LA IMPOSTURA DEL HABLA
Y SUS CONSECUENCIAS. Angel Gustavo
Cabrera
“Recordemos, por
ejemplo, que hablar y pensar son funciones que se vinculan de modo indisoluble;
no pueden existir la una sin la otra. Además el lenguaje no solo le da su rasgo
más característico al hombre: también lo configura. El mundo va conformándose
para el hombre según la imagen del lenguaje y cada nueva precisión idiomática
es al mismo tiempo un aumento, un enriquecimiento de su mundo”
Poeta Rafael Cadenas. Tomado del
ensayo: EN TORNO AL LENGUAJE. 1985
“Cuando las palabras se
desvían de su sentido comienza a reinar su impostura. Entonces la neurosis no
está lejos. Todos dejan de creer en las palabras que emplean, el gobierno, los
periódicos mienten, pero nadie es tonto y de ello resulta una descomposición
moral”. Citado por Rafael Cadenas
del filósofo alemán Karl Kraus. Paris 1962.
“La raíz del fenómeno
está en la cultura. Mejor dicho, en la banalización lúdica de la cultura
imperante, en la que el valor supremo es ahora divertirse y divertir, por
encima de toda otra forma de conocimiento o ideal. La gente abre un periódico,
va al cine, enciende la tv o compra un libro para pasarla bien, en el sentido
más ligero de la palabra, no para martirizarse el cerebro con preocupaciones, problemas,
dudas. Solo para distraerse, olvidarse de las cosas serias, profundas,
inquietantes y difíciles y abandonarse en un devaneo ligero, amable,
superficial, alegre y sanamente estúpido”. Mario Vargas Llosa. LA CIVILIZACION DEL ESPECTACULO. 2012.
De manera sarcástica le he hecho saber a alguna gente que voy
a dejar de hablar, que solo lo haré cuando tenga algo importante que decir, que
me fastidia tanta banalidad y lenguaje insulso, que voy a hacer silencio y
dejar de repetirme en la oralidad cotidiana. Quizás en esa mudez abra un
espacio para el pensamiento y la reflexión crítica frente a una buena lectura
filosófica y/o literaria. Lo que sucede es que llegamos a la madurez, muchas
veces sin darnos cuenta, de cuanta habla gastada en la inmediatez y lo
cotidiano. Si comprendiéramos que el lenguaje
oral es nuestra mejor carta de presentación, que está ligada indisolublemente
al pensamiento, que puede expresar una riqueza cultural incalculable, que es un
vehículo para transmitir ideas y obras de trascendencia universal, que es una
contribución al mundo vivido y al por venir, el que no ha llegado. Del siglo XX
podríamos nombrar hombres y mujeres celebres que dejaron su nombre grabado en
el imaginario colectivo y social: Aldemaro Romero, Andrés Eloy Blanco, Frida
Kalo, Diego Rivera, Arturo Uslar Pietri, Jorge Luis Borges, Simón Díaz, Héctor
Lavoe, Mandela, Martin Luther King, Pablo Picasso, Albert Camus, Octavio Paz,
Jean Paul Sartre, Michel Foucault, Jean
Baudrillard, José Barroeta, Harry Almela, Ernesto Sábato, Madre Teresa de
Calcuta, Víctor Valera Mora, Caupolicán Ovalles, Mercedes Sosa, Facundo Cabral,
Violeta Parra, Mahatma Gandhi, Susan Sontag, Charles Chaplin, Mario Moreno
Cantinflas, Oriana Fallaci, Julio Cortázar, Modigliani, Kavafy, Salvador Dalí, Teodoro
Adorno, Tite Curet Alonzo, Juan Félix Sánchez y un largo etcétera. Nótese que hablo de
hombres y mujeres del siglo XX que dejaron un legado trascendente, cada uno
desde su hacer cultural. Hombres y mujeres que le dieron vida a la lengua escrita
y hablada desde la acción y el compromiso con el arte, la literatura, las ideas
filosóficas, la música, la pintura, el cine, la espiritualidad. Todos le dieron
razón y emoción al pensamiento, todos le dieron invención y creatividad a la palabra.
Todos partieron de una genuina y autentica
espiritualidad. Todos interpretaron el siglo de la modernidad. (No
incluyo políticos, solo a Nelson Mandela
por ser una excepción como humanista y líder social.)
