miércoles, 18 de abril de 2018

POR SIEMPRE ARGENTINA


POR   SIEMPRE  ARGENTINA.   Ángel Gustavo Cabrera
“¿Dónde estará mi vida, la que pudo/ haber sido y no fue, la venturosa/ o la triste horror, esa otra cosa/ que pudo ser la espada o el escudo/ y que no fue ¿Dónde estará el perdido antepasado persa o el noruego,/ donde el azar de no quedarme ciego,/ donde el ancla y el mar, donde el olvido/ de ser quién soy?”     Jorge Luis Borges

“Nada está perdido si se tiene el valor de proclamar que todo está perdido y hay que empezar de nuevo”       Julio Cortázar

“La cultura es el ejercicio profundo de la identidad”.      Julio Cortázar

  “Fui analfabeto hasta los 14 años, por eso cuando me dice `no puedo`, yo les digo `no jodas`”  Facundo Cabral

“Pero las grandes crisis, en las naciones como en los seres humanos, no son únicamente portadoras de males, pues son aleccionadoras, sirven para madurarnos, para revelarnos que no todo era tan perfecto como imaginábamos en la inexperta niñez, ni tan malo como concluye la adolescencia lastimada por el derrumbe de los absolutos. La madurez comienza cuando las conciencias más lúcidas comprenden que las infinitas perfecciones con que se creían dotadas a su patria –como a su madre- no son infinitas ni perfectas, que tenemos taras, taras de las que los seres honestos no pueden sino acusarse y avergonzarse. Motivo por el cual pienso que empezamos por fin a tener una nación madura”…   Ernesto Sábato.  Tomado  del libro Apologías y Rechazos. 1979

“Ante los sueños eran más radicales, perfectos. Ahora se hace lo que se puede” Mercedes Sosa.

