miércoles, 15 de octubre de 2025

EL ROSTRO OCULTO DE CRISTÓBAL COLÓN

 

                      


    EL  ROSTRO OCULTO  DE  DON  CRISTÓBAL  COLÓN

 

“…Ni era codicioso ni avaro. Conocía perfectamente el valor de la riqueza y le daba toda la importancia que tiene. Puso el empeño en adquirirla y en esto no dejo de cometer errores de tacto y aún de ética a causa de su carácter tenso e impaciente, pero Colón no sentía ligazón y última con la riqueza; la deseaba tan solo como instrumento de poder y de gloria, su ambición, aunque no santa, era espiritual, no era santa porque era egoísta, pero era espiritual porque aspiraba satisfacer en un plano más elevado que el de la carne.”  Tomado de VIDA DEL MUY MAGNIFICO SEÑOR DON CRISTOBAL COLON. Salvador de Madariaga. Editorial Hermes México-Buenos Aires. 1952. Pág. 500.



“Grandes indicios son estos del Paraíso Terrenal, porque sitio es conforme a la opinión de estos santos é sanos teólogos, y asimismo las señales son muy conformes, que yo jamás leí, ni oí  que tanta cantidad de agua dulce fuese así adentro é vecina con la salada; y en ello ayuda asimismo la  suavísima temperancia, y si de allí del Paraíso no sale, parece aún mayor maravilla porque no creo que se sepa  en el mundo de rio tan grande y tan fondo” DIARIO DE CRISTOBAL COLON.  Transcrito  textualmente  por Salvador de Madariaga. Pág. 457-458.  3er. viaje de Cristóbal Colón en la que pudo tocar tierra firme Golfo de Paria, la llamó Tierra de Gracia.

 

Hace poco, al lado de un contenedor de basura, encontré botado varios libros viejos, bastantes gruesos y de tapas duras conservadas. Uno de ellos me llamó la atención: Vida del muy magnifico Don Cristóbal Colón de Salvador Madariaga. Recordé que este libro es una joya, altamente recomendado en mis tiempos de estudiante universitario en las Ciencias Sociales, por su profundidad de análisis, por citar fuentes bibliográficas autorizadas y porque intenta no tomar partido en defensa del personaje, sino poner frente al lector la historia documental de una época. El autor Salvador de Madariaga (1886-1978) fue un diplomático y escritor español de una vasta trayectoria en funciones públicas, cultivó diversos géneros como escritor: ensayos históricos y políticos, crítica literaria, novelas, biografía y poesía.



 ¿Qué me condujo a leerlo?  El poco conocimiento que tengo sobre el personaje, las especulaciones e ignorancia que existe sobre el mismo y lo que actualmente se ha puesto de moda que significa vituperar y culparlo  de todos los males que sufre la América a partir del descubrimiento de este Continente, desconocido  por Europa  hace más de 533 años atrás. Para algunos estudiosos del tema  Cristóbal Colón no ha debido llegar a estas tierras y mucho menos buscar establecerse.  La Corona Española no ha debido colonizar y enfrentarse a  los indios, causando muertes, desolación y exterminio de culturas florecientes como Los Aztecas, Los Mayas, Los Chibchas y tantas otras culturas   diseminadas a lo largo y ancho del área del Mar Caribe y hacía el norte. Para otros fue lo mejor que le pudo pasar a este Continente desconocido por Europa y demás naciones del mundo, porque trajo la civilización y los adelantos frente al atraso y la barbarie en que vivían estos grupos humanos que hasta practicaban ceremonias de sacrificios humanos y algunas tribus eran caníbales, además del humanismo cristiano.

 En lo particular no estoy de  acuerdo con ninguna de las dos posiciones extremas. Si bien la historia de la humanidad ha estado signada por la ley del más fuerte, de invasiones y conquistas, de colonizaciones, mezclas de razas y segregaciones racistas, es parte de la naturaleza humana en el proceso civilizatorio que perdura hasta hoy. Aunque halla procesos que la regulen y el mundo moderno  es otro, sin embargo tenemos en la actualidad la invasión de Putin al pueblo de Ucrania con el afán  de  convertirla en colonia rusa dejando  una estela de destrucción y sangre, mientras Ucrania resiste y busca ayuda en el mundo libre de Europa y Norteamérica. El caso de la masacre de Hamas al pueblo israelí en aquel fatídico 7 de octubre de 2023 con más de mil personas asesinadas y cientos de rehenes secuestrados, muchos de ellos también asesinados por odio, lo cual trajo como respuesta la invasión y miles de asesinados producto de la ofensiva israelí  sobre el pueblo de Palestina, casi al borde de desaparecer. Aunque me fui muy lejos, volviendo al tema, me interesa ver los acontecimientos históricos de hace siglos más con la mentalidad de los hombres de ayer y no con los de hoy. Es decir me aparto de ese sentimiento pueril de lo que pudo pasar y no  fue, es decir prefiero contextualizar esos hombres y mujeres y los acontecimientos a finales del siglo XV. 



