MI POBRE “ROMULO GALLEGOS”
A PROPOSITO DEL PREMIO
INTERNACIONAL DE NOVELA ROMULO GALLEGOS
“Hay, en efecto,
generaciones infieles a sí misma, que
defraudan la intención histórica depositadas en ella… una generación
delincuente que se arrastra por la existencia en perpetuo desacuerdo consigo
misma, virtualmente fracasada” José
Ortega y Gasset. EL TEMA DE NUESTRO TIEMPO. 1942.
“Ningún escritor
venezolano que se respete participa desde hace años en el Premio Rómulo
Gallegos. Ese premio lo han convertido en uno de esos tantos hoteles que hay en
Cuba que solo son para los turistas. Y el turista va y disfruta y cree que en
Cuba todo está chévere” Escritor venezolano Rodrigo
Blanco Calderón en X. 2 de julio de 2025.
“La mayoría de la gente
vive en un estado de ignorancia, sin darse cuenta de la grandeza de sus propias
posibilidades”. Friedrich Nietzsche.
Filosofo
Recientemente se dio a conocer al escritor ganador de la XXI edición Premio Internacional de Novela
Rómulo Gallegos. Esta vez lo obtuvo
el escritor y periodista argentino de 85 años de edad Vicente Battista con la obra “El
simulacro de los espejos”, que según palabras del jurado calificador “es una obra de inspiración kafkiana que crea
una atmosfera opresiva muy particular y refleja algunos de los rasgos principales
que definen la sociedad contemporánea. La presencia de los poderes
dictatoriales invisibles, la vigilancia consentida por los vigilados, la lógica
del show contaminando permanentemente la política, la vida social, el diluvio
de mensajes carentes de sentido, el vacío espiritual, así como la imposibilidad
de proteger la intimidad de la mirada morbosa de los otros”.
La verdad es que con
ese preámbulo sobre el contenido de la novela, parece interesante su lectura y
esa mirada crítica posmoderna sobre la sociedad actual, sin embargo hay dos aspectos que vale la pena
comentar de lo que hay en el sustrato de
la novela, según el jurado calificador, la
postura ideológica del escritor y en segundo
lugar algunas hipótesis porque le
otorgan el Premio Internacional Rómulo
Gallegos en su XXI edición. En el primer aspecto, a partir de su discurso, en la entrega del premio, en el Teatro Teresa Carreño, el escritor Vicente Battista señala su inspiración en la temática tomando
en cuenta tres novelas clásicas
distopicas, ellas son: “Nosotros” de
Evgueni Zamiatin publicada en 1920, Un mundo feliz de Aldous Huxley, publicada
1932 y “
La obra de George
Orwell, 1984, que
cita el escritor Battista tiene su mayor referencia totalitaria en
los países comunistas, escrita entre los años 1947/ 1948 describe un país llamado Oceanía gobernado por un gobierno totalitario
que mantiene la disciplina y el control social bajo un sistema audiovisual
abierto de enajenación masiva. Hoy
en día la China Comunista lleva la bandera en vigilancia ciudadana, igual lo
hace Rusia y Cuba, etc. Venezuela y
Nicaragua se están incorporando en esa dimensión opresiva. Pero el escritor Vicente Battista no habla de eso, por su sesgo ideológico, sigue viendo al
mundo entre derechas e izquierda, entre un mundo capitalista y el otro
comunista, cuestión que hoy es diferente,
ya el mundo se debate entre sistemas abiertos liberales capitalistas y
otros de carácter totalitarios apoyados
en un capitalismo de Estado. Battista,
en sus declaraciones ve la distopia en el gobierno de MIlei por ser capitalista
liberal, contrario al populismo peronista-kinnerista. Veamos lo que afirma
en la prensa: “Advierto sobre la materialización de la distopia de Orwell en la
Argentina actual”; “Es natural que la derecha ataque a la
izquierda, también en el espacio de la cultura”; “Sufrimos el modelo de Martínez de Hoz en la
última dictadura, luego el modelo de Menem-Caballo, después el modelo de Macri.
Todos fracasaron. Milei apuesta a ese mismo modelo, más temprano que tarde
sabremos si la historia se repite.” Obsérvese que por
ningún lado nombra a los Kisnner y a Alberto Fernández y mucho menos la corrupción por lo
que está presa la ex presidenta Cristina
Kisnner, después de haber gobernado por espacio de cuatro mandatos
presidenciales.
