sábado, 6 de septiembre de 2025

PIRATAS DE PLENILUNIO. NOVELA TOTAL DE EDISON MARTINEZ

 


PIRATAS  DE  PLENILUNIO.  NOVELA  TOTAL  DE  EDISON  MARTINEZ

“-Traes la luna pegada en las espaldas… Parece que viene  persiguiéndote… ¡Buen viaje!… dice concluyente en un tono desinteresado, tan desenfadado, en el que pareciera no tener conciencia del valor estético de la afirmación que acaba de hacerTomado de Piratas de Plenilunio. Pág. 11. Autor Edison Martínez, 2022.

“Vienen de regreso en una nave sin velas ni talismán, conjurando los avatares de una travesía que habría merecido mejor destino Tomado de Piratas de Plenilunio. Pág. 15.  Autor Edison Martínez. 2022.

-¿Y mientras tanto dónde guardo, entonces, los sueños que no quiero que sean una fantasía una vez que haya pasado el tiempo?- replica Alberto, percatándose ahora, como quien  despierta de un trance, del vaso de agua todavía reposando en manos de su madre.”  Pág. 68. Tomado de Piratas de Plenilunio. Autor Edison Martínez.

“Cada libro tiene su propia alma, su magia particular para encontrar su lector preciso, inténtalo conmigo, quizás encuentres en mis libros o en alguno de ellos esa conexión que antes desconocías”. Edison Martínez. 2025.



Siempre me he preguntado ¿Qué caracteriza a una buena obra literaria?, ¿Qué es lo que sujeta al lector a mantener vivo su interés de principio a fin?, ¿Qué hace que una obra, y en este caso una novela, perdure en el tiempo?. En mi caso voy a tratar de responderla en este breve ensayo a partir de la novela Piratas de Plenilunio del escritor Edison Martínez, que para mí reúne las condiciones de ser una novela total.

El escritor elige el tema que de seguro le ha rondado en su cabeza por largo tiempo, lo acaricia como el orfebre frente a una joya hasta que se posesiona de él y empieza a darle forma. Escribe, elige como hacerlo desde su computadora o en  manuscrito, apuntando escenarios, ambientes, protagonistas, hilo histórico, diversas atmosferas, realidades que muchas veces le ofrece el mismo entorno. Son borradores inconclusos hasta que tiene las ideas claras de lo que aspira. Sí es un tema social significativo bordeará los caminos del problema, sus conflictos, los vive, los sufre y finalmente lo materializa a través de la escritura, preguntándose por el orden de la trama que no necesariamente tiene que ser secuencial. En “Piratas de Plenilunio” el autor decide comenzar desde el final del viaje, para posteriormente adentrarse en los subsiguientes capítulos en el alma de la novela. Veamos: Bajo ese primer capítulo EL REGRESO, escribe:

“Los pasajeros se han ido paulatinamente aclimatando, entregados al discurrir de las horas, esperando el arribo al despuntar el alba a sus sitios de destino. Así lo sorprende un brinco intempestivo. Los despierta bruscamente como antes. Ha sido un nuevo reductor de velocidad escondido entre la oscuridad del pavimento y la opacidad nocturna. Los ha recibido en emboscada al final de una pendiente donde la vía tuerce su rumbo hacia una curva de regular ángulo, una trampa perfecta para generar accidentes por su repentina presencia. (…) No imaginan que sería la antesala de la embestida infortunada que más adelante los detendría.” (Pág. 13) Así logra el autor crear el suspenso que mantendrá  en vilo al lector hasta que llegan los piratas de la carretera.