El escritor y pensador latinoamericano Carlos Rangel en su libro clásico Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario señala lo siguiente: “Así vio Colón a los nativos de las islas del mar Caribe, y así los describió en sus cartas a los Reyes Católicos: <<Certifico a sus Altezas que no existe mejor tierra ni mejor gente: aman a su prójimo como a ellos mismos y hablan la lengua más suave del mundo>>” Pág. 35.  Fueron estas unas primeras impresiones que se llevó Cristóbal Colón, cuando piso tierra en la Isla de Guanahni, que Colón llamó San Salvador,  y colocó  la bandera de Castilla en señal de toma de posesión. Para los habitantes originarios fue también una sorpresa, quizás le dieron un carácter mágico y hasta espiritual, ver a esos hombres barbudos, vestidos con indumentarias extrañas y un lenguaje ininteligible, quizás pensaban que venían a compartir su modo de vida y a respetar sus creencias y cultura.



De ese primer contacto el 12 de octubre de 1492, Colón duró unos meses en labores de reconocimiento y descubre  otras islas que le colocó el nombre de La Española (hoy  Haití y Santo Domingo). Allí puso su primer asentamiento convirtiendo la nao Santa María en una fortificación improvisada ya que había naufragado y era imposible recuperarla, bajo el nombre de “Fuerte Navidad”. Deja allí 39 hombres bajo el mando de Diego de Arana y el cacique Guacamarix, con el que había establecido amistad y controlaba a la tribu. En enero de 1494 regresa al Reino de Castilla con una importante cantidad de oro,  frutos tropicales, papagayos (guacamayas) y un grupo de indígenas. Esto fue de gran impacto aunque seguía pensándose que Colón había descubierto Las Indias.  El rey Fernando de Aragón y la Reina Isabel La Católica admiran y quedan perplejos ante el informe de Colón: abundancia de oro, fertilidad y riqueza de las islas, proximidad al Catayo y  al Gran Can, los indios eran dulces, nobles  y hasta cobardes, facilidad de convertirlos y someterlos, etc.  Así que se  decide un segundo viaje al frente del Almirante Cristóbal Colón, reconocido ahora por la Corona como Almirante del Mar Oceana, Virrey y Gobernador de los territorios de Las Indias. Los Reyes de España ya  no les interesaban explorar sino también colonizar. Así que para este segundo  viaje equiparon 14 naves de mayor capacidad, 1500 hombre aproximadamente, formados por colonos, artesanos, albañiles, carpinteros, médicos, clérigos y hasta presidiarios que le conmutaban sus penas judiciales.

Cuando Colón llega a La Española en su segundo viaje,  noviembre de 1493,  la escena fue desoladora: El Fuerte Navidad incendiado, sus  hombres muertos. El Almirante se dio a la tarea de averiguar qué había pasado antes de tomar una determinación contra los indígenas, llegando a la  conclusión que todo fue producto de abusos de la hospitalidad indígena por parte de los colonos establecidos y decidió no tomar represalias contra los caciques y sus tribu sino que buscó un nuevo lugar para establecerse con todo lo que traía de España. Funda La Isabela en honor a  la reina Isabel I de Castilla situada en el norte de la Isla La Española, hoy parte de la Republica Dominicana, el 6 de enero de 1494.



Una vez establecido los colonos, al paso de los primeros meses empezaron los problemas. Los colonos estaban desencantados  de la aventura, pues ni había en la tierra el oro que se esperaba ni el clima se parecía al de España; ni el casabe era el pan y el  mosquito no dejaba de dormir y, en fin, las enfermedades y no tener como curarlas. Además había que racionar la comida que se llevó de España, pues los indios, que no esperaban a los españoles, no podían multiplicar sus viandas de un mes para otro. En la Isabela llegó a sufrirse tanta hambre, que los españoles, tuvieron que comer culebras, lagartos y hasta perros que habían llevado de España. El ambiente era hostil  entre indios y los colonos. Los conquistadores empezaron a demandarse de los indios, le quitaban sus mujeres y los forzaban a buscar comida, cuestión que en muchos caso los indios se negaban. Colón se fue de La Isabela sin resolver estos conflictos que se agravaron, y de dedicó a explorar y descubrir nuevas islas. Al regresar el 29 de septiembre de 1494 se sorprendió con el estado de desorden general de la colonia y se alarmo con la noticia que los indios estaban matando españoles. El almirante, tal vez presionado por los colonos, mando a hacer un ejemplo con el cacique Guatiguaná y su pueblo, y efectivamente se hizo. La  matanza de indios  fue grande, de los que quedaron vivos, fueron llevados a la  Isabela como prisioneros. Colón los tomó por esclavos y los envió a España para que fueran vendidos, además se ordenó matar cien indios por cada español muerto a manos indígenas.



Cuenta el historiador Juan Bosch en su libro titulado “De Cristóbal Colón a Fidel Castro” que “como la violencia genera violencia, la respuesta de Los Tainos fue un levantamiento encabezado por Canoabó. Después de varios combates el cacique decidió retirarse a su caserío. Allí fue a tener el conquistador  Alonso de Ojeda para hacerle proposiciones de paz, logrando ganarse la confianza del Canoabó. Pues resulto que en su última visita le llevó un regalo que le enviaban los reyes de España que consistía en un par de esposas que colocó en los pies del caudillo. Así lo inutilizó e inmediatamente lo hizo montar en la grupa de su caballo y se lo llevó a La Isabela, solo protegido por una escolta de nueve españoles. Los cronistas de esos días refieren que Canoabó se ponía en pie siempre que Ojeda entraba en su celda. Lo hacía en señal de admiración por la audacia y el coraje del capitán español”. Pág. 69. Se puede notar el uso de la mentira, el ardid y la trampa ante la mentalidad inocente de los indios.



Después de la prisión de  Canoabó, el Almirante se puso al frente de una columna de ciento ochenta hombres de a pie y veinte montados, con 20 perros bravos que ya habían sido enseñados a perseguir indios. Esto sucedía a fines de marzo de 1495. La columna fue atacada, muchos indios fueron acuchillados, las bajas indígenas fueron mayores y su jefe el cacique Guarionex cayó prisionero. Los españoles cuentan que cuando los indios quisieron quemar una cruz de madera que habían plantado los conquistadores, apareció sobre la cruz la Virgen de Las Mercedes, lo cual aterrorizo a los indios y les hizo hui. Esto desde luego es una leyenda construida por los españoles para que los indios pensaran en el carácter sagrado de este símbolo cristiano. Finalmente el 10 de  marzo de 1496 el Almirante embarcó para España con esclavos, oro, pájaros raros, y dejó el gobierno de la colonia en manos de su hermano en manos de su hermano Bartolomé. Se dice que en ese viaje iba Canoabó  y que murió antes de llegar a España.



El tercer viaje del Almirante Cristóbal Colón se inicia el 30 de mayo  de 1498, partiendo de Sanlúcar de Barrameda, con seis barcos, tripulado por 226 hombres. Al mismo tiempo una serie de expediciones privadas rumbo a Las Indias, autorizadas por Los Reyes Católicos. Igual se autorizó los llamados “viajes menores comandados por personajes como Vicente Yáñez Pinzón, Alonso de Ojeda, Américo Vespucio, Juan de la Cosa y Pero Alonso Niño. De esta manera se desconocía los privilegios concedidos originalmente a Cristóbal Colón, y la Corona Española adquiría una dimensión Imperial.  Para este viaje la flota se dividió en dos. Tres barcos  partían  hacía La Española y las tres restantes al mando del Almirante Colón se dirigieron al sudoeste hasta las islas de Cabo  Verde, buscando la tierra firme en la línea ecuatorial. Alcanzando La isla de Trinidad en julio de 1498 y finalmente atravesó el Golfo de Paria, que indicaba la presencia de un caudaloso rio que venía de tierra adentro y se encontraba el mar (el Orinoco). Para Cristóbal Colón estaba en frente del Paraíso Terrenal donde escribe en su diario una especie de mezcla entre una visión renacentista y la otra cristiana. Veamos: “… al Paraíso Terrenal no puede llegar, salvo por voluntad divina”; y añade: creo que pueda salir de allí esa agua, bien que sea lejos y venga a para allí donde yo vengo”; y finalmente:  “Grandes indicios son estos del Paraíso Terrenal, porque el sitio es conforme a la opinión de estos santos é sanos teólogos, y asimismo las señales son muy conformes, que yo jamás leí ni oí que tanta cantidad de agua dulce fuese así adentro é vecina con la salada; y en ello ayuda la suavísima temperancia, y si de allí del Paraíso no sale, parece aún mayor maravilla, porque no creo que se sepa en el mundo de río tan grande y tan fondo”. Transcripción  del Diario de Cristóbal Colón, por Salvador de Madariaga. “Vida del muy magnifico señor Don Cristóbal Colón”. Pág. 457/58.   



