TIEMPOS RECIOS DE MARIO VARGAS LLOSA

“Guatemala, 1954. El golpe militar perpetrado por Carlos
Castillo Armas y auspiciado por Estados Unidos a través de la CIA derroca al gobierno de Jacobo Árbenz. Detrás
de ese acto violento se encuentra una mentira que pasó por verdad y que cambió
el devenir de América Latina: la acusación por parte del gobierno de Eisenhower
de que Árbenz alentaba la entrada del comunismo soviético en el Continente”
Contraportada del libro TIEMPOS RECIOS de Mario Vargas Llosa.
2019
¿Era la historia esa fantástica tergiversación de la
realidad? ¿La conversión en mito y ficción de los hechos reales y concretos?
¿Era esa la historia que leíamos y estudiábamos? ¿Los héroes que admirábamos?
¿Un amasijo de mentiras convertidas en verdades por gigantescas conspiraciones
de los poderosos contra los pobres diablos como él y como cara de hacha? ¿Ese
circo de farsantes eran los héroes que los pueblos referenciaban? TIEMPOS
RECIOS de Mario Vargas Llosa. Pág. 129.
Este libro llegó a mis manos no por casualidad. Al leer el
texto de la contraportada sentí que esa historia me pertenecía. En mi
juventud, por allá por la década de los
años setenta, cuando militaba en la llamada izquierda radical, una de las
banderas de nuestro partido era el nacionalismo,
la unidad latinoamericana y la lucha contra el neocolonialismo norteamericano en
América Latina. No era una invención, Los Estados Unidos ejercían su hegemonía
en el continente tras los acuerdos de la II Guerra Mundial y no les importaba
sostener dictaduras militares en los años cincuenta del siglo XX, en contradicción con el sistema democrático
que imperaba en su país. Es el caso concreto de Guatemala, donde en el año 1954
un régimen democrático es depuesto mediante un golpe de Estado dirigido por el
gobierno de los Estados Unidos con el patrocinio de la United Fruit Company y
ejecutado por la CIA. Jacobo Arbenz
acusado de ser comunista por supuesta propaganda de afectar los intereses de
los monopolios fruteros norteamericanos y oligopolios agrícolas nacionales. En
realidad Jacobo Arbenz lo que
desarrolló fue un programa de reforma agraria para sacar a Guatemala de la
pobreza, de las condiciones de atraso que había en el campo y relaciones
feudales de producción y explotación indígena por una economía económicamente
autosuficiente de orden capitalista. Ese programa, muy a pesar de los avances,
fue entorpecido y en los cuatros años de gobierno de Arbenz ni siquiera se
llegó a expropiar los grandes latifundios improductivos de la United Fruit Company. Señala Vargas Llosa, en Conferencias
para presentar su libro, que su esposa María Cristina Vilanova tuvo una gran
influencia en el pensamiento político de Jacobo
Arbenz, quien había sido educada en los Estados Unidos y gozaba de mucho
aprecio en las esferas intelectuales de la sociedad guatemalteca por sus
posiciones democráticas y progresistas vistas y aprendidas en el norte. María Cristina deja un libro escrito
titulado Mi esposo, El presidente Arbenz.
¿Qué le llevó a este premio nobel ocuparse de esos
acontecimientos acaecidos hace más de medio siglo? ¿Qué utilidad política tiene
para la contemporaneidad escudriñar todo ese entramado a través de una novela
histórica? ¿Por qué seguir hurgando en unas heridas que deberían estar
cerradas? Son hechos históricos que intentan buscar el eslabón perdido de una
interrupción que hizo perder la perspectiva moderna no solo de Guatemala, sino de toda
América Latina, que le sirvió como anillo al dedo al comunismo internacional a través de lo que
vendría después: Cuba. Veamos como lo
expresa nuestro célebre escritor peruano al final de la novela: “Los
tres coincidimos que fue una gran torpeza de los Estados Unidos preparar ese
golpe militar contra Arbenz poniendo de testaferro al coronel Castillo Armas a
la cabeza de la conspiración. El triunfo que obtuvieron fue pasajero, inútil y
contraproducente. Hizo recrudecer el antinorteamericanismo en toda América
latina y fortaleció a los partidos marxistas, trotkistas y fidelistas. Y sirvió
para radicalizar y empujar hacia el comunismo al Movimiento 26 de Julio de
Fidel Castro”. Más adelante agrega una aseveración que duele en el
alma: “Otra hubiera podido ser la historia de Cuba si Estados Unidos aceptaba
la modernización y democratización de Guatemala que intentaron Arévalo y
Arbenz. Esa democratización y modernización era lo que decía querer Fidel
Castro para la sociedad cubana cuando el asalto al Cuartel Moncada el 26 de
Julio de 1953 en Santiago de Cuba. Estaba lejos entonces de los extremos
colectivistas y dictatoriales que petrificarían a Cuba hasta ahora en una
dictadura anacrónica y soldada contra todo asomo de libertad” Apuntala
Llosa que no menos grave fue para Guatemala, ya que siguió después fue una
historia de gobiernos dictatoriales, guerrillas, crímenes y torturas, terrorismo, haciendo retroceder la opción
democrática por medio siglo más.
