EL ROSTRO OCULTO DE DON CRISTÓBAL COLÓN
“…Ni era codicioso ni
avaro. Conocía perfectamente el valor de la riqueza y le daba toda la
importancia que tiene. Puso el empeño en adquirirla y en esto no dejo de cometer errores de tacto y aún
de ética a causa de su carácter tenso e impaciente, pero Colón no sentía
ligazón y última con la riqueza; la deseaba tan solo como instrumento de poder
y de gloria, su ambición, aunque no santa, era espiritual, no era santa
porque era egoísta, pero era espiritual porque aspiraba satisfacer en un plano
más elevado que el de la carne.” Tomado de VIDA DEL MUY MAGNIFICO SEÑOR DON CRISTOBAL COLON. Salvador de Madariaga. Editorial Hermes
México-Buenos Aires. 1952. Pág. 500.
“Grandes indicios son
estos del Paraíso Terrenal, porque
sitio es conforme a la opinión de estos santos é sanos teólogos, y asimismo las
señales son muy conformes, que yo jamás leí, ni oí que tanta cantidad de agua dulce fuese así
adentro é vecina con la salada; y en ello ayuda asimismo la suavísima temperancia, y si de allí del Paraíso no sale, parece aún mayor
maravilla porque no creo que se sepa en
el mundo de rio tan grande y tan fondo” DIARIO DE CRISTOBAL
COLON. Transcrito textualmente por Salvador de Madariaga. Pág. 457-458. 3er. viaje de Cristóbal Colón en la que pudo
tocar tierra firme Golfo de Paria, la llamó Tierra de Gracia.
Hace poco, al lado de un contenedor de basura,
encontré botado varios libros viejos, bastantes gruesos y de tapas duras
conservadas. Uno de ellos me llamó la atención: Vida del muy magnifico Don Cristóbal Colón de Salvador Madariaga.
Recordé que este libro es una joya,
altamente recomendado en mis tiempos de estudiante universitario en las
Ciencias Sociales, por su profundidad de análisis, por citar fuentes
bibliográficas autorizadas y porque intenta no tomar partido en defensa del
personaje, sino poner frente al lector la historia documental de una época. El autor Salvador de Madariaga (1886-1978)
fue un diplomático y escritor español de una vasta trayectoria en funciones
públicas, cultivó diversos géneros como escritor: ensayos históricos y
políticos, crítica literaria, novelas, biografía y poesía.
¿Qué me condujo a leerlo? El poco conocimiento que tengo sobre el personaje, las especulaciones e ignorancia que existe sobre el mismo y lo que actualmente se ha puesto de moda que significa vituperar y culparlo de todos los males que sufre la América a partir del descubrimiento de este Continente, desconocido por Europa hace más de 533 años atrás. Para algunos estudiosos del tema Cristóbal Colón no ha debido llegar a estas tierras y mucho menos buscar establecerse. La Corona Española no ha debido colonizar y enfrentarse a los indios, causando muertes, desolación y exterminio de culturas florecientes como Los Aztecas, Los Mayas, Los Chibchas y tantas otras culturas diseminadas a lo largo y ancho del área del Mar Caribe y hacía el norte. Para otros fue lo mejor que le pudo pasar a este Continente desconocido por Europa y demás naciones del mundo, porque trajo la civilización y los adelantos frente al atraso y la barbarie en que vivían estos grupos humanos que hasta practicaban ceremonias de sacrificios humanos y algunas tribus eran caníbales, además del humanismo cristiano.
En lo particular no
estoy de acuerdo con ninguna de las dos
posiciones extremas. Si bien la historia de la humanidad ha estado signada por la ley del más fuerte, de invasiones y
conquistas, de colonizaciones, mezclas de razas y segregaciones racistas, es
parte de la naturaleza humana en el proceso civilizatorio que perdura hasta
hoy. Aunque halla procesos que la regulen y el mundo moderno es otro, sin embargo tenemos en la actualidad la invasión de Putin al pueblo de Ucrania con el afán de
convertirla en colonia rusa dejando una estela de destrucción y sangre, mientras
Ucrania resiste y busca ayuda en el mundo libre de Europa y Norteamérica. El caso de la masacre de Hamas al pueblo
israelí en aquel fatídico 7 de octubre de 2023 con más de mil personas
asesinadas y cientos de rehenes secuestrados, muchos de ellos también
asesinados por odio, lo cual trajo como respuesta la invasión y miles de
asesinados producto de la ofensiva
israelí sobre el pueblo de Palestina,
casi al borde de desaparecer. Aunque me fui muy lejos, volviendo al tema, me
interesa ver los acontecimientos históricos de hace siglos más con la
mentalidad de los hombres de ayer y no con los de hoy. Es decir me aparto de
ese sentimiento pueril de lo que pudo pasar y no fue, es decir prefiero contextualizar esos
hombres y mujeres y los acontecimientos a finales del siglo XV.