  Al regreso del Almirante Cristóbal Colón a La Española encontró un panorama en ruinas y cosas nuevas que tuvo que aceptar. Su hermano Bartolomé, para ganarse la voluntad de los colonos,  les concedió el derecho de tener esclavos indígenas. Hasta ese momento los esclavos eran destinados a la venta para levantar fondos y no se daba a los colonos. Colón aprobó lo que había hecho su hermano y cuando la reina lo supo se disgustó tanto, que se le oyó preguntar quién era el Almirante para regalar a sus vasallos como si fueran bestias (Como se sabe, la reina fu tan tenaz en su oposición a  la esclavitud de los indios, que hasta en su  testamento pidió que se respetara esa voluntad suya, como si temiera que Don Fernando y su yerno pudieran aceptar lo que ella rechazaba con toda su alma). Las cosas no mejoraron, cada día era más tensa, rebeliones y alzamientos de los españoles  contra la autoridad de Colón, españoles presos  y tratos crueles, alzamiento de los indígenas con apoyo de españoles (caso de Francisco Roldan), pobreza y hambre generalizada. Se le acusaba de mal gobernante, permisivo, no cumplir con los pagos e impedir el regreso de los colonos frustrados, etc. hasta que la  reina de Castilla Isabel La Católica mando otro gobernador a tomar el control de Las Indias y someter al Almirante y a todo aquel que se opusiera. Al final el  nuevo gobernador Francisco de Bobadilla, el 15 de septiembre de  1500,  hizo conocer a Cristóbal  Colón las cartas reales en que era desplazado de Gobernador y las rechazó aduciendo que él también tenía cartas reales que lo acreditaban como Gobernador y que nadie podía pasar por encima de él. Cuenta Salvador de Madariaga en el libro citado que “Francisco de Bobadilla decidió ir al bulto: hizo detener a Don Cristóbal y a Don Diego y echarles grillos”…  Bobadilla venía prevenido para que guardase los ojos bien abiertos y estuviese preparado a toda eventualidad; se le había dado poderes para tomar el cuerpo, detener y enviar a España a cualquier persona, fuera quien fuere, sin excepción alguna, que creyese necesario alejar de la isla, provisión que prueba sin duda alguna que los Reyes habían considerado la posibilidad de tener que arrestar al propio Colón y desterrarlo de su feudo; se le había avisado que observase los indicios que hallase de crueldad contra los españoles (no, como con razón observa Las Casas, contra los indios) por parte de los tres hermanos, y lo primero que vio, aún antes de desembarcar, fue  las dos horcas con dos españoles “ahorcados frescos”, y sabía que  Colón había dado instrucciones a sus aliados indios de que se aprestasen a caer sobre Santo Domingo Pág. 489-490.



Hacia fines de noviembre llegó Colón a Cádiz. Había hecho la travesía entera sin consentir que le que le quitasen los grillos. Su orgullo, su arrojo y valentía la mantenía firme, sabía que todo era producto de calumnias y  envidias, pero respetaba a sus reyes. Cuenta Salvador de Madariaga que “el 17 de diciembre de 1500 al comparecer ante la presencia de los Reyes, el Almirante enmudeció, presa de honda emoción, cayo de rodillas y rompió a llorar y a sollozar; los Reyes le hicieron ponerse de pie, y Colón, al oír el tono cordial de la voz de Don Fernando y Doña Isabel, recobró ánimos y habló largamente, haciendo protestas de lealtad y explicando que había cometido sus errores de buena fe”. Sus dos hermanos  Don Bartolomé y Don Fernando no se arrodillaron ni lloraron. Don Cristóbal no era un hombre de tan metálica composición. Había en su alma fluida y tormentosa  mucho más cielo y océano. Llevaba la cabeza en las naves y aún sus pies se sentían más a gusto sobre los puentes de las carabelas zarandeadas por el mar que en los pedregosos senderos de la tierra de la tierra o en los pulidos suelos de los palacios reales. En cuanto al papel de los Reyes, podían entender al Almirante y pasión por el mar y las tierras descubiertas con ese carácter hasta sagrado de haber visto el paraíso terrenal, pero La Corona estaba claro que su interés por esas tierras descubiertas iba más allá de visiones románticas, era el oro, sus riquezas y la expansión colonial lo que les interesaba a partir del rasgo imperial más allá de los reinos de Castilla y Aragón, unidos en una sola causa.