 

La trama de esta novela es como un bordado inconcluso que se puede tejer o destejer a la vez porque la vida en general y en lo ´particular nunca es una razón simétrica ni instrumental por mucho que se quiera. Se puede ser feliz e infeliz en segundos. Los protagonistas de esta novela viven las cotidianidades, los avatares de su tiempo y es allí donde aparece la magia de este brillante escritor al realzar la vida en su devenir diario trasponiendo su imaginación. La descripción del ambiente y personajes en la gracia, ironía y fluidez de la narración.  En el segundo capítulo LA DIASPORA vemos como pinta el panorama:

“De los amigos de infancia, en el barrio, quedaban pocos, era frecuente, luego de varios días sin que nadie lo advirtiera, de repente, percatarse de que Martha ya no atendía en la panadería, que Alfredo ya no había vuelto a la universidad, que Natalia, con su paso apurado de tacones y piernas largas, camino a la entidad bancaria donde laboraba, había desaparecido sin que nadie supiera de ella. Que los nietos de Rocco, un italiano que vino a Venezuela durante el primer Gobierno de Carlos Andrés Pérez, Marco y Fiorella, se habían marchado a Italia con sus padres porque la Pizzería San Rocco había cerrado sus puertas. Que los diques expropiados en esta ciudad acumulaban a vista de todo despojos y chatarra ferrosa que naufragaba sin tormenta a orillas del lago. De aquel paraje de lluvias y sol sin pretextos, de  tardes flameantes que alguna vez fueron destinos ciertos de tantos que llegaron atraídos por el oro negro acunado en su vientre, quedaba la ruina evidente paseándose por las calles y avenidas de una urbe a la que el mismísimo Gabriel García Márquez había dedicado unas breves líneas en sus prometedores años de impulso como narrador en su obra Cuando era feliz e indocumentado.” A continuación a su protagonista lo estructura en el  marco de un realismo irónico y lúdico: “En seis meses Alberto había perdido siete u ocho kilos. La camisa  en su cuerpo a veces daba la impresión de que le estuviera colgando, como si anduviera suspendida en el aire, zarandándosele en atolondrado agite con cualquier vientecillo repentino…” (Pág. 31) Como un cometa zarandeado por el viento.  



En el capítulo de EL VIAJE aprovechan Padre e hijo para el diálogo de sus vidas, inquietudes e intimidades  que solo interesan a ellos dos. El recuerdo de la novia y la esperanza del regreso y lo siempre inevitable, lo político, como uno de los elementos responsables de la diáspora.  Veamos:

“-¿Y cuándo terminará esto, papá? ¡Es como una locura! ¿No crees? –Insiste Alberto. La plática lentamente se fue deslizando sobre el ardoroso ámbito de la política, una de las pasiones de Simón. Su perspectiva cuestionadora de la situación del país hacia del tema un asunto que podía extenderse por varias horas de charla si Alberto no era capaz de cambiarlo

-Una pregunta de muy difícil respuesta, ¡No tengo ni la menor mínima idea! –Confiesa Simón con una inflexión de risa discreta asomándosele en la cara, mientras buscaba ofrecer algún argumento razonable-.  A ver, para no dejarte de responder con la mayor claridad posible. Se me ocurre  decir, de acuerdo con mi larga experiencia de mecánico, que esto llegará a su fin cuando los cuatro pistones que mantienen encendido el motor se terminen de fundir totalmente y, entonces el motor completo se dañara irremediablemente –detallaba sobriamente moviendo sus manos- . El miedo, la corrupción, el engaño y la intimidación son los pistones que lo conservan prendido –concluyó.” Pág. 107. Esta aseveración de Simón lo aleja del lenguaje panfletario y le imprime una esteticidad muy original y coloquial.

Por otra parte vemos  al  narrador que despliega su descripción  sobre el paisaje,  buscando unir territorio con el sentir humano, en un momento que se produce un torrencial aguacero que obligó al conductor a orillar y detener el autobús de pasajeros.  Veamos



Esta zona muerde fronteras con tres estados de la geografía nacional. Es un área de confluencias cálida, de humedad pegajosa que recibe aquellas sacudidas climáticas por sus cercanías, en alguna e sus partes, con la costa sueña del Lago de Maracaibo. En ella se avecina las faldas de la cadena montañosa de los estados Trujillo y Mérida, con la extensa planicie de la región zuliana por el occidente, conformándose así un clima tropical de insospechado comportamiento, veleidosamente susceptible a las precipitaciones y cambios estacionales. Este anticipo de invierno que los castiga con tanta violencia los acompañará durante buena parte del largo periplo  camino al primero de los puentes fronterizos: El puente internacional Simón Bolívar.

-¡Coño, está lloviendo muy duro! – lamenta Simón, cuando el conductor decide detenerse para esperar  mejor tiempo.”  Pág.84-85.