El escritor y pensador latinoamericano Carlos Rangel en su libro clásico Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario señala lo siguiente: “Así
vio Colón a los nativos de las islas del mar Caribe, y así los describió en sus
cartas a los Reyes Católicos: <<Certifico
a sus Altezas que no existe mejor tierra ni mejor gente: aman a su prójimo como
a ellos mismos y hablan la lengua más suave del mundo>>” Pág.
35. Fueron estas unas primeras
impresiones que se llevó Cristóbal Colón, cuando piso tierra en la Isla de Guanahni, que Colón llamó
San Salvador, y colocó la bandera de Castilla en señal de toma de
posesión. Para los habitantes originarios fue también una sorpresa, quizás le
dieron un carácter mágico y hasta espiritual, ver a esos hombres barbudos,
vestidos con indumentarias extrañas y un lenguaje ininteligible, quizás
pensaban que venían a compartir su modo de vida y a respetar sus creencias y
cultura.
De ese primer contacto el 12 de octubre de 1492,
Colón duró unos meses en labores de reconocimiento y descubre otras islas que le colocó el nombre de La
Española (hoy Haití y Santo Domingo).
Allí puso su primer asentamiento convirtiendo la nao Santa María en una
fortificación improvisada ya que había naufragado y era imposible recuperarla,
bajo el nombre de “Fuerte Navidad”. Deja allí 39 hombres bajo el mando de Diego
de Arana y el cacique Guacamarix, con el que había establecido amistad y
controlaba a la tribu. En enero de 1494
regresa al Reino de Castilla con una importante cantidad de oro, frutos tropicales, papagayos (guacamayas) y un
grupo de indígenas. Esto fue de gran impacto aunque seguía pensándose que Colón
había descubierto Las Indias. El rey Fernando de Aragón y la Reina Isabel
La Católica admiran y quedan perplejos ante el informe de Colón: abundancia
de oro, fertilidad y riqueza de las islas, proximidad al Catayo y al Gran Can, los indios eran dulces, nobles y hasta cobardes, facilidad de convertirlos y
someterlos, etc. Así que se decide un segundo viaje al frente del Almirante Cristóbal Colón, reconocido
ahora por la Corona como Almirante del
Mar Oceana, Virrey y Gobernador de los territorios de Las Indias. Los Reyes de España ya no les interesaban explorar sino también
colonizar. Así que para este segundo
viaje equiparon 14 naves de mayor capacidad, 1500 hombre
aproximadamente, formados por colonos, artesanos, albañiles, carpinteros,
médicos, clérigos y hasta presidiarios
que le conmutaban sus penas judiciales.
Cuando Colón llega a La Española en su segundo viaje, noviembre de
1493, la escena fue desoladora: El Fuerte Navidad incendiado, sus hombres muertos. El Almirante se dio a la
tarea de averiguar qué había pasado antes de tomar una determinación contra los
indígenas, llegando a la conclusión que
todo fue producto de abusos de la
hospitalidad indígena por parte de los colonos establecidos y decidió no
tomar represalias contra los caciques y sus tribu sino que buscó un nuevo lugar
para establecerse con todo lo que traía de España. Funda La Isabela en honor a la
reina Isabel I de Castilla situada en el norte de la Isla La Española, hoy
parte de la Republica Dominicana, el 6 de enero de 1494.
Una vez establecido los colonos, al paso de los primeros
meses empezaron los problemas. Los colonos estaban desencantados de la aventura, pues ni había en la tierra el
oro que se esperaba ni el clima se parecía al de España; ni el casabe era el
pan y el mosquito no dejaba de dormir y,
en fin, las enfermedades y no tener como curarlas. Además había que racionar la comida que se llevó de España, pues los
indios, que no esperaban a los españoles, no podían multiplicar sus viandas de
un mes para otro. En la Isabela
llegó a sufrirse tanta hambre, que los españoles, tuvieron que comer culebras,
lagartos y hasta perros que habían llevado de España. El ambiente era
hostil entre indios y los colonos. Los
conquistadores empezaron a demandarse de los indios, le quitaban sus mujeres y
los forzaban a buscar comida, cuestión que en muchos caso los indios se
negaban. Colón se fue de La Isabela sin resolver estos conflictos que se agravaron,
y de dedicó a explorar y descubrir nuevas islas. Al regresar el 29 de septiembre de 1494 se sorprendió con el estado de
desorden general de la colonia y se alarmo con la noticia que los indios
estaban matando españoles. El almirante, tal vez presionado por los colonos, mando a hacer un ejemplo con
el cacique Guatiguaná y su pueblo, y efectivamente se hizo. La matanza de indios fue grande, de los que quedaron vivos, fueron
llevados a la Isabela como prisioneros.