El escritor y
periodista Vicente Battista señaló que por su edad (85 años) vive de la pensión que le otorga el
Estado, “y que si no fuera por el emolumento que recibe mensual por el premio
municipal de 1990, me moriría de hambre”. En realidad la pobreza en la Argentina aumento con los
gobiernos peronistas que sembraron la corrupción administrativa y el populismo
como sistemas de Estado, arruinado las arcas nacionales y comprometiendo el
desarrollo de la nación. En segundo
lugar ningún jubilado se muere de hambre con una pensión de 400 dólares
mensual más la obra social a la que
tiene derecho. (La pensión pasó de
45.000 pesos con el anterior Mandatario Alberto Fernández a
340.000 pesos con Javier Milei) además se nota un control de la inflación. Hay problemas
estructurales como el desempleo y el subempleo, la pobreza en el campo y
comunidades de las provincias más la desbordada delincuencia. Esos si son
serios problemas que todo gobierno debe resolver, pero jamás sobre políticas
económicas populistas y clientelares, que son un caldo de cultivo para el
parasitismo y la corrupción. La clase media, a la que pertenece el escritor, ha recibido los impactos de los
reajustes presupuestarios y fiscales, pero es necesario recordar que fue esa
clase media que mayoritariamente votó por un cambio a favor del programa
liberal de Javier Milei.
El segundo aspecto, es que en Venezuela todas las instituciones públicas están secuestradas por el chavismo-madurismo,
y el Centro de Estudios latinoamericanos Rómulo Gallegos (CELARG) no es la excepción, y más si se trata de la
cultura que es el arma ideológica y de control del pensamiento del Estado
chavista. Desde la escogencia del
jurado, la selección de los escritores participantes y sobre todos los
finalistas, todo es un montaje de índole político. La estética, la creación
literaria, la crítica, la moral y ética,
queda en un segundo plano, con la preponderancia del pensamiento político e ideológico del autor. Escoger a un escritor argentino anti-Milei,
les viene como anillo al dedo. Todo fríamente calculado: acto solemne, discursos,
entrega de diplomas, cheque de los 100 mil dólares, agasajo, entrevista con
generaciones familiares del insigne escritor democrático Rómulo Gallegos, recepción y un buen hotel. Nada de entrevistas con algún periodista no
oficial o independiente, no vaya a ser que diga algo que moleste al régimen. La máxima novela de Rómulo Gallegos es “Doña
Bárbara” y de seguro el escritor
Argentino Vicente Battista al leerla comprenderá que el conflicto central está basado
en ese antagonismo entre atraso y modernidad, entre barbarie y justicia, entre
valores rurales y la Venezuela del progreso y la democracia. Y, precisamente
ese es el dilema actual en Venezuela, y
superado en la Argentina actual.
Haciendo un poco de historia el galardón creado en honor al novelista y político venezolano Don
Rómulo Gallegos data del 1 de agosto de 1964, bajo el
mandato presidencial de Raúl Leoni y su propósito fundamental era el reconocimiento de un escritor o escritora
latinoamericano y venezolano (años después la Fundación CELARG agregó a España). Su carácter
plural, democrático, literario, sin
sesgos ni discriminaciones de ninguna naturaleza, fueron sus principios y sus atinados jurados condujeron a elevar el Premio a un reconocimiento internacional y mundial.