En la obra novelística “Piratas de Plenilunio”, el escritor Edison Martínez no escatima en ofrecer su desvelo por lo poético que se encuentra por doquier en el ambiente, bien sea por la musicalidad o por sus vivos colores artísticos y poéticos. Veamos dos ejemplos citados:

“Al caer la noche, un cielo estrellado sobre el inmenso fondo negro del infinito  se abre como un manto colosal. El tiritar mágico de cada punto de luz azulada se mueve acompasado como un concierto de intensidades lumínicas. Es el universo en todo su esplendor el que admiran los ojos, ahora despiertos, de Alberto y Simón. Guardan silencio, solo contemplan la noche, persiguen los fogonazos remotos que la mecánica celeste alguna vez indujo a pensar a los humanos en la creación divina. Extasiados ante la inmensidad nocturna, apenas intentan hablarse. Nunca antes la habían apreciado en tan formidables dimensiones.



-¡El universo tiene música – exclama inesperadamente Simón – Fíjate como encienden y apagan cado uno sus farolitos. Llevan una onda en un compás que no escuchamos…- conjeturaba -. Es una maravilla que tenemos frente a nuestra vista y está allí para que podamos disfrutarla con todos nuestros sentidos –continuaba  especulando, mientras movía sus dedos como un director de orquesta, uno de ellos apuntando en un mismo gesto orquestal al enjambre de minúsculos puntitos de luz del infinito- . Con sus trece mil quinientos millones de años a cuestas, somos los únicos seres capaces de apreciarla, de contemplarla intentando desentrañar esa oquedad sideral. Fíjate que es tan deslumbrante su magnitud que ni siquiera la palabra universo para significarla podría ser el fruto de una creación individual- sentenció con inspirada admiración.” Pág. 109-110. Asombra esta mágica escena del espacio sideral.

El otro elemento del plano artístico pictórico que me interesa destacar  es  la valoración que hace el escritor Edison Martínez en  la narrativa, intercalando una panorámica visual en medio de un dialogo común, invitando así al lector a encontrarse con otro mundo:



“La estampa capturada a primera vista por algún imaginario espectador mostraría en solitario la pequeña figura humana vistiendo camisa blanca y pantalón caqui, ocupando el centro del longevo caserón, sacudiendo reiteradamente el estuche de cigarrillos contra una de sus manos. Allí un sol ambarino bañando la fachada en resplandor festivo lo destacaría sobre el bronce apagado de las paredes, cuando una brisa tímida en súbita aparición, desarreglaría su cabello aindiado bajo el radiante brillo de aquella mañana. Primer plano espectacular del palacete diseñado con ventanales y puertas en cada nivel de construcción, sobre la que  se erige a gran altura un soberbio tejado en ladrillos desgastados, en cuya segunda planta se asienta un corredor embaldosado conectando todas sus habitaciones. Allí mismo en su entorno una regia verja color óxido con esmerados diseños de hierro forjado, la circunda protegiéndola como una fortaleza. La imagen, como inspirada en el alucinante fulgor de las pinturas de Van Gogh, se despliega espontánea en insurgente momento del azar en que la luz se descompone en apasionada armonía de amarillos; el Arlés extraviado que la distraída mirada de Simón atrapa sin querer al empinar su rostro para responder el llamado de atención. -¡Enseguida voy, Cosme! ¡No te preocupes!” Pág. 200.  El Arlés refleja la sencillez y la simplicidad de la vida vista por el pintor francés y los detalles citadinos en transformaciones de la naturaleza en primavera, los paisajes llenos de mucho color luminoso y los hombres trabajando. Además hay un cuadro llamado El dormitorio en Arlés que presenta una sensación de reposo y sueño a través de colores vibrantes.  