Colón los tomó por esclavos y los envió a España para que fueran vendidos,
además se ordenó matar cien indios por cada español muerto a manos indígenas.
Cuenta el historiador
Juan Bosch en su
libro titulado “De Cristóbal Colón a
Fidel Castro” que “como la violencia
genera violencia, la respuesta de Los
Tainos fue un levantamiento encabezado por Canoabó. Después de varios
combates el cacique decidió retirarse a su caserío. Allí fue a tener el conquistador Alonso de Ojeda para hacerle
proposiciones de paz, logrando ganarse la confianza del Canoabó. Pues resulto
que en su última visita le llevó un regalo que le enviaban los reyes de España
que consistía en un par de esposas que colocó en los pies del caudillo. Así lo
inutilizó e inmediatamente lo hizo montar en la grupa de su caballo y se lo
llevó a La Isabela, solo protegido por una escolta de nueve españoles. Los
cronistas de esos días refieren que Canoabó se ponía en pie siempre que Ojeda
entraba en su celda. Lo hacía en señal
de admiración por la audacia y el coraje del capitán español”. Pág. 69. Se puede notar el uso de la mentira, el ardid y la trampa ante la
mentalidad inocente de los indios.
Después de la prisión de
Canoabó, el Almirante se puso al frente de una columna de ciento ochenta
hombres de a pie y veinte montados, con 20 perros bravos que ya habían sido
enseñados a perseguir indios. Esto sucedía a fines de marzo de 1495. La columna
fue atacada, muchos indios fueron acuchillados, las bajas indígenas fueron
mayores y su jefe el cacique Guarionex cayó
prisionero. Los españoles cuentan que cuando los indios quisieron quemar una
cruz de madera que habían plantado los conquistadores, apareció sobre la cruz
la Virgen de Las Mercedes, lo cual aterrorizo a los indios y les hizo hui. Esto
desde luego es una leyenda construida por los españoles para que los indios
pensaran en el carácter sagrado de este símbolo cristiano. Finalmente el 10 de marzo de
1496 el Almirante embarcó para España con esclavos, oro, pájaros raros, y dejó
el gobierno de la colonia en manos de su hermano en manos de su hermano
Bartolomé. Se dice que en ese viaje iba
Canoabó y que murió antes de llegar
a España.
El tercer viaje del
Almirante Cristóbal Colón se inicia el 30 de mayo de 1498, partiendo de Sanlúcar de Barrameda, con seis barcos,
tripulado por 226 hombres. Al mismo tiempo una serie de expediciones privadas
rumbo a Las Indias, autorizadas por Los Reyes Católicos. Igual se autorizó los llamados “viajes menores comandados por
personajes como Vicente Yáñez Pinzón, Alonso de Ojeda, Américo Vespucio, Juan
de la Cosa y Pero Alonso Niño. De esta manera se desconocía los privilegios
concedidos originalmente a Cristóbal Colón, y la Corona Española adquiría una dimensión Imperial. Para este viaje la flota se dividió en dos.
Tres barcos partían hacía La Española y las tres restantes al
mando del Almirante Colón se dirigieron al sudoeste hasta las islas de
Cabo Verde, buscando la tierra firme en
la línea ecuatorial. Alcanzando La isla
de Trinidad en julio de 1498 y finalmente
atravesó el Golfo de Paria, que indicaba la presencia de un caudaloso rio
que venía de tierra adentro y se encontraba el mar (el Orinoco). Para Cristóbal
Colón estaba en frente del Paraíso Terrenal donde escribe en su diario una
especie de mezcla entre una visión renacentista y la otra cristiana. Veamos: “… al
Paraíso Terrenal no puede llegar, salvo por voluntad divina”; y añade: creo que
pueda salir de allí esa agua, bien que sea lejos y venga a para allí donde yo
vengo”; y finalmente: “Grandes indicios
son estos del Paraíso Terrenal, porque el sitio es conforme a la opinión de
estos santos é sanos teólogos, y asimismo las señales son muy conformes, que yo
jamás leí ni oí que tanta cantidad de agua dulce fuese así adentro é vecina con
la salada; y en ello ayuda la suavísima temperancia, y si de allí del Paraíso
no sale, parece aún mayor maravilla, porque no creo que se sepa en el mundo de
río tan grande y tan fondo”. Transcripción
del Diario de Cristóbal Colón, por
Salvador de Madariaga. “Vida del muy magnifico señor Don Cristóbal Colón”.
