HOMENAJE A UN AMIGO QUE YA NO ESTA.
Por Angel Gustavo Cabrera
FRANCISCO
ROJAS POZO.
“El amor
puede salvarnos de lo fútil y vano de la vida y de la voracidad del tiempo. El
amor es de por sí subversivo, pues es capaz de unir lo que alguna vez estuvo
separado y de separar lo que una vez estuvo unido” Harry Almela. Del Libro “Del dulce Mal”
Poesía amorosa de Venezuela.
“Puede
afirmarse que un siglo está hecho de lastre y vanguardia, de pensamiento
aposentado e ideas por verse y definirse. La guerrilla venezolana de los años
sesenta fue el último tributo al siglo XIX, esto es, a la vieja idea liberal
redentora, mesiánica, mediante la cual el esfuerzo de unos cuantos amigos de la
justicia pueden salvar a todos en un oportuno momento. El recuerdo de estos
barbudos nobles, últimos santos de mi contemporaneidad se ha hecho pintoresco,
porque representa un concretísimo fracaso con fecha, apellido y relato. ¿Pero
que de los triunfadores? ¿A dónde llegaron? ¿Qué significan?”. José Ignacio
Cabrujas. Texto publicado en el libro Balance del siglo XX de la Fundación
Herrera Luque. 1996.
“Mi siglo
vertical y lleno de teorías…/ Mi siglo con sus guerras y sus posguerras/ y su
tambor de Hitler allá lejos,/ entre sangre y abismo,/ Prosigo entre las piedras
de los viejos suburbios/ por un trago, por un poco de jazz,/ contemplando los
dioses que duermen disueltos/ en el serrín de los bares,/ mientras descifro sus
nombres al paso/ y sigo mi camino.”
Eugenio Montejo. Tomado del poemario Adiós al Siglo XX. Ediciones
Universidad de los Andes. 2014.
“Pero Hans
siguió amándola hasta la muerte, en su pipa de espuma y en la llegada del otoño
y en el color de la frambuesas/ Y siguió Jenny amando a Hans en los ojos de los
mendigos y en las más humildes monedas/ Porque verdaderamente, nunca fue tan
claro el amor como cuando Hans Christian Andersen amó a Jenny Lind, el Ruiseñor
de Suecia.” Tomado del Libro “Humor y
Amor de Aquiles Nazoa”. 1962.
Francisco Rojas Pozo es un amigo que se me fue
inesperadamente hacia otros lugares de la Galaxia espiral de Andrómeda hace ya
algunos años, once años tal vez, pero que para mi alma sensible el tiempo no
interesa y registro en la memoria su recuerdo intacto de hombre bueno, culto,
afable y cordial, como si fuera ayer. Y yo me pregunto que más se puede esperar
de la vida.
Curiosamente hay cábalas
que aparecen extrañamente y con su magia misteriosa envuelven con su
halo de fragancia el ambiente nostálgico. Dos cosas intuyeron en mí la
necesidad de este Homenaje, la primera encontrar, sin andar buscando en papeles
viejos, un texto de prensa ya amarillento de mi gran amigo, el poeta y escritor
Alberto Hernández titulado “Franco”
publicado un lunes 4 de mayo de 2009. Lo segundo haberme encontrado
accidentalmente con el profesor Manuel González, albaceas de
Franco, quien me contó en casi una hora
de conversación la placidez y fortuna de ese personaje, más allá de
ser Profesor de Literatura. Con el corazón en la mano, que ya es
demasiado, para inmortalizar a este personaje me dijo: “Gustavo, que te puedo
decir que tu no sepas, su nobleza, su alta sensibilidad por este país que le
dolía en el alma. Su discreción y su humildad respetuosa en el trato con los
demás, aun en la discrepancia. Su entrega absoluta por la investigación
literaria hispanoamericana, el conocimiento de la obra de los dos Garmendia. Su
amor por el teatro que lo llevó no solo
a dirigir un grupo de teatro regional,
sino conocer la obra teatral de José Ignacio Cabrujas y publicar un
libro llamado “Cabrujerias” cuyo excelente prologo se lo hizo el actor Fausto
Verdial. Libro que Cabrujas no llego a leer por cuanto este dramaturgo muere
inesperadamente en Octubre de 1995 y el
libro fue publicado en noviembre de ese mismo año”. Finalmente me dijo: Gustavo
yo acompañe a Franco hasta los últimos días y créeme su tenacidad y estoicismo
de aceptar la muerte yo no la conocía.
