PEQUEÑAS CRONICAS /
MORIR EN BUENOS AIRES
“Dos jóvenes
venezolanos murieron tras sufrir un accidente automovilístico en la avenida Libertador de Buenos Aires,
Argentina, durante la noche del domingo”.
Punto
de Corte. 16 de mayo de 2022.
“Un empresario de 57
años se encuentra detenido, acusado de causar el trágico choque frente al
Hipódromo Argentino de Palermo, en la Ciudad de Buenos Aires, donde murieron un
joven de 20 años, una adolescente de 15 años y otras nueve personas resultaron
heridas. El hombre dio positivo en el test de alcoholemia y está imputado por
homicidio culposo. Tomado de Perfil.com
16 de mayo de 2022.
Toda muerte inesperada
es dolorosa. El
asunto está cuando le metes la lupa a los acontecimientos, y se calibra que hay
detrás. Al final eso es lo que le da vida a la noticia y queda registrado para
la historia de una familia venezolana, de los tantos amigos y conocidos de
argentina y venezolanos y de un país que no merece tanta tragedia junta, sobre
todo en las últimas dos décadas, que ya
parece un cuento trágico, necrófilo, de
nunca acabar.
Una pequeña familia
venezolana, radicada
desde hace cinco años en Buenos Aires, salió de un urbanismo de la localidad
de Palermo en su vehículo de paseo Ford
Ka. Eran seis los tripulantes y se dirigían a la localidad bonaerense de Gerli,
donde vive la cuñada de Juan. Sin embargo al tomar la Avenida del Libertador
cruce con Ortega y Gasset, los sorprendió el impacto de una camioneta
BMW, conducida por el empresario aduanero Roberto
Juan Patricelli, quien venía en exceso
de velocidad y en estado de ebriedad, perdió el control y cruzando el
carril de la vía contraria fue a estrellarse contra este vehículo y tres coches
más. En el accidente perecieron casi instantáneo por las múltiples fracturas
del cráneo Juan Carlos Márquez Meneses (23
años) y su sobrina Yenismar Márquez Hernández de
apenas 14 años. El padre de la joven, Héctor
Alexis Márquez Meneses, que venía en
la parte trasera del vehículo se encuentra en estado de gravedad con respirador
artificial y traumatismo de cráneo, por lo que
todavía no se ha enterado de la horrible tragedia. Los testigos indican que la camioneta BMW X3 negra cruzo el carril e
impactó violentamente contra otros tres autos, una moto y una bicicleta.
Juan Márquez es oriundo
de Venezuela, Edo Aragua, de la populosa zona de Cagua
del Municipio Libertador. Sus padres aprobaron su venida a la Argentina,
reunieron algunos ahorros y vendieron algunas propiedades para que Juan se
instalara en Buenos Aires con la promesa que acá estudiara y trabajara. Así lo
hizo, después de probar suerte en algunos trabajos en negro, logró ubicarse en
lo que desea, una empresa pastelera donde se destacó por su pasión al trabajo,
su honestidad y su capacidad de servicio. Desarrollo su pasión por la
gastronomía y a fines del 2019 obtuvo el
título en la Escuela de Pastelería Profesional y continuaba sus estudios de
chef. Con sus ahorros y los de la familia logró comprarse un carro de
paseo, traerse a sus hermanos y hasta meterse en un equipo de futbol. De esta
manera se cumplía aquella expresión que “el venezolano es del tamaño del
compromiso que se le presente”. Todo le
estaba saliendo bien, a pesar del dolor que le causaba el sufrimiento de su
país frente a esa oprobiosa dictadura en
contraste con la Venezuela del siglo XX
con su democracia y estado de bienestar, aun con sus estrecheces de la que le
hablaban sus padres. Él había nacido bajo el régimen chavista-madurista y nunca
llegó a conocer esa otra Venezuela. Juan Márquez, lleno de vida, aspiraba
pronto, irse a Madrid, España, donde
estaba su otro hermano y las ofertas eran tentadoras. Esa es la realidad para
un migrante venezolano, no conocer límite en su afán de mejorar para él y su
familia. Su sobrina Yenismar de apenas
14 años de edad, se vino con su padre hace un par de años y estudiaba en un
liceo público de la zona con notas
excelentes en su desempeño académico. No tenemos muchas noticias de ella,
pero como adolescente tenía toda una vida por delante y sabia, como le habían
enseñado su papá y abuelos paternos, que solo estudiando saldría adelante,
aunque fuera de su país, y del cual algún día regresaría orgullosa con un
título universitario. Ambos eran un par
de jóvenes muy sanos y muy queridos, tanto en la empresa pastelera de nombre
Maru Botana, como en la comunidad estudiantil y docente del Liceo de Punta Arena.