Pág. 457/58.
Al
regreso del Almirante Cristóbal Colón a La Española encontró un panorama en ruinas
y cosas nuevas que tuvo que aceptar. Su hermano Bartolomé, para ganarse la voluntad de los
colonos, les concedió el derecho de tener esclavos indígenas. Hasta ese
momento los esclavos eran destinados a la venta para levantar fondos y no se
daba a los colonos. Colón aprobó lo que
había hecho su hermano y cuando la reina lo supo se disgustó tanto, que se
le oyó preguntar quién era el Almirante
para regalar a sus vasallos como si fueran bestias (Como se sabe, la reina
fu tan tenaz en su oposición a la
esclavitud de los indios, que hasta en su
testamento pidió que se respetara esa voluntad suya, como si temiera que
Don Fernando y su yerno pudieran aceptar lo que ella rechazaba con toda su
alma). Las cosas no mejoraron, cada día
era más tensa, rebeliones y alzamientos de los españoles contra la autoridad de Colón, españoles
presos y tratos crueles, alzamiento de
los indígenas con apoyo de españoles (caso de Francisco Roldan), pobreza y
hambre generalizada. Se le acusaba de
mal gobernante, permisivo, no cumplir con los pagos e impedir el regreso de los
colonos frustrados, etc. hasta que la
reina de Castilla Isabel La Católica mando otro gobernador a tomar el
control de Las Indias y someter al Almirante y a todo aquel que se opusiera. Al
final el
nuevo gobernador Francisco de Bobadilla, el 15 de septiembre de 1500, hizo conocer a Cristóbal Colón las cartas reales en que era desplazado
de Gobernador y las rechazó aduciendo que él también tenía cartas reales que lo
acreditaban como Gobernador y que nadie podía pasar por encima de él. Cuenta Salvador de Madariaga en el
libro citado que “Francisco de Bobadilla decidió ir al bulto: hizo detener a Don Cristóbal y
a Don Diego y echarles grillos”… Bobadilla venía prevenido para que guardase
los ojos bien abiertos y estuviese preparado a toda eventualidad; se le había
dado poderes para tomar el cuerpo, detener y enviar a España a cualquier
persona, fuera quien fuere, sin excepción alguna, que creyese necesario alejar
de la isla, provisión que prueba sin duda alguna que los Reyes habían
considerado la posibilidad de tener que arrestar al propio Colón y desterrarlo
de su feudo; se le había avisado que observase los indicios que hallase de
crueldad contra los españoles (no, como con razón observa Las Casas, contra los
indios) por parte de los tres hermanos, y
lo primero que vio, aún antes de desembarcar, fue las dos horcas con dos españoles “ahorcados
frescos”, y sabía que Colón había dado instrucciones a sus aliados
indios de que se aprestasen a caer sobre Santo Domingo” Pág. 489-490.
Hacia fines de
noviembre llegó Colón a Cádiz. Había hecho la travesía entera sin consentir que
le que le quitasen los grillos. Su orgullo, su arrojo y valentía la mantenía firme, sabía
que todo era producto de calumnias y
envidias, pero respetaba a sus reyes. Cuenta Salvador de Madariaga que “el 17 de diciembre de 1500 al comparecer
ante la presencia de los Reyes, el
Almirante enmudeció, presa de honda emoción, cayo de rodillas y rompió a llorar
y a sollozar; los Reyes le hicieron ponerse de pie, y Colón, al oír el tono
cordial de la voz de Don Fernando y Doña Isabel, recobró ánimos y habló
largamente, haciendo protestas de lealtad y explicando que había cometido sus
errores de buena fe”. Sus dos
hermanos Don Bartolomé y Don Fernando no
se arrodillaron ni lloraron. Don Cristóbal no era un hombre de tan metálica
composición. Había en su alma fluida y
tormentosa mucho más cielo y océano.
