ELOGIO AL OCIO.
PASADO Y PRESENTE. Angel Gustavo Cabrera
“Contemplad
como crecen los lirios de los campos, ellos no trabajan ni hilan, y sin
embargo, yo os lo digo, Salomón en toda su gloria, no estuvo más
espléndidamente vestido”. Evangelio según San Mateo. Cap VI.28.
Tomado de la BIBLIA.
“¡Oh pereza,
apiádate de nuestra larga miseria!/ ¡Oh pereza, madre de las artes y de las
nobles virtudes, se el bálsamo de las angustias humanas!” Lessing Efraín. Escritor de la ilustración alemana del siglo XVIII.
Tomado del libro El Derecho a la Pereza
de PAUL LAFARGUE.
“Tenía diez
años y un gato/ Peludo, funámbulo y necio/ Que me esperaba en los alambres del
patio/ A la vuelta del colegio. / Tenía un balcón con albahaca/ y un ejército
de botones/ Y un tren con vagones de lata/ Roto entre dos estaciones. Tenía un cielo azul y un jardín de adoquines/
Y una historia a quemar temblándome en la piel. / Era un bello jinete/ Sobre mi
patinete/ Burlando cada esquina/ Como una golondrina/ Sin nada que olvidar/
Porque ayer aprendí a volar, / Perdiendo el tiempo mirando el mar. Poema
MI NIÑEZ. 1970. del cantautor JOAN MANUEL SERRAT.
“Muchacho no seas ocioso, ponte a hacer algo”. Así me decía mi madre cuando me
veía recostado del árbol contemplando el cielo y las nubes que formaban
inmensos objetos y animales imaginarios. Otras veces me decía igual cuando me
gustaba ver el laborioso trabajo de los bachacos sacando granitos de tierra
formando enormes torres y otros metiendo
palitos y pequeños cuadritos de hojas en su madriguera. Después, con mi hermano Carlos, reuníamos algunos
centavos y comprábamos suplementos de aventuras en la tienda de la esquina. Era
un disfrute leerlos en la media hora de
recreo escolar o en casa, muchas veces alejado del ojo de algún adulto, para no
escuchar la sentencia: “Deja el ocio, ponte a hacer algo útil”. Es que yo crecí
en una sociedad donde se le rendía culto al trabajo y el ocio era estigmatizado,
sin embargo el género humano es terco por naturaleza y más en esa edad de oro
como es la infancia, así que nos las arreglábamos con nuestros pares en jugar
metra, volar papagayos, jugar con nuestros juguetes preferidos sin reparar en
su calidad, leer suplementos y cuentos, pintar con nuestros escasos creyones
prismacolor, salir de excursión a ver y
contemplar la diversidad del paisaje por mero gusto, perdernos por horas en el
patio de nuestra vieja casona a la sombra de un inmenso pino. Era ese ocio
lúdico y re creativo que sin aprendizaje formal quedaba allí como un tesoro,
aunque después en nuestro crecimiento lo dejemos olvidado como un libro más de
nuestra biblioteca. Después el crecimiento de juventud nos hizo perder el
eslabón perdido del ocio y nos adentró en el trabajo y las responsabilidades,
aunque mamá siempre ha seguido insistiendo que de sus hijos el más lerdo, flojo
y dado a la pereza he sido yo.
Pareciera que el ocio y el trabajo se contraponen, es decir
son antagónicos. En la historia de la humanidad si lo es. Los griegos eran muy
dados a pasar largas horas de tiempo libre en los juegos de pelotas,
competencias y torneos, maromas con zancos y equilibristas, danzas y canticos
religiosos, el teatro era uno de sus mayores puntos de atracción para su tiempo
libre. Los cristianos por las santas escrituras en sus inicios tenían la
contemplación como una de la re creaciones sagradas en la búsqueda de la pureza
del alma y confrontar sus pecados. “Ganarás el pan con el sudor de tu frente”
fue una maldición divina cuando Dios expulsó a Adán y Eva del paraíso,
obligándolo al trabajo, que según el origen etimológico del término, Tripalium,
era instrumento de torturas antiguas. El vocablo ocio procede del latín ótium, que
desde hace más de 2000 años significó “Tiempo libre”, tiempo de oír, de
aprender, quietud, paz, reposo, descanso, inacción, alejado de problemas,
asuntos, cosas, negocios y de la política, y al ocioso, al que disfruta del
ocio, desocupado, sosegado, tranquilo, que no trabaja. Vinieron nuevos tiempos
en el decurso de las civilizaciones y la franja que los separaba se fue volviendo
invisible, uniéndolo cada vez más en la evolución de las civilizaciones y la era tecnológica
industrial moderna.