La  novela “Piratas de Plenilunio” tiene fuerza dramática, estilo sencillo sin exuberancias, sentimientos elementales y primarios lo que precisamente dota a esta lírica de una frescura y espontaneidad que el tiempo no marchita. Los personajes  los estudia, los escruta y disecciona con sus fisonomías y particularidades personales, sin detenerse en sus miserias y oscuridades, quizás tenga que ver con la bondad, afabilidad y genialidad del escritor, con la excepción de los asaltantes del transporte, como seres oscuros, planos, sin escrúpulos,  ni valores, aunque al final uno de ellos reflexiona sobre la vida y muerte que termina en  la nada, cada quien en su cada cual. Este último capítulo LOS PIRATAS CREDULOS el narrador crea una especie de ópera prima o un performance dramático sobre el polvo grisáceo que contiene el tan ansiado envase que capturo uno de los delincuentes y que tanto le costó quitárselo al joven Alberto (las cenizas de su padre) y que al auscultarlo pensaron que era oro en polvo,  creando  un final impresionante, reflexivo y creyente, porque al final hasta los agentes de la  maldad tiene sus santos y creencias. Veamos:



“-Miren, cada paso que se da en la vida esta perseguido por la muerte. Por eso todo entre nosotros está marcado por el eco de ese último momento a punto de atraparnos  - manifiesta en azorada meditación, hundiéndoles las pupilas como queriendo adivinar sus pensamientos - . No le tengamos miedo, no hay muerte más noble que la conseguida por propia causa. Hoy nos encontramos con ella tratando de confundirnos, pero rápidamente la despachamos; aquí llevo lo que al final queda de su emboscada –saca el envase de su lado y lo levanta señalándolo - : un cilindro vacío y, allá, por obra y gracia del destino y del Espíritu Santo, el polvo estéril que contenía, abonando la eternidad – concluye delirante.

Una vez que escuchan la confesión de Matías (el jefe), al unísono, compungidos, quizás, o sorprendidos por el insólito hallazgo, tal vez en emulación automática del jefe, se persignan con la misma fe devota de cualquier creyente de menores pecados. Así son ellos, pecadores cobardes al cobijo de la nocturnidad, piratas de plenilunio, trasgresores de cada noche que, sin importar sus acciones, encomiendan devotos a sus ángeles guardianes sus desafueros habituales. FIN”.  Pág. 234. 

 


 Me llamó la atención como nos presenta el drama de la muerte súbita de Simón y su despedida en el capítulo ADIOS AL CAMINO DE LOS LADRILLOS AMARILLOS. Veámoslo:

…”La imagen de Mercedes le flota en el aire con sus rizos de entonces. La percibe como en sus días de adolescente con aquel brillo avellanado del par de luceros en su rostro; con aquella cabellera descorazonándose en dos grandes bucles sobre sus hombros. Es su voz melodiosa la que escuchaba tarareando los estribillos de Adiós al camino de los ladrillos amarillos que alguna vez cantaron a dúo. Toda mirada tiene una historia, encerrando un mundo que, como la voz que se lleva dentro, solo pertenece a quien únicamente es capaz de sentirla desde el más severo de los silencios; desde la más incierta de las horas. Allí, despidiéndose en el misterio de tales segundos, Simón corretea detrás de un perro de pelambre abundante, acariciándolo mansamente cuando ya lo tiene entre sus manos, sobándolo con sus dedos,  como si estuviera peinándole el pecho peludo escondido debajo de su lomo negro y brillante. Es un perro grande y hermoso, disfrutando el alegre afecto del niño que le persigue en el patio descampado de sus días felices; prado abierto poblado de abundantes gramíneas, de cuyos frágiles tallos pendían unas mezquinas florecillas amarillas envueltas en un nudo de hojas dormidas. Una vez que llegaban a tocarlas, admirado, las veía despertarse de su sueño efímero, sabiendo que les llamaban adormideras en el mundo infinito de su infancia traviesa.



-¡Simón Alberto! ¡Simón Alberto! ¡Muchacho ven a comer! ¡Lávate las manos y sacude los pelos del perro!  - le grita la voz de su madre.” Pág. 211-212.  A Simón siempre le gustaron los perros desde su lejana infancia.

En conclusión estamos frente a una obra magistral, una novela total con una técnica narrativa fluida, autentica. Una obra muy rica en imágenes, en codearse con la dramaturgia y la pintura, en un realismo histórico-social que acontece. Y parafraseando a Mario Vargas llosa leer una buena novela probablemente no resuelve la vida pero como ayuda a ser quien eres y  quieres ser.

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