztecas, mayas e incas. Todas guardaban una comunión espiritual entre la cultura y el universo, un encuentro entre el Hombre y la Naturaleza, entre la creación y la deidad. La época medieval  le imprime un carácter religioso en la salvación eterna y es en El Renacimiento cuando se eleva el campo del  saber y de las artes, período en que se verifican profundas transformaciones sociales, económicas y políticas que encaminan el mundo hacía la modernidad. “Pienso, luego existo” de Rene de Descartes es lo máximo de la razón humana separada de Dios y el mundo espiritual. Ya las ideas  y el conocimiento no vendrán  del cielo ni de los mitos, sino estará en los hombres. Puede el ser humano crear, transformar, registrar su producción artística y fortalecer su individualidad. Esto no significa que el hombre dejó de creer en sus dioses y mitos. Vemos a un Leonardo da Vinci cuyo arte está expresado en  el conocimiento del espacio, la naturaleza, la perspectiva, el análisis sistemático, la nítida objetividad, el valor de la experiencia, la mirada <<científica>>  y la latencias de los secretos del alma  y una marcada espiritualidad  del amor a Dios por sobre todas las cosas.

Se impuso la modernidad y con ello todos los cambios  culturales, tecnológicos, societarios, conocidos. Las artes pictóricas tuvieron sus grandes manifestaciones creativas tanto en contenido temático como en el trazado, el color, los materiales usados. Esto les dio un impulso tal que surgieron escuelas y corrientes pictóricas como la figurativa, el impresionismo, el abstraccionismo, el pop-art, el cubismo, el realismo, el surrealismo, el cinetismo, etc.  La naturaleza, el paisaje, la figura humana, lo cotidiano, lo raro, lo extraño, lo telúrico,   entraron en el mundo vasto del artista, quien le imprime  su sello individual, su riqueza espiritual y su conexión con el mundo exterior. Además se observa que las temáticas religiosas quedan en un segundo plano o son interpretadas fuera de ese carácter sagrado que tuvieron sus antecesores.  Mientras que para Da Vinci lo primordial era la relación Dios-Naturaleza. Para Gauguin el hombre y sus cinco sentidos son fundamentales, igual para Vicent van Gogh.

El artista plástico venezolano, Braulio Salazar expresó en una entrevista hecha por el poeta Juan Liscano (ambos fallecidos), lo siguiente: “Una verdadera obra de arte debe tener siempre una carga interior, poco importa la tendencia en que ella pueda ubicarse. El arte no cesa nunca de angustiarnos. ¿Será esto hasta el fin de nuestros días? Ya no son los secretos para hacer un cuadro lo que me preocupa, no es asunto de oficio, ni de éxito económico o publicitario. El problema radica ahora en terminar mi obra, en completarla hasta donde sea posible.”

La pregunta que me hago con reiterada insistencia es saber  ¿Que le depara al mundo artístico  al  nuevo siglo en el marco de la nueva etapa de la modernidad  o lo que muchos ya hablan de mundo  posmoderno? ¿Habrá que inspirarse en el legado que sembraron otros o tenemos que hacer nuestras propias lecturas del siglo en cuestión? La globalización y sus colaterales, la diseminación del poder económico, político, social y cultural, las comunicaciones y el ciber-espacio, las expresiones fundamentalistas religiosas, el terrorismo, las emigraciones, el calentamiento global y la búsqueda de nuevas fuentes de energía, de la bipolaridad a la multipolaridad, los grandes alcances de la ciencia que dejan muy atrás el paradigma clásico,  deben interesarle al artista plastico o debe ser indiferente?

Si no resulta ser  indiferente,  ¿qué interpretación  requiere?  Voy a citar al filósofo Edgar Morín en cuanto a la caracterización del modelo todavía predominante y lo que se aspira: <<Hacer la revolución por todas partes>>: así hablaba Sainte-Beuve del método cartesiano. Y es que Descartes había formulado el gran paradigma que iba a dominar  Occidente, la disyunción del sujeto del objeto, del espíritu y la materia, la oposición del hombre de la naturaleza. Si a partir de un paradigma de complejidad puede nacer un nuevo método, encarnarse, caminar, progresar, quizás entonces podría éste <<hacer la revolución por todas partes>>, incluso en la noción de revolución que se ha vuelto plana, conformista y reaccionaria” Más adelante agrega  “frente a un mundo en crisis, me conmueve los ruidos del mundo, de las armas, de los conflictos, de las liberaciones efímeras y trastornadoras, de las opresiones duraderas y duras que atraviesan los muros, me golpean el corazón. El único conocimiento que vale es aquel que se nutre de  incertidumbre y que el único pensamiento que vive es aquel que se mantiene a la temperatura de su propia destrucción. Me he sentido conectado con el patrimonio planetario, animado por la religión de lo que une, el rechazo de lo que rechaza, una solidaridad infinita; lo que el Tao llama el espíritu del valle <<recibe todas las aguas que se vierten en él>>

Este ensayo es solo una apertura al dilema de las artes pictóricas en el siglo que apenas abre su umbral. Sé que necesitamos de una antropo-sociología, que ella debe articularse con la  ciencia de la naturaleza y esto conducirá a una reorganización de la estructura del saber.  Liberarse del auto-centrismo. El hombre del siglo XXI tiene ante sí un reto: buscar los bucles retroactivos de esa comunión con el cosmos, la relación pasado-presente bajo una actitud dialógica y una poderosa carga de resistencia cultural.

“La pintura hoy funciona directamente como una actividad conceptual en términos filosóficos y el objeto artístico funciona tan sólo como una referencia cifrada a la realidad tangible”   Francis Bacón

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