Paul Lafargue, fue uno de los últimos utopistas del
siglo XIX, conocido como el siglo de la industrialización. En 1880 clamaba por
el derecho a la pereza y al ocio. Exhortaba la creación de una “ley de hierro que prohibiera a todo hombre
trabajar más de tres horas diarias”, para que se dedicará a los
placeres de la vida, el arte y el juego. Critica
el amor al trabajo…que llega al agotamiento de las fuerzas vitales del
individuo y de su prole. Exigía en su extenso manifiesto EL DERECHO A LA PEREZA (Refutación del
derecho al trabajo) “Es necesario que vuelva a sus instintos
naturales, que proclame los Derechos a la Pereza, mil y mil veces más noble y
más sagrado que los tísicos derechos del hombre”. ¡Cuánto hemos degenerado y
empequeñecido! Escribía con asombro. “Seamos perezosos en todo, excepto en amar
y beber, excepto en ser perezosos”, allí estaba la contradicción, la
dialéctica del homo faber al Homo Ludens. Contrario al marxismo y a lo que
posteriormente pasó en la evolución de
la sociedad industrial y la Academia Rusa del llamado socialismo-comunismo. Paul Lafargue, cuñado de Carlos Marx y
contrario a la prédica del Manifiesto del Partido Comunista en el culto al
trabajo, se suicida con su fiel
esposa en 1911 (69 años) creyendo en su
utopía del regreso a los orígenes y rindiéndole culto a “la máquina”, “que rescataría al hombre de las sórdidas
artes y del trabajo asalariado, la diosa que le dará ocio y libertad”. Fue
Henry Ford (1863-1947), padre de
la cadena de la producción moderna, quien con una sentencia lapidaria condenaba
al viejo romántico: “En la civilización no hay lugar para los
ociosos”.
En la civilización moderna siempre hubo espacio para el ocio
creador, los pintores, los escritores, los poetas, los músicos, los atletas,
los escultores, los arquitectos, los artistas en general se abrieron al
florecimiento de las artes separadas del trabajo asalariado e industrial. Era
el auge de la separación del trabajo manual del intelectual, signo inequívoco
del capitalismo. Aún más emergió la
sociedad de consumo con su carga alienante y el termino originario del ocio se
fue desvaneciendo hasta perderse en ese vasto tránsito de la modernidad a la
posmodernidad imbricado en un TRINOMIO
OCIO-TRABAJO-CULTURA, que es hoy lo que define al mundo occidental y
globalizado, identificado por el
filósofo Gilles Lipovetsky como LA ERA DEL VACIO, del cual en un ensayo
crítico con ese mismo título nos dice: “La
cultura posmoderna se caracteriza por la democratización del hedonismo,
pasión narcisista en la expansión del
ego puro, la consagración generalizada
de lo nuevo, el triunfo de lo anti moral y del anti institucionalismo, el fin
del divorcio entre los valores de la esfera artística y los cotidianos,
liberación de códigos y costumbres morales”. Por otra parte afirma nueva
significación de la autonomía en base al culto a la liberación personal, al
relajamiento moral, al humor, a la sinceridad, al psicologismo, a la expresión
libre.”
Y el laureado escritor
Mario Vargas Llosa en otro ensayo
titulado LA SOCIEDAD DEL ESPECTACULO remata con esta reflexión: “el
valor supremo es ahora divertirse y divertir, por encima de toda otra forma de
conocimiento o ideal. Solo para distraerse, olvidarse de las cosas serias,
profundas, inquietantes y difíciles y abandonarse en un devaneo ligero, amable,
superficial, alegre y sanamente estúpido. Divertirse y divertir, por encima de otro conocimiento o ideal es
el símbolo de esta Era”.
