“Examiné todas estas cosas, y cómo los hombre luchan y
pierden la batalla, y cómo aquello por lo cual habían luchado se logra a pesar
de su derrota, y cómo, cuando esto llega, resulta ser diferente de aquello que
se proponía, y cómo, cuando esto llega, resulta ser diferente de aquello que se
proponían, y cómo otros hombres han de luchar por aquello que ellos se
proponían alcanzar bajo otro nombre” William Morris. Utopista del siglo XIX.
“Pero sí el sistema democrático no puede resolver este
problema, lo intentará probablemente con una dictadura: Después de todo se
trata de temas como el control de la
población mundial. Llevamos ya 300.000 años en este planeta y nos hemos
gobernado de diferentes maneras. Las más
exitosas y efectivas era la tribu y el sistema de clanes, no las dictaduras ni
las democracias.” Denis Meadows. 2013.
(Coautor del best seller
“Los límites del Crecimiento”, editado en 1972.)
“Es más factible que la humanidad se acabe por la
misma estupidez humana que por su propia evolución” Steve Jones, Genetista Ingles. 2008
“Pienso que es necesario esperar siempre lo
improbable. Ello supone un acto de confianza, de esperanza sobre ciertas capacidades
genéticas de los individuos y del
conjunto de la sociedad” Edgar Morín. “2008
Los
investigadores, hombres de ciencia, filósofos, que superan las visiones fragmentadas
del conocimiento y la disyunción entre ciencia y filosofía, buscando integrarlas es una visión total de la realidad en un marco crítico y crisico, con impresiones, a
veces, apocalípticas, son vistos en las
sociedades como seres extraños, poco creíble a sus argumentos y aseveraciones,
tildados de agoreros, escandalosos,
aventureros, temerarios y hasta de locos. Así ha pasado con personajes
históricos desde mucho antes de la modernidad, como fue el caso de Tomás Moro, quién en 1516 describió al
mundo futuro como un lugar imaginario
llamado Utopía altamente organizado, equitativo y sin conflicto. El mismo Cristóbal Colon cuando llegó a
tierras americanas en 1492 escribió en sus diarios que encontraba un lugar de
clima agradable y gente amable que no
necesitaba cubrir su cuerpo, especie de ángeles venido de otro mundo que vivían
en paz. Sin embargo todo esto quedó para
la historia porque la evolución humana y sus procesos civilizatorios se
encargaron de desmontar esos sueños utópicos
y hacer tangible su tránsito por la tierra con el desarrollo de la técnica y la honda
huella testimonial de los modelos civilizatorios pasados y presentes. Hoy
estamos en la era de la modernidad y no hay posibilidades de regreso. El
triunfo de este modelo de desarrollo está tanto en Occidente como en Oriente,
Norte y Sur, con sus diferencias y similitudes. Es posible que se salven
algunos pueblos muy pequeños que conservan tradiciones de vida originarias en armonía con la naturaleza, pero
desafortunadamente no tienen gran incidencia para el conglomerado universal que
le rinde culto al dinero, el consumo,
idolatra los avances tecnológicos y
la energía eléctrica contaminante. Denis Meadows,
el célebre investigador de “Los límites del Crecimiento” que hace cuarenta años alertó al mundo sobre
la situación mundial y el futuro que nos espera, con respecto al atrabiliario desarrollo
técnico-industrial-demográfico-alimentario, señala “40 años más tardes, lamento
decir que básicamente no hemos hecho nada,.. Los fenómenos como el cambio
climático y el hambre son simplemente los síntomas de una enfermedad de nuestro
planeta, que lleva inevitablemente al final del crecimiento. Cuando se le
pregunta ¿Qué es lo que está fallando?, el responde sin equívocos: “La fórmula
básica de la contaminación por CO2 consta de cuatro elementos. El primero, el
número de personas en la Tierra. Esto se multiplica por el capital por persona:
cuantos coches, casas y vacas per cápita, para dar el estándar de vida en el
planeta. Esto a su vez se multiplica por un factor de uso de energía por unidad
de capital, es decir cuanta energía se necesita para producir coches, construir
casas y alimentar vacas. Al final se multiplica por la cantidad de energía que
procede de fuentes fósiles. .. Si queremos que la carga de CO2 baje, el
resultado total de esa multiplicación debe reducirse”. Pero, estaremos dispuestos a romper con el
modelo civilizatorio contemporáneo, a cesar en la producción de vehículos, a
cambios drásticos en el uso de la energía fósil, a detener el crecimiento
demográfico, al equilibrio entre riqueza y pobreza, opulencia entre países
desarrollados y los mal llamados subdesarrollados, etc. Meadows,
termina con un razonamiento escéptico de cierto modo fatalista: -Habría que
cambiar la naturaleza del Hombre. En lo básico estamos programados exactamente
igual que hace 10.000 años. Si uno de nuestros ancestros era atacado por un
tigre, tampoco estaría preocupado por el futuro, sino por su supervivencia
inmediata. Mi preocupación es que por razones genéticas no somos capaces de
tratar cuestiones a largo plazo como el cambio climático. Mientras no
aprendamos a hacer eso no hay manera de resolver todos estos problemas. No hay
nada que hacer”. Sin embargo, aunque
estas sentencias son lapidarias y casi que irrefutables, no podemos olvidar que
la tienda no se puede cerrar mientras exista vida y halla gente preocupada que
se congregue y quiera hacer algo.
