
“Si estoy condenado, entonces estoy no solamente condenado a
muerte, sino también condenado a defenderme hasta la muerte… Mi camino no es
nada bueno y terminará, por mucho cuidado que ponga, como un perro.” Franz Kafka. Diario íntimo.
“El secreto de Kafka reside en esta ambigüedad fundamental.
Estas oscilaciones perpetuas entre lo natural y lo extraordinario, el individuo
y lo universal, lo trágico y lo cotidiano, lo absurdo y lo lógico, vuelven
a encontrarse en toda su obra y le dan a
su vez su resonancia y su significación” Tomado de EL MITO DE SISIFO de Albert Camus.
“La grandeza de esta obra, consiste en que lo ofrece todo sin
que confirme nada” Tomado de EL MITO DE SISIFO de
Albert Camus
“Tuve que disentir/ ocultarme, / desaparecer. Tuve/ que ser una
disonancia. / Tuve que dejarme ir/ a la deriva/ sin explicar. / Tuve que
esconder/ el rostro, / volverme / huidizo, / callar, acallar / (cuando acaso
era útil una simple declaración). / Se me juzgaba con Ley de hombre / pero
nunca fui interrogado. / Todo / fue por ti, / y no te he visto. Del
Poemario INTEMPERIE. Rafael Cadenas.
“La dicha es saludable para el cuerpo, pero es la desdicha la
que desarrolla las fuerzas del espíritu”. Marcel
Proust.
Un hombre ebrio llega a su casa, maltrata a su mujer, a su
hijo y al vecino lo invita a pelear por una vieja ofensa a su mujer. Le grita
improperios y maldiciones. Al día siguiente se levanta cantando, saluda a su
mujer y a sus hijos, llama al vecino para disculparse pero este desea no
atender su llamado. Entonces se va sonriente por la avenida, toma el bus y llega
a la oficina. Allí toma el celular y le envía un mensaje a su vecino que dice:
“Yo no puedo más con este dolor que
tengo, porque no puedo recoger el agua que ya se ha derramado, lo único que
puedo hacer es seguir intentándolo para que cada día mi amor por ti sea más
perfecto. Pero siempre serás mi amado amigo y eso ni tú me lo puedes arrebatar
porque el amor que siento por ti me pertenece a mí. Hay un axioma de mi abuelo
que dice ECHATE LA CULPA A TI PRIMERO Y ENCONTRARAS LA JUSTICIA”. Días
después, cuando regresaba de la oficina,
se toma unos tragos e invita a su mujer, su hijo y el vecino. Todo se perdona y se olvida. La historia es
cíclica.
Esta breve historia tomada de la realidad cotidiana confiere
el mundo banal, simple, natural que denota lo absurdo de la vida. Pudiese ser
un punto de partida para una obra que siga los pasos trascendentes o el estilo
de Franz Kafka. Por supuesto con mayor rigurosidad y tratamiento que requiere
una narración, que ponga en juego un contexto, una descripción sin
calificativos, una simbología universal e individual, una lógica en el proceder
de sus personajes y posiblemente una imbricación de vida natural con lo absurdo.
Hay un ensayo del filósofo Albert
Camus titulado “LA ESPERANZA Y LO
ABSURDO EN LA OBRA DE FRANZ KAFKA” que revela lo trascendente y vigencia de
este autor checo: “Hay en la condición
humana, y este es el lugar común de todas las literaturas, una absurdidad
fundamental al mismo tiempo que una grandeza implacable. Las dos
coinciden, como es natural. Ambas se
configuran, repitámoslo, en el divorcio ridículo que separa nuestras
intemperancias de alma de los goces perecederos del cuerpo. Lo absurdo es que
sea el alma de ese cuerpo quien le sobrepasa tan desmesuradamente. Quien quiera
simbolizar esa absurdidad tendrá que darle vida mediante un juego de contrastes
paralelos. Por eso Kafka expresa la tragedia mediante lo cotidiano y lo absurdo
mediante lo lógico.” Albert Camus.
EL MITO DE SISISFO. Paris. 1951.
Y nada mejor que bosquejar una de las grandes obras de Franz Kafka: EL PROCESO, que comenzó a escribir a mediados de agosto de 1914 y se publicaría a título póstumo en 1925 en Berlín. Kafka mismo no terminó la novela ni pensó mandarla a la imprenta. Al morir Kafka, su amigo Brod se encontró ante un grave dilema: conservar sus escritos o quemarlos como consta en cartas y solicitudes del escritor. Aunque también precisaba a Brod que podía liberar del fuego algunos manuscritos, entre ellos EL PROCESO si así lo deseaba. No quemó ninguno y como Kafka le había leído esta novela, pudo ordenar los capítulos y resolver asuntos menores de redacción y ortografía.