Es el tiempo
posmoderno donde el ocio clásico sufre
una mutación escandalosa, profundizado en
la cuarentena global con la consigna “QUEDATE EN CASA”. Después de resolver los asuntos cotidianos,
dormir, entonces tenemos un gran aliado que no se soltamos por nada del mundo,
aun comiendo en la mesa. Ese adminiculo
llamado celular lo utilizas para comunicarte con el otro a donde quiera que este, incluso
si tienes las maravillas de whatsApp, Facebook, Instagram, youtube, spotify, juegos
múltiples, etc. Sirve para conversar
largos diálogos, casi gratuitos, con familiares y amigos en cualquier punto
del planeta, donde se encuentren, hablar en forma ilimitada de lo que se te ocurra, incluso banalidades y
excentricidades de toda índole. Además tiene cámara fotográfica, con la cual haces selfies, arreglar tu imagen a tu gusto y los
estereotipos deseados, armar álbum de
fotos, hacer videos de chistes, con posiciones y movimientos sugerentes, interactuar en programas y conversaciones en
vivo colocando corazones o simplemente dejando que el dedo pulgar haga contacto suave con la
pantalla donde dice “me gusta”. Igual con los juegos y la
música de cualquier género, sin detenerte en el tiempo. Ya no tienes que salir
de tu casa porque te sientes aburrido o aburrida en largos momentos de tiempo libre. La era posmoderna te brinda todo, incluso películas de larga
duración (comedias, aventuras, misterios, románticas, ficción, comic, documentales,
etc.) que puedes ver por capítulos para descansar un poco la vista o el embotamiento cerebral. Incluso
las mismas compañías capitalistas digitales ofrecen recomendaciones y
orientaciones que vayan con gustos y
apetencias, así ahorra ese pesado
trabajo de pensar más allá de lo necesario y compromisos intelectuales. El
papel y lápiz están de sobra, todo lo
ofrece la Era Digital. Tiempos donde el ocio ha mutado con peligrosas
consecuencias para la humanidad. La
Bióloga, Zoóloga, Donna Haraway de
la Universidad de California en Los Estados Unidos nos
ilustra su preocupación de esta época con una posible mutación humana que ya
estamos viendo con la dependencia de la tecnología digitalizada “La figura del CIBORG, hibrido de humano y máquina,
como prótesis de una nueva especie humana decidida a dar un salto evolutivo y
desembarazarse del modelo del “Hombre Blanco” con el que este ha buscado identificar cada cosa presente en el
mundo, tratando de transformarla en reflejo de sí mismo”. Hoy el hombre
está totalmente solo e indefenso, reflexiona Gilles Lipovesky.
“¿Que quedará del acto de pensar?, ¿De los nuevos rumbos de
la filosofía?, ¿Del ocio ré-creador? ¿Seguiremos en esta locura del ego tóxico
que se recrea en sus propias banalidades y estupideces, como lo afirma Vargas
Llosa?, ¿Vendrá nuevos derroteros utópicos emulando a Paul Lafargue?, ¿Podrá
venir un reencuentro entre los grandes aciertos de la comunicación digital y la
raza humana donde pongamos de por medio el derecho a la re creación natural, el
intelecto por encima de la máquina y la ecología? Nada sabemos, solo lo que
estamos viviendo en este presentismo, sin pasado ni futuro. HABRA QUE VOLVER AL
OCIO DE NUESTRA INFANCIA, PARA VER SI ALLI ESTAN LAS CLAVES DE NUESTRA BUSQUEDA,
AHORA QUE ESE PASADO NOS INTERROGA. Por
lo pronto, el mismo Lipovesky nos
dice como aporte: “Hay que brindar instrumentos para que la gente pueda hacer cosas de las
que se sienta orgullosa. Por eso soy partidario de una educación artística, no en
nombre del arte sino en favor de la creatividad”. VIVA
EL OCIO CREADOR.
Interesante artículo,el cual nos emplaza acerca de la importancia para la psiquis humana el ocio,sin embargo introduces a partir del análisis de algunos pensadores ,el término ocio creador a favor del proceso evolutivo del hombre a lo largo de su historia .De acuerdo con el planteamiento ,que en los actuales momentos donde nunca prefiguramos quedarnos quietos producto de la cuarentena mundial ,podamos voltear la mirada a trascender lo q no ofrece el entorno ,sobre todo con la idea de consumo el tiempo con el uso de las redes sociales y nos ocupemos desde espacios de disfrute en el ocio ,en actividades creativas.
ResponderBorrarExcelente trabajo para la reflexión y el debate sano y útil de las ideas. Una interesante invitación a pensar. Saludos Gustavo!
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