El  cuarto y último viaje de Cristóbal Colón estuvo marcado por muchas dificultades en el océano.  El primero frente a la Isla La Española, donde no le  permitieron llegar por órdenes de los Reyes Católicos y aunque informó de posibles huracanes y tormentas no le hicieron caso y tuvo que retirarse mar adentro. La noche del 30 de junio de  1502 se desato la tormenta y sus naves se dispersaron y no sufrieron los embates de la tormenta, no así para las embarcaciones que estaban por partir a España de la isla de La Española. El mar había hundido 29 de los 30 barcos del nuevo gobernador Nicolás de Ovando y murieron 500 personas, entre los cuales estaba Francisco Bobadilla, que había arrestado a Colón dos años antes. Colón siguió su exploración en las áreas del Caribe, recorrió Jamaica, toda Centroamérica, reconoció  nuevos territorios por informaciones de los indios, comenzó la ruta y llegó al Istmo de Panamá porque los indígenas le habían dicho que había abundante oro. Colón trabo amistad con los nativos locales, los guaimíes, pero con el tiempo surgieron fricciones al ver los nativos que el Almirante permanecía allí y quería convertirlos al cristianismo  y saquear sus riquezas, tras lo que se produjo un combate entre los guaimíes y los marineros de Colón. Aunque los indios eran mucho más, las armas más potentes como los arcabuces y las espadas de metal le hicieron ganar la batalla, sin embargo los indígenas contraatacaron matando algunos españoles, que huyeron hacía los barcos. Al final  Colón comprendió que no podía instalar una colonia allí y decidió regresar, sin embargo sus embarcaciones estaban fue afectadas y en junio de 1503 logran llegar a duras penas a la Isla de Jamaica, y sus embarcaciones naufragaron. Allí en la isla se dedicó a escribir una extensa carta mística y religiosa dirigida a los Reyes Católicos, fechada del 07 de julio de 1503 donde hace un balance de sus viajes y la condición de ser  enviado de Dios para estos viajes de descubrimiento. Termina su carta de esta manera: “Yo no vine a este viage a navegar por ganar honra ni hacienda: esto es cierto, porque estaba ya la esperanza de todo en ella muerta. Yo vine a V.A con sana intención y buen zelo y no miento. Suplico humildemente a V.A que si a Dios place de me sacar de aquí me haya por bien mi ida a Roma y otras romerías. Cuya vida y alto estado la Santa Trinidad guarde y acresciente. Fecha de las Indias en la Isla de Jamaica a siete de Julio de mil quinientos y tres años.”  Carta de Cristóbal Colón a los Reyes Católicos. Transcrito  por Salvador Madariaga. Pág. 531.



En la Isla de Jamaica el Almirante duró aproximadamente un año y tuvo que pedir auxilio  al Gobernador de La Española para que le enviase una nave. Durante ese año se le presentaron conflictos con los marineros y los indios, ya que los aborígenes se negaban a darles bastimentos y además por los abusos con las indias. Se produjo una lucha por el liderazgo y los hermanos Francisco y Diego  Porras causaron estragos en las relaciones con los españoles, robando a los aborígenes, violando a una indígena y poniéndolos contra Colón. Esto terminó causando una batalla entre los marineros leales a Colón y los del bando de Porras, de lo cual hubo una pelea a espada entre Bartolomé y Francisco de Porras, ganada por el primero pero le perdono a la vida. De esta forma termino el motín.  