Llevaba la cabeza en las naves y aún sus
pies se sentían más a gusto sobre los puentes de las carabelas zarandeadas por
el mar que en los pedregosos senderos de la tierra de la tierra o en los
pulidos suelos de los palacios reales. En cuanto al papel de los Reyes,
podían entender al Almirante y pasión por el mar y las tierras descubiertas con
ese carácter hasta sagrado de haber visto el paraíso terrenal, pero La Corona
estaba claro que su interés por esas tierras descubiertas iba más allá de
visiones románticas, era el oro, sus riquezas y la expansión colonial lo que
les interesaba a partir del rasgo imperial más allá de los reinos de Castilla y
Aragón, unidos en una sola causa.
El cuarto y último viaje de Cristóbal Colón estuvo marcado por muchas
dificultades en el océano. El primero
frente a la Isla La Española, donde
no le permitieron llegar por órdenes de
los Reyes Católicos y aunque informó de posibles huracanes y tormentas no le
hicieron caso y tuvo que retirarse mar adentro. La noche del 30 de junio de 1502
se desato la tormenta y sus naves se dispersaron y no sufrieron los embates de
la tormenta, no así para las embarcaciones que estaban por partir a España de
la isla de La Española. El mar había hundido 29 de los 30 barcos del nuevo
gobernador Nicolás de Ovando y murieron 500 personas, entre los cuales estaba Francisco Bobadilla, que había arrestado a
Colón dos años antes. Colón siguió
su exploración en las áreas del Caribe, recorrió Jamaica, toda
Centroamérica, reconoció nuevos
territorios por informaciones de los indios, comenzó la ruta y llegó al Istmo
de Panamá porque los indígenas le habían dicho que había abundante oro. Colón trabo amistad con los nativos
locales, los guaimíes, pero con el tiempo surgieron fricciones al ver los
nativos que el Almirante permanecía allí y quería convertirlos al
cristianismo y saquear sus riquezas,
tras lo que se produjo un combate entre los guaimíes y los marineros de Colón. Aunque los indios eran mucho más, las armas
más potentes como los arcabuces y las espadas de metal le hicieron ganar la
batalla, sin embargo los indígenas contraatacaron matando algunos
españoles, que huyeron hacía los barcos. Al final Colón comprendió que no podía instalar una
colonia allí y decidió regresar, sin embargo sus embarcaciones estaban fue
afectadas y en junio de 1503 logran llegar a duras penas a la Isla de Jamaica,
y sus embarcaciones naufragaron. Allí en la isla se dedicó a escribir una extensa carta mística y religiosa
dirigida a los Reyes Católicos, fechada
del 07 de julio de 1503 donde hace un balance de sus viajes y la condición de
ser enviado de Dios para estos viajes de
descubrimiento. Termina su carta de esta manera: “Yo no vine a este viage a navegar
por ganar honra ni hacienda: esto
es cierto, porque estaba ya la esperanza de todo en ella muerta. Yo vine a V.A
con sana intención y buen zelo y no miento. Suplico humildemente a V.A que si a Dios place de me sacar de aquí me
haya por bien mi ida a Roma y otras romerías. Cuya vida y alto estado la
Santa Trinidad guarde y acresciente. Fecha de las Indias en la Isla de Jamaica
a siete de Julio de mil quinientos y tres años.” Carta
de Cristóbal Colón a los Reyes Católicos. Transcrito por Salvador Madariaga. Pág. 531.
En la Isla de Jamaica
el Almirante duró aproximadamente un año y tuvo que pedir auxilio al Gobernador de La Española para que le
enviase una nave.
Durante ese año se le presentaron conflictos con los marineros y los indios, ya
que los aborígenes se negaban a darles bastimentos y además por los abusos con
las indias. Se produjo una lucha por el
liderazgo y los hermanos Francisco y Diego Porras causaron estragos en las relaciones con
los españoles, robando a los aborígenes, violando a una indígena y poniéndolos
contra Colón. Esto terminó causando una batalla entre los marineros leales
a Colón y los del bando de Porras, de lo cual hubo una pelea a espada entre Bartolomé y Francisco de Porras, ganada
por el primero pero le perdono a la vida. De esta forma termino el motín.