Sabemos que la
pasada Cumbre sobre el calentamiento Global fue solo una alerta del problema a
nivel mundial y los diferentes países se comprometieron a reducir los gases
tóxicos que producen el efecto invernadero y el calentamiento global, aunque las buenas intenciones no bastan.
Recientemente en Nueva Delhi, capital de la India, se inició un plan para
reducir sus elevados niveles de contaminación del aire limitando el número de
autos que pueden circular por sus calles, considerando que dicha ciudad es la
más contaminada del mundo, según informe de la Organización Mundial de la
Salud. Se calcula que hay 7,5 millones de vehículos y muchos funcionan con
diésel, además de la quema en zonas
agrícolas y su cercanía al desierto de Thar también influye en la
contaminación. Por su parte el
reconocido premio Nobel de Economía Joseph E. Stiglitz está consciente del grave problema al
escribir detalles sobre el costo del cambio climático: “el cambio climático puede
propiciar una variabilidad mayor del tiempo atmosférico, una posible
desaparición o un importante cambio de dirección de la corriente del Golfo
–particularmente preocupante para Europa- y un aumento de las enfermedades.
Cuando participé en 1995 en el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el
Cambio Climático, se encontraron pruebas abrumadoras de concentración en la
atmósfera de gases que provocan el efecto invernadero y que habían
experimentado un marcado aumento desde el comienzo de la revolución industrial
y la actividad humana había contribuido en ello en gran medida, lo que tendría
efectos profundos en el clima y los niveles del mar, pero fueron pocos quienes
vieron, por ejemplo, que la fusión del casquete del hielo del Ártico fuera tan
rápidamente como ahora parece serlo.
Termina su opinión señalando una serie de medidas urgentes que deberían
tomarse, como son que los contaminadores paguen el costo completo del daño que
causan, creando un impuesto a la contaminación (por dióxido de carbono). Allí se refiere a las Compañías Petroleras
como la Exxon, que más bien parece celebrar la fusión del casquete de hielo polar, porque reduciría el
costo de la extracción del petróleo que yace bajo el océano Ártico. El
problema está que el daño irreparable al planeta no tiene precio, es impagable, la cuestión sería el cambio de energía fósil
petrolera por otras energías no
contaminantes como la eólica, la solar, etc.
Finalmente el célebre Edgar Morín, quien no se da por
vencido a pesar de estar consciente de los graves daños ocasionados al planeta
a consecuencia de una ciencia que si bien ha producido saberes nuevos que
revolucionan nuestro conocimiento del mundo y mejorar nuestras propias vidas, a
la vez desarrolla una gigantesca capacidad de muerte, por ejemplo, la muerte
nuclear (dada la diseminación de armas de destrucción masiva) y la regresión
humana asociada a la degradación de la biosfera provocada por nuestro
“desarrollo”
En ese sentido Morín apunta que “el desarrollo ha
permanecido ciego, durante mucho tiempo, a la degradación ecológica que aún
sigue provocando industrias contaminantes, ciudades contaminadas, ganadería y
piscicultura industrializadas; ha puesto y pone cada vez más en peligro la
biosfera, debido a la sobreexplotación del petróleo y del carbón, a la deforestación y a la
desnaturalización provocada por los cultivos y la ganadería industrializados.” Sin embargo uno de sus últimos libros (2010) se titula: LA VIA para
el futuro de la humanidad, donde hace un análisis bastante completo y compacto
sobre la realidad del mundo en todos los ámbitos del quehacer humano,
perspectivas y las reformas que debería aplicarse para preservar la vida en el
planeta. Esta visión compleja, integral y de conjunto es parte de lo que debería
hacerse desde los gobiernos nacionales, regionales y locales. Hay que repensarlo todo, Debemos volver a
empezar. Es preciso, a la vez, globalizar y desglobalizar, crecer y decrecer,
desarrollar e involucionar, conservar y transformar. En las reformas
ecológicas se plantea la necesidad de una nueva educación que resucite la
relación hombre-naturaleza vinculándolo
con nuestro destino, y finalmente, a replantearnos a nosotros mismos. Ser
ciudadanos conscientes, críticos y sensibles frente a la contaminación
ambiental, sus recursos naturales renovables y no renovables, el consumismo
dependiente y superfluo auspiciado por
el mercado capitalista, la reforma del pensamiento y la educación para superar la
disyunción absoluta entre los humano y lo natural producto del racionalismo
técnico-occidental y de la influencia antropocéntrica judeocristiana; las
nuevas formas de energía, la eólica, la solar, la fotovoltaica, la geotérmica,
la mareomotriz, el empleo útil e inocuo del hidrógeno con fines energéticos.
Se impone una
eco-política planetaria que preserve la biodiversidad y los bosques, proteger y
aumentar los territorios verdes, la fauna terrestre, de mar y cielo y reducir
la agricultura industrializada que contaminan los suelos, las aguas y los
alimentos. Proponer respuestas al calentamiento global desde lo más sencillo
que puede hacer el ciudadano de forma voluntaria u obligatoria hasta las
políticas públicas de mayor alcance de protección y cuido ambiental. Por ello es que Morín no se queda en el
asombro y la resignación de lo que está sucediendo y no le teme a jugar a
posiciones paradójicas entre conceptos y contenidos fuera de todo dogma e
ideologías doctrinarias, en ese sentido confía que en los seres humanos las
aptitudes autotransformadoras afloran en las crisis cuando las cosas rígidas se
dislocan o frente al peligro. Creo, dice, en la posibilidad genérica de una
nueva universalidad por la vía de la integración de las diferentes
civilizaciones del Norte y del Sur, del Este y el Oeste.
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