Escritores ganadores destacados podemos nombrar a Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Arturo
Uslar Pietri, Fernando del Paso, Roberto
Bolaños Ricardo Piglia, Ángeles Mastretta, Enrique Vilas-Mata, Abel Posse, Mempo
Giardinelli, y la última edición XIII para Fernando Vallejo en el año 2003 con la novela
“El desbarrancadero”. Dicha novela explora los sinsabores, el desconcierto
y el dolor al regresar el protagonista Fernando a Medellín, con la finalidad de
visitar a su hermano, enfermo de Sida, atravesando los recuerdos compartidos,
así como la confrontación con la
enfermedad y la muerte, en una sociedad colombiana marcada por la violencia,
la corrupción y la decadencia a través de la mirada crítica y nihilista del
autor. Todos los ganadores se expresaban
con absoluta libertad de conciencia. Incluso
para nadie fue un secreto que los dos premios nobeles Mario Vargas Llosa y
Gabriel García Márquez tenían pensamientos de izquierda para ese entonces,
y eso en nada incidió para darles el
premio Internacional Rómulo Gallegos (1967
y 1972 respectivamente)
Con la edición XIII- 2003, se cierra la etapa luminosa del Premio Internacional Rómulo Gallegos, marcando un antes y un después. Recuerdo el revuelo que causó cuando el escritor Fernando Vallejo llegó a Caracas, sus entrevistas a medios privados como El Nacional fueron de un intelectual libre sin sujeciones a prisiones ideológicas mentales. Critico el mesianismo y los cultos a los héroes y castas militares, marcó distancia con gobiernos corruptos, dictaduras de cualquier índole, como el caso de Fidel Castro. Vallejo expreso su visión sobre la situación de Caracas y de Venezuela utilizando un lenguaje provocador y lleno de ironía. Critico la destrucción y el caos que veía en la ciudad, así como la falta de orden y la vocación del caos en el país. Esto no gusto al Comandante Hugo Chávez y aunque no dijo nada, tras bastidores se supo la fuerte reprimenda a los funcionarios adeptos al Ejecutivo y posteriormente se intervino el carácter autónomo que tenía el Premio Internacional Rómulo Gallegos y para las siguientes ediciones se incorporó otro jurado, entre ellos la representación de Casa de Las Américas de origen castrista/cubano, además de otro representante del Gobierno Nacional. Desvirtuada la naturaleza del premio, entraría en su nueva etapa con unas condiciones muy claras de aquellos escritores venezolanos, españoles y latinoamericanos que quisieran participar, no más críticas al país y a la revolución cubana no se le toca ni con el pétalo de una rosa.
De allí en adelante el
Premio Rómulo Gallegos entró en un
desprestigio, de lo cual no
ha podido recuperarse. Desde el escritor español Isaac Rosas (2005) hasta el presente se han buscado escritores
que le hacen propaganda al régimen, o
por lo menos nunca van a resultar
incomodos o hacer una declaración que moleste al régimen. Para 2009, muchos
escritores pidieron a sus editoriales respetivas que retiraran sus libros en
protesta ante la ideologización del premio y así lo manifestaron públicamente,
como es el caso de Gustavo Guerrero,
editor y crítico literario, quien
expresó públicamente que el premio estaba fuertemente ideologizado. Para
2009 la premiación recayó en William Ospina, escritor colombiano. Para 2015 se suspende el Premio Rómulo Gallegos,
alegando problemas presupuestarios, se reactivó el 2020, sin la participación
de escritores venezolanos y latinoamericanos reconocidos, congruentes y de
principios democráticos.
Este es, en resumen, la historia de un premio, que al igual que el país atraviesa por la etapa más oscura y decadente
de su vida moderna. Un país donde sus intelectuales de pensamiento libre en
su mayoría están fuera del país, otros han fallecido sin poder ver la luz de la libertad, otros están presos y
exiliados con la llegada de Nicolás Maduro en 2013, quien recientemente, no vacilo en decir que vendría un baño de sangre
si no votaban por él. Y en efecto así lo hizo cuando la población
mayoritariamente votó en su contra el pasado 28 de julio de 2024. Y
entonces yo me pregunto ¿Qué escritor
que se aprecie, de talante democrático y humanista, como lo fue el escritor
venezolano Rómulo Gallegos, se va a prestar para manchar de sangre su obra,
recibir un premio de manos criminales? Claro que los hay, sobre todo por el
premio de 100 mil dólares, no importa que provengan del narcotráfico. Lamentablemente a esos
escritores lo que les falta es dignidad. Y así pueden vivir sus últimos años
con su ego crecido, pero señalados como mediocres, decadentes y cómplices, hasta ser completamente olvidados.
Que distancia con el escritor colombiano Fernando Vallejos (de 82 años en la
actualidad), quien donó su premio en el año 2003 a los perros vagabundos de Caracas a través de
una fundación benéfica. Importa la vida, la dignidad y la libertad de pensar
sin cortapisas, no el vil metal, comprador de conciencia.