“Fue un artista
revolucionario. Fue un letrista original y un deslumbrante guitarrista su
talento era ilimitado.” MIck Jagger.
“La vida de un genio
está conformada por luces y sombras. En la de Prince, los contraste fueron
arte.” Víctor Amaya. Crítico musical.
“Como los libros y
las vidas de negros, los discos todavía importan” Prince
“Estoy cada vez más
convencido de que nuestros principios de conocimiento ocultan lo que, en
adelante, es vital conocer”. Edgar Morín. Filosofo.
La muerte de los famosos siempre
será noticia mundial, y mucho más ahora que cualquier acontecimiento mundial se
conoce en fracciones de segundo en todo el globo. Ahora es que se va a explotar su figura, su
talento y sus excentricidades, sobre todo a nivel comercial. Pasará, sin duda,
a esa legión de músicos como Michael
Jackson, Jimy Hendrix, Janis Joplin, Elvis Presley, y tantos otros que son
eternamente recordados por su fans y los fanáticos de sus grabaciones. Cada
uno, en su estilo, en su género musical, en sus irreverencias y desenfado, dejan una honda huella en esta alocada
modernidad y posmodernidad, bien sea como producto o como una crítica al mundo
pervertido en que se vive, o ambos, donde el escape o trasiego puede ser la
drogas, los escándalos sexuales, los excesos materiales, el exacerbado
egocentrismo.
Las noticias mundiales de corte
sensacionalista solo se encargan de informar lo concreto, la narrativa de cómo
murió, donde fue encontrado, hurga en el morbo irrelevante, sus éxitos
discográficos, mas no penetra en lo profundo de su personalidad, esa dualidad
artista-persona que se desdobla entre lo que pide sus seguidores y quien
realmente es Prince Rogers Nelson.
Probablemente en el tiempo habrá quien se encargue de arrojar luces con
acuciosas y fidedignas investigaciones, eso, estamos seguros vendrá, porque no
se trata de un músico de pacotilla, sino de un “verdadero talento que no se repetirá en la historia”, según palabras
de Víctor Amaya.
Prince Roger Nelson tiene en su haber 40 años de carrera artística,
de entrega con devoción, pasión, casi que vida y músico estaban hechos en una
sola personalidad e hizo de su territorio en Minneapolis su base de operaciones y destino único de su
música. “Allí construyó Paisley Park, su
cuartel general, su fortaleza llena de estudios de grabación, de salas de
ensayo y hasta de lugares que sirvieron para hacer alocadas fiestas,
presentaciones de discos privadas, conciertos exclusivos, entrevistas
insólitas. Allí nació su leyenda. Y allí murió su cuerpo. Hogar y trabajo.
Hombre y artista. Todo junto”. Prince era sumamente versátil, cantante,
compositor, multi instrumentista de Rock, Pop, Funk y New Wave. En la década de
los noventa emprende una feroz lucha contra su casa disquera Warner Bross por
los derechos de autor y tanto es así que sus trabajos musicales no podían
reproducirse por Internet a menos que el diera el consentimiento. Su enorme ego hizo que mucho
de sus empleados lo llamaran “Mesías”
o “Dios”. Prince fue un irreverente,
el cual puso al desnudo lo hipócrita y la mediocridad de los mitos sexuales, de
la religión, era un Testigo de Jehová hipersensualizado, su androginia, sus
labiales, sus desnudos, sus locuras de su Instagram oficial. Da la impresión de
ser un personaje de esos que crea la cultura alienada del rock moderno al
estilo de Michael Jackson de los finales del siglo XX, muy distante de aquella
vieja época de Los Beatles y toda
esa generación de grupos musicales, de los cuales todavía se mantiene en pie The Rolling Stones.
Pertenezco a esa generación de
Los Beatles, estuve muy compenetrado con la poética y protestas
desenfadadas de John Lennon y Yoko Ono por un mundo mejor y darle un chance a la paz. Desde este lado del mundo seguí con
pasión el mundo contestatario de los hippies, de pelo largo y las demandas del
poder joven. Fui fans de aquel famoso concierto en Estados Unidos (1969) de Woostock, conocido con el emblema de la
paloma en la guitarra, fueron tres días de paz y amor donde desfilaron figuras
reconocidas como Carlos Santana, The
Who, Joe Cocker, Janis Joplin, Jimmi Hendrix, Joan Baez, Sangre, Sudor y
Lágrimas, Crosby, Stills & Nash, Melanie, John Sebastián, The Family Stone,
Ten Years After, y muchos más. Después vendría el famoso concierto en África
para denunciar el hambre en Biafra y la muerte de niños por desnutrición, donde recuerdo que participó George Harrison. Pero el sistema
político imperante logró acallar esas voces y convertir en sociedad de consumo
a través de la propaganda comercial y capitalista. Después vendrían estas
grandes figuras del rock, con uno de los
grandes, convertido en un icono, llamado
Michael Jackson, conocido como el Rey del Pop, que jamás
llegaron a entrar en conflicto político
e ideológico con el Estado Norteamericano.
Prince Roger Nelson, norteamericano, de 57 años de edad, está
cerrando una época en la música moderna y falta, aún por saber, que traerá los tiempos posmodernos desde este
centro de poder mundial, por cierto uno de los Imperios, que conjuntamente con
China, ha comprometido más al planeta
con la crisis global y la producción de gases invernaderos, dañando a la tierra y poniendo en peligro de
extinción a la propia raza humana en los
próximas décadas. Ojala que las nuevas tendencias artísticas y estilos musicales tomen en cuenta estos
clamores mundiales y no se encasillen en conductas eminentemente comerciales,
consumistas e individualistas.
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