A la final fue Cuba la
que verdaderamente se convirtió en una
cabeza de playa del comunismo internacional
y contribuyó a popularizar el mito de la revolución armada y el
socialismo en toda América Latina. Jóvenes de por lo menos tres generaciones
mataron y se hicieron matar por otro sueño imposible, más radical y trágico
todavía que el de Jacobo Arbenz.
Afortunadamente el siglo XXI ha cambiado ese panorama de hace
medio siglo atrás. Las democracias en América Latina son mayoría, exceptuando Cuba, Venezuela y Nicaragua. La eterna
Cuba se mantiene petrificada con un régimen absolutista y un parlamento
cooptado. Venezuela, desde hace veinte años lucha contra una tiranía impuesta,
traicionando los principios democráticos de su Carta Magna. Y Nicaragua que
después de haber superado la dictadura somocista cayó desgraciadamente en otra
dictadora legalista-marxistoide que dirige Daniel Ortega y su esposa. Quizás
sean estos los escombros que quedan de ese pasado reciente. Como una de las
canciones del cantautor cubano Silvio Rodríguez, perteneciente a la elite burguesa cubana, que
dice: sueño con serpientes/ la mato y sale otra mayor. Hoy, esa
serpiente que representa el totalitarismo cubano está viva y buscando la forma
de penetrar en pueblos y líderes incautos que no han despertado de esa historia
atroz que llevamos en nuestras espaldas.
Creo, que hacia allí apuntala la enorme importancia de la novela de Mario
Vargas Llosa: TIEMPOS RECIOS.
Debo advertir que TIEMPOS
RECIOS no es una novela modélica al
estilo de Máximo Gorki, no es un manifiesto ni busca un objetivo político. Es
una novela histórica que se mueve entre la ficción y la realidad con sus
personajes reales y otros inventados, que intenta bosquejar los intríngulis del
poder, de la perversión, de los intereses, de la seducción, de las bajas
pasiones y también de los altruismos y afabilidades de quienes son capaces de soñar y materializar logros
para los demás. Otro elemento importante en la novela es la descripción de sus
paisajes y panoramas regionales, sus habitas y costumbres culturales,
perfectamente imbricadas en el devenir de su gente. Mario Vargas Llosa deja
abierta una temática que no se cierra con la entrevista final a la otrora sensual Martha Borrero, la Mis
Guatemala, ya en sus años seniles de recuerdos vivo y otros borrados.
Al terminar de leer la novela deja un sabor amargo y muchas
interrogantes, tanto por vivir la trama de dictaduras sangrientas y perversas,
de una democracia que no terminó de nacer, como ser parte de una generación que legítimo
ese gran relato del marxismo en tierras americanas, y sobre todo, que al final haya terminado de la manera como
todos conocemos. El escritor en su relato se olvida de Jacobo Arbenz, una vez derrocado
del poder, no era la intencionalidad hacer una biografía. Por lo que al margen
de la novela, le seguí la pista hasta su
muerte en México un 27 de enero de 1971. ¿Qué fue de su vida a lo largo de 17
años? ¿Por qué solo se le conoce como un presidente derrocado que nunca pudo
regresar en vida a su patria, sino sus restos, 24 años después. De acuerdo a
los registros históricos, Jacobo Arbens permanece 73 días en la embajada
mexicana y de allí con su familia viaja por países democráticos y comunistas.
La CIA siguió hostigándolo con difamaciones y acusaciones infundadas que
minaron no solo su prestigio sino también la salud. En México, durante las
exequias de su hija Arabella, que se había suicidado, sus amigos le señalaron
que había envejecido considerablemente, estaba muy delgado y fumaba
considerablemente. También se miraba demacrado y enfermo y parecía un anciano
cansado. En una conferencia, en Madrid, Mario Vargas Llosa señala que “Jacobo
Arbenz era como especie de un sonámbulo, no hablaba, no respondía a las
acusaciones que le hacían por doquier. Estuvo en Cuba un tiempo y tuvo que
escuchar a Fidel que decía en público: <<Cuba no es Guatemala, nosotros
vamos a pelear lo que los guatemaltecos no supieron hacer>>. Trago en silencio toda esa injuria.
Había retomado el alcohol y nadie sabe si se suicidó o murió ebrio ahogado en
una bañera. Estaba solo.
La última lección que aprendí, aunque reconozco que tarde, es
que su vida y obra no le pertenece a los comunistas. Somos nosotros los
demócratas, los liberales quienes le debemos rendir homenaje.
“Tengo mucho respeto y
admiración por Jacobo Arbenz” Mario Vargas Llosa
Agradezco éste abre boca de la que seguro es una extraordinaria novela de Don Mario Vargas Llosa. Ojalá pueda conseguirla en Venezuela. Saludos Gustavo.
ResponderBorrarmuy bueno tu articulo sobre Jacobo Arbenz y la obra que a el se refiere. Me parece brillante que a traves de esta novela el autor pueda rescatar el valor historico que pudo haber tenido este personaje sino hubiese sido victima de la hegemonia norteamericana de aquel momento.
ResponderBorrarGRACIAS POR SU LECTURA Y OPINION. Seguos hurgando en la historia y en las ideas.
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