El historiador argentino Ricardo Felipe Pigna recuerda en una breve nota periodística del Diario El Clarín que Colón estaba convencido que los nativos se dejaban engañar con el hombre blanco. Cuenta una crónica que estando varado en la isla de Jamaica, a la espera del auxilio, amenazo a los nativos de que si no traían alimentos.., ¡les robaría la luna! , y agrega: “El Almirante era un conocedor experimentado de los signos de  la naturaleza y la astronomía, estaba al tanto de un inminente eclipse lunar y apeló a ello para proferir su ultimátum. Efectivamente, esa noche, del 29 de febrero de 1504,   se produjo un eclipse y los aterrados indios vieron el fenómeno. Desde entonces volvieron a satisfacer con alimentos y frutas a el Almirante”.  Finalmente llegó la carabela y que haría una primera escala en La Española, de los 110 miembros de la expedición que quedaron vivos, 38 hombres decidieron no volver a embarcar y se quedaron en La Española. El 11 de septiembre de 1504 Cristóbal Colón y su hijo Fernando se embarcaron en una carabela privada, para viajar de La Española a España, pagando sus pasajes. Cristóbal Colón  había perdido en la práctica todos los títulos, era solo eso un ciudadano español. Tenía 53 años y regresaba muy enfermo a su patria. No volvería a deslumbrarlos aquellos parajes míticos de lo que se llamaría posteriormente América



Al final de este ensayo histórico uno se pregunta ¿Quién fue realmente Cristóbal Colón? Fue un marinero audaz y valiente, temerario, un genovés con descendencia judía, un fervoroso creyente católico que se consideraba un predestinado por Dios para esa aventura, un iluminado que descubrió el paraíso terrenal, un hombre del renacimiento entre la ciencia y la cristiandad, un navegante que si le importaban los títulos y el oro para España y la Corona pero  con una visión desprendida, en fin un hombre de su tiempo, vasallo de La Corona ante el Nuevo Mundo descubierto, un hombre lleno de contradicciones entre su cultura civilizatoria y una civilización distinta sin apego al oro y lo material, no obstante estaba consciente de hacer valer la superioridad del hombre blanco y su condición de ser vasallo de la Corona.  Algunos lo condenan porque descubrió esos territorios y  se los entregó a  la ambición desmedida de la España carente de esas riquezas y en decadencia. ¿Fue esa su intención?  Con los ojos de hoy respondería que sí. Con el mundo de 1492 respondería que no. Hay que tomar en cuenta que no habíamos llegado a la modernidad con derechos humanos individuales y ciudadanos, los territorios descubiertos pertenecían a quienes lo descubrieran con títulos reconocidos y por supuesto súbditos de los Reyes.  La esclavitud, aunque condenada por La Iglesia no resolvió el ser tratado como “vasallos de La Corona” que significaba un sentido de propiedad legítima.  Por eso la historia, el legado, lo escrito es un verdadero testimonio de esa época. De allí el valor del libro de Salvador de Madariaga VIDA DEL MUY MAGNIFICO SEÑOR DON CRISTOBAL COLON cuya Quinta edición fue publicada en junio de 1952. México-Buenos Aires.

Finalmente dejo para la consideración de mis lectores este importante párrafo,  que sirve de presentación de la novela LOS PERROS DEL  PARAISO, escrita por Abel Posse (1934-2023) escritor argentino, ganador del premio Internacional Rómulo Gallegos 1987.  Monte Ávila Editores 1987.



A FINES DEL SIGLO XV una pareja de príncipes adolescentes, Isabel de Trastamara y Fernando de Aragón, unidos por un feroz erotismo y una extraña voluntad de poder, fundan, quizás sin sospecharlo, un imperio Cristiano en donde nunca se pondrá el sol y el cual, en cierto modo, perdura hasta nuestros días. En medio de su ambicioso camino aparece la figura de un visionario llamado Cristóbal Colón, cuyo único deseo es hallar un edén terrestre donde reinen la pureza y el amor. De la conjunción  de tales ambiciones y  sueños, surge un viaje transoceánico y el descubrimiento de un mundo remoto que Colón anexa a la Corona española  como el “Paraíso Terrenal”. Pero mientras el marino genovés se esfuerza por conservar la idílica vida “preadánica”  del Nuevo Mundo, el Imperio de Isabel y Fernando tienen otros intereses: el saqueo  de sus tierras a costa del indiscriminado genocidio de sus habitantes. Los Perros del paraíso nos relata, pues, los fantásticos y trágicos aconteceres que rodearon al descubrimiento de América; pero, tas la reinvención de esta parte de nuestra historia, escuchamos también el llamado a una licita esperanza: el paraíso que soñó Colón, un mundo feliz de justicia e igualdad.