Los otros ocupantes del Ford Ka, Dakhanaith Alexandra Curvelo (31
años) natural de Caracas, quien está a la espera que le realicen una cirugía
y Jeins José Marrero Mora (22 años) de la población de Cagua, en
franca recuperación.
Por su parte Roberto
Juan Patricelli, de 57 años, es un empresario dedicado al rubro de la
gestión aduanera y la logística internacional. El BMW X3 que conducía tiene una historia de multas impagas en territorio porteño, con más de 58 mil
pesos adeudados según registros oficiales ligados a su patente. Todas las
infracciones fueron por exceso de
velocidad e incumplimiento de identificación de conductor, en zonas como
Palermo y General Paz. Así mismo, tiene multas en territorio bonaerense: debe
64 mil pesos por los mismos motivos. El
Diario Clarín amplia el prontuario ilícito de este empresario: “A nombre de Ropaco SA aparecen 39
infracciones por 724.955,40 pesos en la Ciudad de Buenos Aires y 13 en
Provincia por 231.375. Un total de casi un millón de pesos por exceso de
velocidad, cruzar semáforos en rojo, estacionar obstruyendo las rampas de la
vereda y hasta en “incumplimiento de identificación de conductor”. La gran
mayoría de estas infracciones fueron cometidas por una Toyota SW4 blanca, que solía manejar Patricelli y con la que habría
protagonizado al menos un incidente de violencia al volante en noviembre pasado”.
El Clarín. 16.05.2022.
Hay una frase muy contundente que dice: “Tanto va el cántaro a la fuente hasta que se rompe”. Este
irresponsable ciudadano ya estaba acostumbrado a manejar como le viene en gana,
sin respetar no solo las leyes de transito sino la vida de los demás. Y uno se
pregunta ¿Cómo este empresario se
acostumbró a la trasgresión de las leyes argentinas en materia de transito? ¿Es
que acaso los que tiene poder económico hacen lo que les da la gana, gracias a
la impunidad y al dinero? ¿Teníamos que llegar a esto donde dos jóvenes
migrantes se les malograra su vida? Y que no tiene el poder de defenderse
para que este ciudadano pague por dos homicidios culposo con la pena máxima.
Que va pasar ahora cuando el abogado
defensor de este homicida declara que su apoderado “perdió la memoria y que se
encontraba muy dolido y sorprendido por los hechos”. Veamos que va a pasar en los próximos
días cuando a los jueces les toque decidir, ¿hacia dónde va a apuntar la justicia?, que no debe ser tan ciega
en este caso.
Al final este registro luctuoso con sello
venezolano-argentino, forma parte de nuestra memoria histórica de
un ciclo tormentoso que no termina de
cerrarse. Por un momento pensé que abría pasado con esta familia de Cagua
si el país ofreciera las condiciones sociales, políticas, educativas,
económicas, que teníamos antes que llegara este arrase dictatorial vestido de
rojo escarlata. La democracia y sus instituciones se hubiesen perfeccionado, el
sistema educativo universitario funcionara, la economía en sus nuevos rumbos
productivos y una juventud pujante sacando el país adelante. Jamás nos pasaba
por la mente ni esta diáspora de millones de venezolanos en el mundo, ni el
hambre espantosa que ha costado la vida de miles de venezolanos, ni la
violencia de una dictadura acusada de
crímenes de lesa humanidad ante el Tribunal Penal Internacional. Como
venezolano que vi a mi madre levantar a una familia de cinco hermanos con
trabajo, dignidad y aprovechando las oportunidades de estudio para sus hijo, hoy me duele estar frente a una Venezuela
desgraciada, pobre y miserable, gobernada
por unos truhanes venidos de no sé dónde, con una generación de políticos
serviles, adulantes y entregados a las dadivas del poder. Esa no fue la Venezuela que yo conocí a pesar de sus fallas y entuertos,
pero cuanto quisiera volver a ella. Y
yo me desvelo con una sola pregunta que es para escribir una obra
histórica, una novela, una obra de teatro:
¿EN QUE MOMENTO SE JODIO VENEZUELA?
¿Y de la familia Márquez
Meneses que queda?:
Una familia destrozada con una herida imposible de cerrar. Unos padres girando
con el peso de la vida que les tocó vivir en medio del vacio y la mirada puesta en Dios. Esta es la Venezuela del siglo XXI que nos
ha tocado, ni más ni menos, aventados al
mundo, soportando con estoicismo los avatares, las maldades, las indiferencias,
las complicidades, el egoísmo, el halito de esperanza y la solidaridad de algunos, en un túnel donde no se atina a ver los rayos
de luz.
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