Mi interés en revisitar esta obra que leí recientemente con ojos contemporáneos
es ver como esta novela principal de Franz Kafka mantiene una lozanía y juventud, muy a pesar de casi un siglo que
nos separa. No es la vida de Kafka la que está detrás de Josef K. muy a pesar
de que las biografías la asocian, sino la universalidad de EL PROCESO y la condición
humana en general. Es un portavoz del hombre contemporáneo. Josef K está en
todos lados, en el burócrata de oficina, en el ama de casa, en la prostituta,
en el borracho de la cuadra, en la joven que estudia, en el artista, en los
poetas, en Picasso, Dalí, Neruda, Marilyn Monroe, en el boxeador, en el
alpinista, en el músico, etc.
Todos llevamos EL PROCESO de una humanidad sórdida, egoísta, individual,
indiferente, antiecológica y que al volver la vista atrás pretendemos ignorar a Franz Kafka y mucho
otros escritores y filósofos que alentaron sobre lo que se estaba incubando en
ese hombre futuro. La simple convicción que la vida humana carece de sentido,
ya era un castigo. Atado a banalidades, a la vida superflua, al dinero, a los
convencionalismos, metidos por caminos que nos conduce a la muerte del alma.
Como lo refiere la obra icónica de Edvard Munch titulada EL GRITO (1983) que
supone aires deprimentes, entornos deformes o distorsionados. O bien para dejarlo más claro lo que nos dice
Enzo del Bufalo en el prefacio de su
obra reciente NOTAS DE BABILONIA (2009) y que complementa la obra kafkiana: “Un itinerario de fuga del reticulado mental
que nos ha impuesto cierta modernidad
-no toda- que nos impide pensar y se ha convertido en una cárcel donde
impera el dogmatismo, el conformismo y la demagogia que acompaña la sociedad de
control en la cual vivimos” Quien haya leído EL PROCESO sabe por qué hago esta
asociación.

Dice Albert Camus que la grandeza de EL PROCESO consiste en que lo ofrece todo sin que confirme nada. Y
yo me pregunto en este breve ensayo, es
que acaso el drama que vivimos los venezolanos no responde a el proceso que todo lo ofrece como promesa religiosa
comunista sin que se logre nada. El
proceso que la alta jerarquía de gobierno ha decretado
desde hace veinte años. ¿De qué soy culpable? ¿Qué hice mal? Al final del
proceso un ofrecimiento de resplandor y progreso fatuo y quimérico,
dando la vida y casado con la muerte por el pecado original cometido.
Hay un dedo que me acusa y me persigue, hay unas manos que me aprisionan la
garganta y me asfixian. Esa es la condena.
O como finaliza la novela de Kafka: “Pero
las manos de uno de los hombres se posaron pesadamente sobre la garganta de K.,
mientras el otro le clavaba el cuchillo en el corazón, dándole dos vueltas. Con
ojos a punto de quebrarse, K. vio todavía como los dos, mejilla contra mejilla,
estaban agachados contra su cara para observar el final. << ¡Como un perro!>> Era como si la vergüenza fuese a
sobrevivirle”. Nunca se enteró de que se le acusaba, no era necesario.
Pudo Franz Kafka, aun declarando no entender nada de política
señalar que detrás de la Revolución Rusa se escondía una religión: “Pero si el bolchevismo se erige contra la
religión –si lo hace, es porque el mismo es una religión>>. Supo ver en las agitaciones de los años veinte
<<las primicias de una espantosa
guerra de religión>> Como al cruzarse con una manifestación de
obreros que desfilaban con banderas desplegadas, murmuró: “Son dueños de la calle y se creen dueños del mundo. Y, sin embargo, se
equivocan. Tras ellos avanzan ya los secretarios, los burócratas, los políticos
profesionales, todos esos sultanes modernos a los que ellos preparan el acceso
al poder. La revolución se evapora y solo queda el cieno de una burocracia. Las
cadenas de la humanidad torturada están en papeles de ministerios” Citado
por G. Janouch (Kafka m’a dit…) Tomado
del libro FRANZ KAFKA de R.M Albérés y P. de Boisdeffre. Barcelona 1973.
Editorial Fontanella. No se equivocaba
con los acontecimientos posteriores a la muerte de Lenin y el ascenso de José
Stalin.
Finalmente hay que volver sobre Kafka a partir de lo que
plantea Edgar Morín sobre la necesidad de leer estos clásicos de la literatura
más por la vida que poseen que por mera distracción. Por su parte Albert Camus
señala que debe leerse y releerse por dos razones: Una la doble posibilidad de
interpretación de donde surge la posibilidad de dos lecturas. Y segundo porque
nada es más difícil de entender que una obra simbólica, ya que un símbolo
supera siempre a quien lo emplea y le hace decir en realidad más de lo que
quiere decir. A KAFKA HAY QUE LEERLO CON LA DIMENSION DEL SIGLO ACTUAL.
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