Argentina, ese vasto país que cubre la mayor parte de la América del Sur, es una de las naciones que está recibiendo una cantidad considerable  de inmigrantes venezolanos, que buscan establecerse indefinidamente o bien radicarse por un buen tiempo,  hasta tanto que no se produzca un cambio de gobierno en nuestra querida patria Venezuela. La mayoría son jóvenes desempleados, profesionales y estudiantes que ven un futuro incierto y oscuro por la tiranía dictatorial que nos gobierna desde 1999. Uno de esos jóvenes es mi hijo Gustavo Ibrahim   que decidió partir hace quince días pasando por pueblos fronterizos de Brasil y Bolivia, hasta llegar a Buenos Aires. Argentina ha superado los gobiernos militaristas y hoy es una de los países latinoamericanos mejor posicionado con una democracia estable y un crecimiento económico sostenido. Argentina se ha fortalecido con fuertes inmigraciones de italianos y españoles en los siglos XIX y XX, para asimilarse en el trabajo,  produciéndose una simbiosis bio-social bien interesante. Ello le ha dado una fisonomía cultural muy particular de lo cual se considera el país más europeo de  América Latina.  El historiador Augusto Mijares señala en su libro Interpretación pesimista de la  sociología hispanoamericana que “la fuerza moral capaz de asimilar esa inmigración y hacerla apta para una labor ulterior  de mejoramiento social, debe buscarse en las entrañas mismas de la nacionalidad”  Fuerza moral de los grupos humanos,  capaces de  dar coherencia inmediata (hablo para 1875) a las costumbres políticas y civiles de nativos y extranjeros. Esos fuertes nexos considero fueron positivos, han dado en el tiempo una solida base estructural en su economía, política y cultura ciudadana. Claro está ha tenido sus crisis y problemas (y aun los tiene), no obstante ha logrado fraguar un mundo de oportunidades para sus diversos sectores sociales, tomar conciencia de no depender de dadivas populistas estatales sino de sus propios recursos humanos y naturales.
            En la actualidad,  venezolanos y argentinos  tienen muchas cosas en común, pero tienen otras que los hacen ser diferentes. ¿De qué manera se producirá ese contacto societario y cuáles serán sus consecuencias? No lo podemos predecir. Lo que si podemos adelantar es que los venezolanos se incorporaran a esa sociedad con empeño y tesón, aprendiendo y asimilando su cultura, sus disciplina al trabajo y sus tradiciones. Como señala el escritor  Ernesto Sábato debe existir una madurez de comprensión del país que dejamos atrás y el que nos recibe para sufrir la diferencia y el crecimiento humano que nos proporciona. Los venezolanos, como mi hijo, que se incorporan a esa sociedad deben tener conciencia de los retos que asumen, del aprendizaje que les proporciona ese contacto societario, de manera que no solo sea el trabajo manual y el beneficio económico para vivir, sino el conocimiento de un país, que si bien somos hermanos por el nexo latinoamericano, somos diferentes y eso es lo interesante. Los venezolanos tenemos conocimientos globales y nacionales en los campos del saber y de la cultura. Tener conciencia de que si se incorporan como seres productivos y cultos mucho podrán aprehender, pero si solo lo ven como un medio de integrarse a una sociedad consumista y obtención de dinero, muy poco podrán obtener más allá de bienes materiales. Por ello es una excelente oportunidad para ver desde afuera nuestra realidad venezolana con sus aciertos y grandes errores, desde una perspectiva autocritica  y sincera. Y de esta forma lo que se aprenda y se asimile pueda ser útil para nuestro país en su futuro. Las naciones no perecen en sus crisis, siempre habrá una oportunidad, una esperanza en superar los escollos y respirar el oxigeno de los nuevos tiempos, pero como dice Sábato, lo primero que se debe hacer es hacer contacto consigo mismo y reconocerse aún con la vergüenza de la derrota. El rentismo petrolero, el populismo, la anarquía societaria,  el militarismo y el peso de la tradición caudillista nos ha hecho mucho daño y es hora de cerrar ese capítulo y empezar un nuevo  con los venezolanos que se van y los que nos quedamos. Claro está el cambio no comenzará mientras no desalojemos del poder los delincuentes que se han instalado en el poder, dicen ellos, que para siempre. Veremos de qué manera.  
           Desde la tradición occidental y el contacto estrecho con Europa, Argentina es hoy lo que muestra ante el mundo en todos los ámbitos que hacen una nación. En Venezuela hemos tenido relaciones con argentinos que se han establecido y se les conoce por su peculiaridades al hablar, la defensa de su país y lo cauto que son. Hemos vibrado con el futbol y jugadores estrellas como Maradona, con el arte del tango, su aire romántico y tristón, similar al bolero nuestro. Le hemos seguido la pista a grandes cantores argentinos, soñadores de un mundo posible y esperanzador, que han superado los viejos conceptos de la música protestataria, me refiero a Mercedes Sosa, Facundo Cabral, Piero, Víctor Heredia, Fito Páez, entre otros. Incluso hemos disfrutado sus voces y su calidad humana cuando han tocado suelo venezolano a través de sus conciertos. Hemos leído sus grandes hombres de las letras hispanoamericanas y universales, de alcances literarios genuinos, hablamos de Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Ernesto Sábato, Adolfo Bioy Casares, entre otros. De tal manera que estamos frente a una gran nación que ha dado sus frutos, aun con sus imperfecciones y reclamos. Argentina posee un desarrollo agrícola, industrial y comercial  nada desdeñable, que ha servido para el asiento de una civilidad  fortalecida con los migrantes de otros territorios que se ha asimilado como hijos de esa tierra.
            El escritor mexicano Leandro Canto (1952) señala que “la mayoría se traslada en busca de mejores oportunidades, en espera de combinar sus propios talentos con los recursos del país de destino en beneficio propio y de sus familiares cercanos… se emigra mas por necesidad que por voluntad propia, con todo y que emigrar significa una forma de exilio.”  No será fácil en este mundo contemporáneo superpoblado y competitivo, no será fácil en una nación que busca mantener un ritmo de vida productivo y  culto a sus habitantes, pese a las grandes desigualdades entre riqueza y pobreza. ¿Será posible   una mejor vida para el inmigrante, el desterrado venezolano?  Esperemos que así sea.     

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