El historiador
argentino Ricardo Felipe Pigna recuerda en una
breve nota periodística del Diario El
Clarín que Colón estaba convencido que los nativos se dejaban engañar con
el hombre blanco. Cuenta una crónica que estando varado en la isla de Jamaica,
a la espera del auxilio, amenazo a los
nativos de que si no traían alimentos.., ¡les robaría la luna! , y agrega: “El Almirante era un conocedor experimentado
de los signos de la naturaleza y la
astronomía, estaba al tanto de un
inminente eclipse lunar y apeló a ello para proferir su ultimátum. Efectivamente,
esa noche, del 29 de febrero de 1504,
se produjo un eclipse y los aterrados indios vieron el fenómeno. Desde
entonces volvieron a satisfacer con alimentos y frutas a el Almirante”. Finalmente llegó la carabela y que haría una
primera escala en La Española, de los 110 miembros de la expedición que
quedaron vivos, 38 hombres decidieron no
volver a embarcar y se quedaron en La Española. El 11 de septiembre de 1504
Cristóbal Colón y su hijo Fernando se embarcaron en una carabela privada, para
viajar de La Española a España, pagando sus pasajes. Cristóbal Colón había perdido en la práctica todos los
títulos, era solo eso un ciudadano español. Tenía 53 años y regresaba muy
enfermo a su patria. No volvería a deslumbrarlos aquellos parajes míticos de lo
que se llamaría posteriormente América
Al final de este ensayo histórico uno se pregunta ¿Quién fue realmente Cristóbal Colón? Fue
un marinero audaz y valiente, temerario, un genovés con descendencia judía, un
fervoroso creyente católico que se consideraba un predestinado por Dios para
esa aventura, un iluminado que descubrió el paraíso terrenal, un hombre del
renacimiento entre la ciencia y la cristiandad, un navegante que si le
importaban los títulos y el oro para España y la Corona pero con una visión desprendida, en fin un hombre
de su tiempo, vasallo de La Corona ante el Nuevo Mundo descubierto, un hombre
lleno de contradicciones entre su cultura civilizatoria y una civilización
distinta sin apego al oro y lo material, no obstante estaba consciente de hacer
valer la superioridad del hombre blanco y su condición de ser vasallo de la
Corona. Algunos lo condenan porque descubrió esos territorios y se los entregó a la ambición desmedida de la España carente de
esas riquezas y en decadencia. ¿Fue esa su intención? Con los ojos de hoy respondería que sí. Con
el mundo de 1492 respondería que no. Hay que tomar en cuenta que no habíamos
llegado a la modernidad con derechos humanos individuales y ciudadanos, los
territorios descubiertos pertenecían a quienes lo descubrieran con títulos
reconocidos y por supuesto súbditos de los Reyes. La esclavitud, aunque condenada por La
Iglesia no resolvió el ser tratado como “vasallos de La Corona” que significaba
un sentido de propiedad legítima. Por
eso la historia, el legado, lo escrito es un verdadero testimonio de esa época.
De allí el valor del libro de Salvador de Madariaga VIDA DEL MUY MAGNIFICO SEÑOR DON CRISTOBAL COLON cuya Quinta
edición fue publicada en junio de 1952. México-Buenos Aires.
Finalmente dejo para la consideración de mis lectores este importante
párrafo, que sirve de presentación de la
novela LOS PERROS DEL PARAISO, escrita por Abel Posse (1934-2023) escritor argentino, ganador del premio Internacional
Rómulo Gallegos 1987. Monte Ávila
Editores 1987.
“A FINES DEL SIGLO XV una pareja de príncipes adolescentes, Isabel de Trastamara y Fernando de Aragón,
unidos por un feroz erotismo y una extraña voluntad de poder, fundan, quizás
sin sospecharlo, un imperio Cristiano en donde nunca se pondrá el sol y el
cual, en cierto modo, perdura hasta nuestros días. En medio de su ambicioso
camino aparece la figura de un
visionario llamado Cristóbal Colón, cuyo
único deseo es hallar un edén terrestre donde reinen la pureza y el amor.
De la conjunción de tales ambiciones
y sueños, surge un viaje transoceánico y
el descubrimiento de un mundo remoto que
Colón anexa a la Corona española como el
“Paraíso Terrenal”. Pero mientras el marino genovés se esfuerza por
conservar la idílica vida “preadánica” del
Nuevo Mundo, el Imperio de Isabel y
Fernando tienen otros intereses: el saqueo
de sus tierras a costa del indiscriminado genocidio de sus habitantes.
Los Perros del paraíso nos relata, pues,
los fantásticos y trágicos aconteceres que rodearon al descubrimiento de
América; pero, tas la reinvención de esta parte de nuestra historia, escuchamos
también el llamado a una licita esperanza: el paraíso que soñó Colón, un mundo
feliz de justicia e igualdad”.