Franco, como le llamaban, se nos fue, también inesperadamente
en la capital zuliana sin aviso y en la mayor intimidad de su familia. Fue el
amigo que se nos acercaba a los compañeros de la causa revolucionaria para
hablarnos desde la diversidad de las ideas y la crítica a posiciones dogmaticas
y ortodoxas. Hoy lamento no haberlo escuchado y seguir sus consejos, pero yo era un joven, de esos que
llaman camarada, que creía en todas esas definiciones marxistas de partido, lucha
de clases, capitalismo-comunismo, dictadura del proletariado y un largo etcétera. Una vez me lo encuentro
por lugares que siempre frecuentaba y en la diatriba me expreso con su voz
refinada y bella: “Gustavo, ese partido
donde militas y quien lo dirige es un vendedor de ilusiones, son utopías y nada
más.” Yo que nunca le quise creer, seguía siendo su amigo porque en verdad
Franco no daba pie para que lo odiara sino más bien para que lo amara. Un
tiempo deje de verlo y de nuevo al encontrarme con él, le increpe donde había
estado, casi un año sin saber de él y me dijo con su voz que enamora: “Gustavo solicite un año sabático y me fui
para New York con mi pareja, créeme que se vive muy bien, se respira un
ambiente de respeto y democrático, nadie está pendiente de lo que hace para
criticarte, cada quien toma sus decisiones y se puede hablar y leer de todo.
Nada que ver con la mala propaganda ideologizada que llega a Venezuela”.
Yo, un imberbe estudiante del Pedagógico,
un bisoño soldado de la revolución no le hice caso porque para mí eso de
“vivir bien” tenía un aire burgués y
hasta reaccionario, pero como lo amaba y respetaba, nunca le coloque epítetos a
su persona. Son contradicciones que nunca entendí.
Volviendo a ese gran amigo del periódico amarillento, Alberto Hernández, veamos como lo describe: “Franco, además de docente, era un
creador permanente. Un crítico agudo, inteligente y pana. Franco deja un libro, Cabrujerias,
hecho con las manos del espíritu, muy
bien escrito, sabrosamente elaborado. Un libro donde el teatro, el amor más
acendrado de mi amigo se patentizó con la hidalguía de sus estudios. Muchos
textos sueltos hacen penitencia por allí. Franco
era una suerte de aristócrata de la palabra: nunca lo vi fuera de sus cabales.
Como todo crítico y analista de la realidad y la ficción, su agonía era su país, este
país”.
Franco era un conocedor y defensor de todo el legado de la
modernidad del siglo XX en nuestro país no solo en la cultura sino en el
pensamiento latinoamericano y universal.
No me cabe la menor duda que desde algún lugar del universo, su
espíritu me está advirtiendo: “Te lo dije, y no me quisiste creer, las
ilusiones comunistas se volvieron reaccionarias y criminales, los sueños del
paraíso hoy son un infierno, deploro y lloro por lo que sucede en mi país amado”
De manera autocritica me duele no haberle hecho caso en
aquellos momentos, pero en paz con mi conciencia de no apoyar esta tiranía
disfrazada desde sus inicios en el año 1999 y combatirla desde mi tribuna
social y política. Para el amigo
Profesor Manuel González este texto, cuya fuente de inspiración es su culpa.
Gustavo Cabrera, gracias por ese homenaje a nuestro Franko, nuestro porque quienes le conocimos, fuimos sus alumnos, alumnos sí, por enamorarnos del Teatro, de la literatura, del arte, ser compañeros y testigos de su madurez reflexiva. Por enseñarnos, aún desde la contradicción, la lucha, su autenticidad que no se dejó arrebatar ni en las controversias políticas ni en las naturales en lo personal. Se hizo e hizo valer su estandarte: Educación por el arte, la educación, el país, la cultura. Me conmovió tu artículo, también tengo dos momentos en mi vida, antes y después de conocer a Franko, seguirlo, admirarlo y hacerle homenaje desde lo personal, los estudios artísticos y teatrales. Te seguiré escribiendo, si me permites amistarme contigo. Hay tanto de lo que aportó Franko en la Especialidad de Castellano y Literatura, en la Maestría de Literatura Latinoamericana que creó, ...el Pedagógico de Maracay. Comparto con Manuel González, una admiración y devoción, extrañándolo siempre, en momentos, universidades, educación devastados.
ResponderBorrarHola , releyendo el artículo tanto tiempo ha pasado. Sigo con la pluma en mí blog. Puedes escribirme a mí correo angelcabrera2021@gmail.com
BorrarFranco fue mi profesor...lo amo
ResponderBorrarGracias por tan bonitas palabras para mi abuelito. Fue un hombre maravilloso que sin duda dejó huellas en la vida de quien lo conoció. De el solo tengo bellos recuerdos. Muchas gracias.
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