La intención al nombrar esta larga lista de personajes no es
para que todos sigamos por ese carril. No. Cada quien a lo suyo y a
lo que hay que hacer. Cada quien se arropa hasta donde le llega la cobija, dice
una frase, no todos nacimos para ser
artistas. Esa es la complejísima diversidad cultural de la civilización y la
masificación poblacional. Ya el siglo XXI
irá dando la pauta. Lo que noto y me preocupa son los signos y
características identificados como posmodernos, no solo contrarios al legado de
la modernidad, sino su vaciedad humanística. Veamos lo que plantea el filósofo Gilles Lipovetsky en el ensayo sobre el
individualismo contemporáneo titulado LA
ERA DEL VACIO: “La cultura posmoderna
se caracteriza por la democratización del hedonismo, pasión narcisista en la expansión del ego puro, la consagración generalizada de lo nuevo, el
triunfo de lo anti moral y del anti institucionalismo, el fin del divorcio
entre los valores de la esfera artística y los cotidianos, liberación de
códigos y costumbres morales”. Por otra parte afirma nueva significación de la
autonomía en base al culto a la liberación personal, al relajamiento moral, al
humor, a la sinceridad, al psicologismo, a la expresión libre.” Esto marca un antes y un después de la
posmodernidad porque hasta muy entrado el siglo XX los valores de la modernidad
estaban centrados en el rol de la escuela, la familia, las instituciones
republicanas y las ideas laicista. Allí
estaban sus banderas democratizadoras y de vanguardia. En la actualidad hay más
libertad individual, de consumo, un mundo que no se detiene frente al placer y
el hedonismo, las drogas tienen un mercado seguro, la música fácil y relajada
deja muy atrás lo clásico. ¿Y tiene esto alguna relación con el avance
cibernético en las comunicaciones? Claro que sí: el Facebook, Insta Gram,
Twiter, Internet, es decir las redes sociales permiten que desde un niño hasta
un joven y un adulto pasen horas interminables chateando, viendo videos, visto
como un pasatiempo, una mera distracción que no compromete en absoluto las
facultades intelectuales para su vida ulterior. Y si le agregamos la mensajería
de textos y las horas de conversación banal entre amigos y amigas, completa un
cuadro profundamente mediocre en lo cultural y lo humano. He escuchado este
tipo de conversaciones, y en su mayoría giran sobre cotidianidades
irrelevantes, domesticaciones, chismes, humor ligero, egocentrismo. A años luz
de esas conversaciones interesantes, pausadas y hasta cultas que poco se
olvidan. El problema radica que ese tipo de conversaciones exige compromisos
intelectuales que se adolece. Quizás uno de los grandes males de este siglo sea
“la
vida pragmática”, o como dice una frase criolla “Como vaya viniendo vamos viendo”
El periodista Sergio Dahbar escribe un nota de prensa
titulada “Solo el presente importa”
basada en una encuesta realizada a partir de 1998 a jóvenes norteamericanos que están a punto
de ingresar en la universidad. “El
objetivo que persigue es curioso: entender cuán rápido pierden vigencia los
valores que provienen de la cultura y la vida cotidiana, a través de diferentes
generaciones. En una época atravesada por la velocidad y los avances
tecnológicos, valía la pena saber que pasaba por la cabeza de los más jóvenes.
Los resultados son asombrosos: destacan falta de curiosidad; ignorancia; escasa
educación en los niveles primarios y secundarios, ausencia de una formación en
casa.” Pero precisemos un poco las revelaciones de esta investigación: La mayoría de los estadounidenses que están
por comenzar en la universidad creen que Beethoven es un perro y que Miguel
Angel es un virus de computadora. No pueden escribir en cursiva y opinan que el
e-mail es demasiado lento. Quienes se graduaran en 2014 no saben que existió un país llamado
Checoslovaquia. Para ello Clint Eastwood es un creador sensible que odia la
violencia (nada saben de su primeros pasos como Harry, el sucio). Los que nacieron
en 1984 no conocen el dolor del apartheid sudafricano. Así como ignoran que IBM
fue fabricantes de máquinas de escribir. Tampoco saben que Alemania estuvo
dividida por el odio del muro. Los jóvenes nacidos en 1980 creen que hubo un
solo Papa, Juan Pablo II, quien asumió
en 1978 y falleció en 2008. Para los de 1981, Yugoslavia nunca existió y
no entienden por qué aparece con
mayúscula en nombre del sindicato Solidaridad, único independiente en Polonia y
en el Bloque Soviético, y que acabo con el comunismo en ese país en forma
pacífica, hacia 1989. Por último el lenguaje digital siempre ha formado parte
de su ADN, aclaran los investigadores McBride y Nief. Estos adolescentes usan
sus celulares como reloj y están acostumbrados a pasearse por 500 canales de
televisión por cable, aunque solo vean unos pocos”
Realmente asombra las consecuencias de la cultura cibernética
en este país considerado potencia mundial. Pero esto es una realidad que yo me
aproximaría a decir que planetaria con su variantes. Para estos jóvenes el pasado es
un lugar en ninguna parte, una gigantesca masa de conocimientos que puede
quedar atrás como quien pasa una página. Lo que produce pánico. Termina
Sergio Dahbar.
Cuando veas las barbas de tu vecino arder por las tuyas en
remojo. Este refrán es importante dilucidarlo y preguntarse de manera sincera
¿Cuánto hay en mí de esa crítica?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario